El senador de la UDI, Iván Moreira, tiene una foto del general Augusto Pinochet en su oficina en la Cámara Alta. Para nadie es un misterio que el parlamentario es de los principales defensores de la dictadura dentro de la derecha.
A 50 años del Golpe de Estado, Moreira tiene algunas reflexiones. Si bien hace una autocrítica respecto de lo tardía de la condena, afirma que como sector no tienen que pedir perdón.
A 50 años del inicio de la dictadura, ¿usted sigue pensando igual?
El problema no es el concepto “dictadura”. Lo que nos separa son las razones por las cuales hubo una intervención militar en Chile. Y eso se debió a que si no hubiese habido un gobierno de la Unidad Popular, o un Salvador Allende como Presidente, no hubiese habido en Chile un Pinochet. El gobierno militar se debió a que en ese minuto existía un apoyo de la ciudadanía en cuanto a que los militares tenían que actuar, por el enfrentamiento entre chilenos, la violación a la Constitución. Si no hubiesen actuado las Fuerzas Armadas hubiese habido una confrontación mayor entre los chilenos. No exageraría que podría haber llegado una guerra civil entre nosotros. Yo soy un sobreviviente. Le agradezco a las Fuerzas Armadas y al general Pinochet que salvó a una generación completa de haber sido un país títere de las dictaduras comunistas que había en el mundo.
Usted lo justifica por lo que pasó antes del Golpe de Estado, pero luego vinieron las violaciones a los derechos humanos.
Hay que separar los dos temas. La UDI como partido sacó un documento llamado “Por la Paz Ahora”, en que condenamos las violaciones a los derechos humanos, ya en el año 2003. Estoy hablando hace 20 años atrás. Nosotros como partido siempre hemos apoyado proyectos de reparación y verdad. Hemos participado de distintas comisiones, aunque sea con visión crítica. No hay negacionismo. Sí hemos reconocido y condenado las violaciones a los derechos humanos en ese periodo de gobierno. Independiente de una condena al tema de los derechos humanos, que lamentamos profundamente, eso no significa que yo vaya a dejar de apoyar con lealtad, y no con incondicionalidad, al presidente Pinochet. Porque no solamente me salvaron la vida, sino que le salvaron la vida a una generación completa. Fueron capaces de construir un Chile distinto, en que nuestra economía era un ejemplo de crecimiento y desarrollo.
¿Y no hace una autocrítica respecto del rol que tuvo su sector?
Yo me quedo con las luces del gobierno militar, pero también con la responsabilidad de que no fuimos capaces, en el momento que correspondía, de haber ido más lejos en el tema de los derechos humanos. Como autocrítica deberíamos haber condenado con anticipación. No lo hicimos, y tenemos una responsabilidad esa generación de no haberlo reconocido antes y de haber hecho algo más. No lo hicimos. Y lo hicimos después con este documento de la UDI. Deberíamos haberlo hecho quizás con el Informe Rettig (1991).
Ahora con los 50 años del Golpe. ¿Cómo se debiera pronunciar la derecha? ¿Debieran pedir disculpas?
Si hay alguien que tiene que dar la cara, somos nosotros, mi generación. Pero no tienen por qué dar explicaciones, ni pedir perdón, generaciones que no vivieron la década de la Unidad Popular. Y la izquierda no puede obligar a generaciones que no vivieron el 11 de septiembre a tener que hacerse cargo de ese pasado. La mitad de los chilenos no había nacido el año 1990. El 11 de septiembre es un tema del pasado, una historia que ha sido escrita por la izquierda con la mano izquierda. Se mantiene como tema porque a la izquierda les conviene mantenerlo vivo. Electoralmente les sirve más hablar del pasado que de conversar del futuro.
Pero hay familias de detenidos desaparecidos que piden justicia y no pueden olvidar el pasado.
Yo entiendo que para las familias de los detenidos desaparecidos encontrar a sus familiares va a ser siempre un tema. Pero yo creo que el Estado ha hecho esfuerzos para obtener información. Pero hay que ser honestos y admitir que cada día hay menos posibilidades de tener noticias porque ya han pasado 50 años. Los que saben han fallecido, están muertos y los que quedan están presos con condenas de por vida.
El expresidente Sebastián Piñera habló de “cómplices pasivos”, para referirse a los civiles de su sector que participaron de la dictadura y no denunciaron. Varios que hoy siguen activos en la primera línea política. ¿Debieran pedir perdón?
Yo entiendo que el presidente Piñera cuando usó esa expresión de cómplices pasivos, la usó con respecto a algunas personas, pero no a toda la derecha.
¿Usted particularmente, pediría perdón?
No, yo tengo las manos limpias. Y mi partido también las tiene limpias.
Pero no denunciaron, no alzaron la voz respecto de las violaciones de derechos humanos que ocurrían de parte de un gobierno en el que ustedes participaban.
Yo no voy a pedir perdón por una acción que no he cometido y que cometieron otros. El perdón es una cuestión de conciencia.
¿Pero pedir perdón por una omisión?
Uno puede reconocer un error, una equivocación de que por qué no hice esto antes y lo hice después. Pero lo importante es haber reconocido finalmente la violación a los derechos humanos. Porque nuestra generación y las nuevas generaciones aprendimos la lección del pasado. Y aprender la lección del pasado significó tener una convicción de lo importante que son los derechos humanos universales y la democracia. La conciencia de la universalidad de los derechos humanos nuestra generación la aprendió. Ese es un tema zanjado con las nuevas generaciones que tienen muy claro el papel que tienen que cumplir. Pero lo que para mí es paradójico es esta nueva izquierda con el Partido Comunista y con el Frente Amplio, que llegó con superioridad moral hoy día tiene sus manos manchadas con corrupción y con las sangres de las víctimas de las dictaduras comunistas. Yo no he escuchado a ningún comunista y a nadie del Frente Amplio pidiendo perdón por las violaciones a los derechos humanos en dictaduras comunistas. ¿Hay que pedir perdón porque es Chile? No, porque los derechos humanos son universales.
Usted hizo una huelga de hambre por Pinochet. ¿Se arrepiente?
Fue inapropiado pretender llamar la atención del primer ministro de Inglaterra y de la reina Isabel, pensando que yo podía lograr la libertad del general Pinochet. Esto se transformó en una verdadera caricatura del pasado que obedeció quizás a un exceso de incondicionalidad y de lealtad interpretada equivocadamente por mí.
A usted se le cuestiona que dijo que no hay “deuda pendiente” en torno a las violaciones de derechos humanos.
¿Hay una deuda pendiente? Yo pienso que ¿por qué seguimos permitiendo nosotros que las nuevas generaciones carguen con ese trauma de nuestra generación? Porque la izquierda solo puede ofrecer pasado y no hay mirada de futuro. ¿Me van a decir que en Chile no ha habido verdad? ¿No ha existido reconocimiento de lo acontecido? ¿No ha habido reparación a las víctimas? ¿No ha habido acaso investigación judicial? ¿No ha habido condenas larguísimas? ¿No hay en Punta Peuco militares que van a morir dentro de la cárcel? Hay hechos concretos.
¿La derecha debería acoger el llamado del Presidente a los partidos de una declaración conjunta por los 50 años?
Estas cosas no se hacen desde el extranjero por mensaje. Esta declaración por los 50 años, difícilmente nos vamos a poder poner de acuerdo respecto a la justificación o no de lo que pasó el 11 de septiembre, especialmente cuando la izquierda quiere imponer su versión de manera sesgada y censurar cualquier otra visión.
¿Y qué espera del aniversario que hará el gobierno?
Nosotros podríamos estar de acuerdo en una declaración que condene la violencia política, que resguarde la democracia, que condene el terrorismo, que busque compensar y reparar a las víctimas de esa violencia política. Pero eso no es capaz de hacerlo el Presidente, porque solamente quiere enfocarlo en los 50 años. Yo pediría un poquito más austeridad, más reflexión, más pensar en el futuro, de no mañosamente manejarlo y no gastarse millones de pesos.