Juan Caamaño, director de fundación que instruye a Conaf: “Chile está viviendo un momento complejo por la simultaneidad de incendios”
El bombero y fundador de la organización española Pau Costa, dedicada a generar y divulgar conocimiento en el combate al fuego, lleva tres semanas en el país intentando controlar los principales siniestros forestales que se están produciendo. Actualmente, en el territorio se desarrollan 214 focos. "El gran problema de los incendios acá, más allá de las causas, es que el escenario no ha sido gestionado para evitar su propagación", dice.
En su segunda visita en Chile, Juan Caamaño, uno de los creadores de la Fundación Pau Costa, de España, tiene un diagnóstico claro para comenzar a reducir los incendios forestales en el país: hay que realizar quemas controladas. Aunque puede sonar extraño, el español asegura que centenariamente esta ha sido la forma de evitar los cada vez más recurrentes siniestros, pues, al dejar de hacerse -como en Chile- la acumulación de vegetación seca ha creado un escenario propicio para que ardan hectáreas de tierra silvestre.
Su fundación es líder en el trabajo contra el fuego, pero no de la forma en que se pensaría; se dedican a generar las conexiones entre las distintas organizaciones que combaten el fuego en todo el mundo, generando redes que retroalimentan a bomberos de todo el planeta, entregando conocimiento y nuevas tecnologías.
En eso anda en Chile junto a un equipo de 10 personas, instruyendo a los brigadistas de la Conaf para enfrentar el control de las llamas, que este verano, marcado por la sequía, parecen no dar tregua: hay 214 incendios simultáneos y miles de hectáreas carbonizadas.
¿Cómo fue el combate del incendio en Tierra del Fuego?
Magallanes es un escenario muy complejo, porque es la zona más austral del mundo donde puede haber un incendio forestal. Pero, además de lo lejano que queda, que limita mucho el traslado de medios (para combatir el fuego), también tiene limitantes en el sentido de que los bomberos deben comer, dormir o ducharse, lo que en estos territorios se torna más complejo. Y en cuanto al incendio mismo, ha sido muy difícil combatirlo, dada la cantidad de combustible que había en el suelo. Varias de las estrategias que son comunes para incendios forestales, donde se combaten los incendios de manera lineal, aquí no funcionaban bien, porque este incendio se propagaba a través de las pavesas, impulsadas por los fuertes vientos de esa zona.
Los vientos marcaron el avance de ese incendio. ¿Fue muy difícil de contener?
La verdad es que fue un reto para todos los que estuvimos allí. Lo bueno es que cuando amaina el viento, esa dinámica del incendio se acabó, lo que nos permitió trabajar de mucha mejor forma con el personal de Conaf. Y, evidentemente, cuando llegó la ayuda también nos ayudó bastante.
¿Cuál fue la estrategia de combate?
El equipo nuestro intenta ayudar, asesorar e intercambiar experiencias en distintos ámbitos de trabajo. Trabajamos mucho el análisis, recopilando muchísima información del incendio, averiguando cuál es el motor del incendio, qué es lo que quiere y puede hacer… Es mucha información de campo, que con este equipo fuimos recopilando in situ. Luego, analizamos esta información en el puesto de mando. Con ese análisis, debatíamos y llegábamos a las conclusiones de cómo el incendio funciona, identificamos sus puntos débiles y ahí iniciar el ataque para acabar con el incendio.
¿En qué consiste ese trabajo?
Entregar certezas donde hay mucha incertidumbre, porque cuando llegas a un incendio el escenario es incierto, entonces necesitas entregar certezas sobre los escenarios futuros de cómo se podría extender el incendio. También ayudamos en la coordinación de las operaciones aéreas. Magallanes es un terreno donde no se acostumbra a poner muchos recursos aéreos, a diferencia de O’Higgins o Biobío, por lo que debimos diseñar las estrategias para que estos medios fueran lo más eficientes posible.
Hay 214 incendios actualmente en Chile. ¿Es un cifra controlable o estamos en problemas?
Chile está viviendo ahora mismo un momento muy complejo, por la simultaneidad de incendios que se están dando. Hay en La Araucanía, Ñuble, Biobío, O’Higgins, Valparaíso… Y estos días las condiciones meteorológicas no son buenas, pues habrá récords de temperaturas máximas. Todo esto, acompañado de fuertes vientos, plantea un reto muy difícil de asumir.
¿Se puede comparar este escenario con el de otros países?
En el verano del hemisferio norte también hubo altas temperaturas en agosto pasado, lo que provocó incendios simultáneos en Grecia, Turquía, Argelia, Italia y España. Fue un reto importante, por lo que se debió activar el mecanismo de protección civil europea, donde el norte de Europa fue a ayudar al sur. Esto es típico en países donde los incendios son recurrentes, donde además la sequía acumulada genera un escenario perfecto para que los incendios corran.
¿Los incendios simultáneos son por efectos naturales o intencionales?
Evidentemente, la mano del hombre está, ya sea por negligencia o de manera intencional. Desconozco las causas en Chile, pero creer que es por causas naturales es difícil, porque estas son por rayos o vulcanismo, lo que aquí no ha ocurrido. La ignición casi siempre viene por la mano del hombre. Pero el gran problema de los incendios acá, más allá de las causas, es que el escenario donde se desarrollan no ha sido gestionado para evitar la propagación de incendios. Todas estas condicionantes dan lugar a un grandísimo incendio forestal.
¿La geografía de Chile ayuda al desarrollo de estos siniestros?
La orografía de Chile genera mucho combustible muerto. Como tienen un clima mediterráneo, durante el otoño e invierno genera mucha vegetación, pero en el verano todo eso muere, quedando disponible para arder. De todas formas, el ecosistema necesita del fuego para mantener su biodiversidad, el problema es que en el siglo XXI lo hemos olvidado.
¿Quiere decir que es necesario que haya quemas controladas de vegetación para evitar incendios forestales?
Claro. Ahora, muchos países están reintroduciendo el fuego como elemento de gestión contra los incendios. Esto, de manera controlada, a través de quemas prescritas, trabajando con ganaderos y agricultores. Intentar eliminar el fuego de un ecosistema que genera tanta carga de combustible disponible para arder durante una determinada época del año es imposible, es como intentar frenar un tsunami con camiones de bomberos en la playa.
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