Quedó registrada en su agenda. El 30 de marzo de 2017, en las dependencias del cuartel central de la PDI, ubicado en General Mackenna 1314, pleno centro de la capital, dos gerentes del Banco de Chile visitaron al entonces director de la institución, Héctor Espinosa Valenzuela.
El motivo no era protocolar. Más bien tenía por objetivo recabar antecedentes del porqué durante los últimos meses su cliente -de la banca preferencial- realizaba cuantiosos depósitos constantes de más de $ 1 millón en efectivo. “Revisar la alerta levantada en el área de prevención de delitos”, habría sido la justificación de la cita. Pese a esto, sólo tres años y medio después un reporte de operación sospechosa emitido por la Unidad de Análisis Financiero (UAF) alertaría al Ministerio Público de los eventuales delitos cometidos por el exalto oficial de la policía civil, abriéndose una investigación formal ante tribunales el 31 de diciembre de 2020. Ésta será formalizada próximamente, luego de que se solicitara una audiencia para imputarle los delitos de malversación de caudales públicos, falsificación y lavado de activos.
En el expediente judicial consta la declaración de los ejecutivos que explican el porqué de estas reuniones. Sin embargo, no hay constancia de la razón por la cual el sistema no se activó en esa época. Lo que sí dan cuenta estos interrogatorios, es que a Espinosa le “incomodó” el ser sometido a cuestionamientos por parte de los miembros de su banco, y lo que se indaga -ahora por el fiscal regional de Magallanes, Eugenio Campos, y un grupo del OS-7 de Carabineros- es si hubo una alerta: ese mismo mes que recibió la visita de los gerentes Magaly Leiva y Carlos Perales, el exdirector de la PDI suspendió el “mecanismo” a través del que mensualmente enviaba a su ayudante, el subcomisario Eduardo Villablanca, a realizar los depósitos en esa cuenta, en la de su esposa y otra que mantenía en el BancoEstado.
La gerenta zonal Magaly Leiva sostuvo ante el Ministerio Público que cuando el área de prevención de lavado de activos levantó la alerta, el protocolo indicaba que tanto ella como el jefe de la sucursal, en este caso Perales, debían contactarse con el cliente. Así lo hicieron, primero de forma telefónica y luego presencial.
“El cliente se manifestó un poco molesto con las consultas”, declaró ante la fiscalía la ejecutiva, por lo que a fin de recabar más antecedentes se agendó una reunión. “Tuvimos que ir a visitarlo en dependencias de la PDI, ya que era más práctico ir nosotros a que él fuera a nuestra oficina”, declaró el jefe de la oficina central de banca preferencial. “La visita fue porque nos habían señalado que había transacciones en efectivo en su cuenta corriente y la de su señora, y él en su oficina nos dijo que el dinero era proveniente de ingresos propios de la PDI, que trabajaba también como consejero en la Mutualidad de Carabineros y de viáticos que también le entregaban por viajes y que él los depositaba en su cuenta corriente o la de su señora”, recordó el gerente.
Sobre lo que pasó en esa cita que se conoce hoy, según los testigos, Espinosa no exhibió información que respaldara sus dichos y sólo les hizo llegar después una declaración de impuestos.
La voz de los analistas
El jefe del área de análisis de la gerencia de prevención de lavado de activos que tenía el Banco de Chile en 2017, Rodrigo Avendaño, profundizó ante los investigadores cuáles fueron los antecedentes que levantaron las alertas. “Las principales ‘red flags’ que detectamos son aquellas que obedecen a las explicaciones dadas por el cliente, por ejemplo, cuando indicó que estos depósitos tenían su origen por ser consejero de la Mutualidad de Carabineros, o por su sueldo por ser director de la PDI, pero nos llamó la atención que fuese realizado en efectivo. Lo esperable hubiese sido que esto se materializara directamente por una transferencia del empleador o, en su defecto, por un depósito por cheque librado por el empleador. Si bien el monto se condecía con el sueldo que podía percibir por su cargo, llamaba la atención que esto fuese materializado en efectivo y a través de un sujeto conductor, que identificó como su ayudante”, sostuvo.
En una línea, Héctor Echaiz Bornemann, gerente de Cumplimiento del Banco de Chile, quien en 2016 analizó las transacciones del entonces director de la PDI, explicó que “más que el monto de sus transacciones, era que los depósitos eran en efectivo, lo cual no cuadra para personas que son dependientes, desde el punto de vista del análisis, lo que puede llamar la atención es el monto que la persona está transaccionando y también las condiciones de estas, es decir, en el caso del señor Espinosa, lo que es disruptivo es que operara en efectivo”.
Sobre la actitud del exnúmero 1 de la policía civil, el ejecutivo recordó ante la fiscalía que era reacio a entregar información, lo que, a su juicio, “eventualmente es por sí misma una señal de alerta”. Luego de varios intentos, según estos testimonios, Espinosa dio una explicación del origen de estos ingresos. “Lo que nos llamó la atención fue lo que dijo respecto de los viáticos, ya que yo me metí a la página de relaciones exteriores y los viáticos son distintos según el país donde uno vaya, ya que es por costo de la vida de los países, y las cifras no daban, y fue una explicación que nos pareció extraña, y lo segundo que me extrañó, fue esta cosa de que los depósitos fueran en efectivo, ya que si él trabaja como director de la PDI, él recibe su sueldo directamente a la cuenta corriente, o por cheque, pero no por efectivo”, apuntó.