Fue un caso que conmocionó al país. ¿Cómo un niño puede desaparecer luego de que un familiar lo deje por unos minutos para ir a buscar unos animales? El miércoles 17 de febrero por la tarde fue la última vez que Jorge Escobar Escobar vio a su sobrino nieto Tomás Bravo Gutiérrez (tres años y siete meses) con vida. Según su relato, habían ido a buscar unas vacas al predio familiar, cuando un par de ellas escapó y en ese instante él dejó al pequeño durante un lapso de 15 minutos y al regresar ya no estaba.
La búsqueda fue frenética y el caso de Tomás copó la agenda matutina y policial hasta el 26 de febrero, día en que fue hallado sin vida a dos kilómetros de su casa, ubicada en el sector de Caripilún, en Lebu. Un mes y medio estuvo su cuerpo en manos del Servicio Médico Legal (SML) de Concepción en espera de pericias de diverso tipo para determinar la causa de muerte. Antes del resultado final del informe de autopsia, la fiscalía halló a un sospechoso e imputó al tío abuelo del niño, Jorge Escobar, por homicidio calificado. Pero esta acusación se cayó en el tribunal de garantía y en la propia Corte de Apelaciones de Concepción, que lo liberó cuestionando las pruebas que en ese entonces tenía la fiscalía.
Hoy, el resultado de las pericias forenses dan la razón a los abogados de la Defensoría Penal Pública que representaron a Escobar, que desde esa audiencia de formalización daban luces de una eventual muerte natural del menor de edad, y aunque la investigación continúa por parte de la fiscal regional del Biobío, Marcela Cartagena, lo cierto es que la principal conclusión del informe de autopsia del SML es que “no hubo intervención de terceros”.
La data de muerte
En 66 páginas los especialistas dan cuenta de exámenes biológicos, tanatológicos, químicos e histológicos desarrollados y que descartan una muerte violenta. “La causa de muerte es hipotermia en contexto de deshidratación e inanición. No hay signos de participación de tercera(s) persona (s), no hay signos atribuibles a la ocurrencia de hechos de violencia sexual y el intervalo post mortem se estima entre cinco a siete días, con una mayor tendencia a los cinco días de fallecido, esto es, el 21 de febrero de 2021″. Ahonda en ese punto diciendo que debe haber sido a eso de las 23 horas de ese domingo. “Si la pérdida del contacto del menor ocurrió el 17 de febrero, el intervalo post mortem se habría producido entre el 19 y el 21 del mismo mes”.
En la autopsia se describe que “no se observó lesiones compatibles con la lucha o defensa” y que las lesiones superficiales que presenta el cuerpo del niño en el plano posterior del cuerpo, en la parte superior e inferior están “asociadas a restos vegetales y de características similares entre ellas en cuanto a dimensión, forma y dirección”. En ese sentido y de acuerdo a la experiencia de los forenses, se plantea en el documento, “estas lesiones son explicables por la acción directa o indirecta de objetos de consistencia firme, de bordes irregulares y de dimensiones compatibles con la acción de ramas y caminar sobre una superficie irregular, de tierra, con piedras y restos vegetales”.
Otras conclusiones del documento es que no se hallaron signos “atribuibles a mecanismos de asfixia”, ni de inmersión, ni de intoxicación o envenenamiento, ni tampoco de un “trauma fatal”, es decir de una caída que haya provocado su muerte.
El cuerpo del niño será entregado a sus familiares el 23 de abril, para su velatorio y su despedida, que se prevé, en Concepción, será multitudinaria.