Los efectos secundarios de la pandemia en los menores: en Arica un 73% de los alumnos de 3° y 4° medio presentó sentimientos depresivos
La Fundación Acción Educar y la Dirección de Educación Pública aplicaron una medición a más de 5.000 alumnos de entre prekínder y 4° medio de la región, para conocer su estado socioemocional. La mayoría rechaza la educación a distancia, un tercio de los más pequeños ha mostrado comportamientos desadaptativos -como falta de apetito o problemas para dormir- y un alto porcentaje declara haber suspendido la actividad física.
El encierro y el cambio en las rutinas que ha obligado la emergencia sanitaria del coronavirus han tenido efectos diversos en la población. Pero en los estudiantes, que vieron trastocado su método de aprendizaje, su forma de relacionarse y todas sus actividades fuera de la casa, podría, incluso, ser mayor. Una encuesta realizada a más de cinco mil estudiantes por la fundación Acción Educar y la Dirección de Educación Pública de Chinchorro, en la Región de Arica y Parinacota, puso en cifra los efectos de la pandemia en el estado socioemocional de los estudiantes y encontró preocupantes resultados: un 73% de los estudiantes de tercero y cuarto medio reportó sintomatología depresiva.
El análisis se funda sobre encuestas aplicadas a 5.040 estudiantes y 6.213 apoderados durante el segundo semestre de 2020, elaboradas para conocer cómo han abordado y cómo les ha impactado la pandemia, así como su respuesta ante los cambios impuestos por la emergencia sanitaria. Así, se pudo concluir que la pandemia afectó negativamente tanto la vida de alumnos y apoderados, con distintas manifestaciones, dependiendo de la edad, entre los niños y adolescentes.
“Que un 73% de los alumnos hayan entregado respuestas que se pueden asociar a síntomas depresivos es algo que nos preocupa. El suicidio es una de las principales causas de muerte en este grupo etario, por lo que hay que ponerle especial atención a esta cifra”, advierte la psiquiatra Consuelo Aldunate, una de las encargadas del estudio.
Por ejemplo, los apoderados reportaron la aparición de conductas desadaptativas en los estudiantes más pequeños. Entre prekínder y 2° básico, un 36,2% manifestó cambios en el apetito (comer más o tener menos hambre); un 33,8% evidenció problemas para dormir o mucho sueño durante el día; el 31,3% padeció falta de ganas, incluso para hacer actividades que le gustan, y un 30,6% mostró mayor irritabilidad o mal genio. También algunos menores (18,5%) sufrieron algunos retrocesos, como chuparse el dedo o pasarse a la cama de los papás.
En cursos mayores, algunos de estos problemas se acrecentaron: un 40% de los estudiantes de quinto básico a cuarto medio indicó que muchas veces tenían problemas para dormir y un 18% que muchas veces comía mucha comida chatarra o, incluso, no comía nada.
“Que los niños no quieran hacer lo que sí les gusta preocupa. Existe un compromiso funcional, y si en dos semanas no quiso hacer lo que le gusta, esa debería ser una alerta sobre su estado anímico”, dice Aldunate. Bajo su perspectiva, factores como la falta de sociabilización con sus pares, condiciones de hacinamiento y una rutina inestable a causa de la cuarentena han sido fundamentales en el cambio de conducta de los estudiantes.
De hecho, el estudio también establece que la vida social durante la pandemia empeoró. Consultados por si habían conversado de cosas personales con sus compañeros, 29% de los alumnos de quinto a séptimo básico respondió que no, mientras que el 19% de los de 8° básico y segundo medio y el 17% de los estudiantes de tercero y cuarto medio.
“El despliegue de habilidades socioemocionales que se generan en las interacciones sociales y de aprendizaje trae consigo enormes beneficios en su desarrollo. La virtualidad y seguir confinados puede, además, evidenciar trastornos en sus rutinas de sueño, irritabilidad, miedo al desapego, frustración. Podemos observar ciertos comportamientos violentos, incapacidad de resolver conflictos, por las escasas herramientas en el desarrollo de habilidades socioemocionales y conductuales”, dice Paula Acevedo, experta de la Fundación Educacional Seminarium.
Desapruebo a las clases online
Por otra parte, una de las respuestas que destaca el estudio es el alto rechazo a las clases online. El 51% de los alumnos de quinto a séptimo básico, el 68% de los de octavo a segundo medio y el 73% de los de tercero y cuarto medio respondieron con un “no” a la pregunta sobre si les ha gustado recibir educación a distancia.
En esa línea, el 41% de los padres del grupo más pequeño, de prekínder a 2° básico, consideró que los estudios fue el aspecto más afectado por el periodo sin clases presenciales, seguido del comportamiento (39%) y la alimentación (5%).
En cuanto a lo complejo de entender las materias en una modalidad no presencial, un 24% de los estudiantes de octavo básico a cuarto medio respondió que muchas veces “no entienden lo que explica el profesor”, y un 43% señaló que “muchas veces” les cuesta concentrarse. Esas opciones se complementaron con respuestas abiertas, donde “me ha costado acostumbrarme a estudiar en el computador” o “me ha costado mucho lidiar con la frustración de no comprender a veces las clases online” fueron las más recurrentes.
Por otro lado, uno de los temores más habituales en los apoderados es lo poco que aprendió su hijo o hija estudiante en casa. En los de tercero y cuarto básico, un 24% marcó “mucho”, cuando se le preguntó cuánto fue el retraso en sus estudios, mientras que un 56% siente que “poco”, ante la misma pregunta.
El estudio pretende entregar herramientas que mejoren el aprendizaje en los estudiantes. Para ello, los profesores recibirán los resultados, para abordar a partir de este diagnóstico la educación a distancia. “La escuela es un factor protector en los estudiantes y apoderados, porque allí pueden vincularse con sus pares. Estar con los colegios cerrados es algo que va a marcarlos y por eso es tan importante avanzar hacia la reapertura”, concluye Pía Turner, encargada de proyectos de Acción Educar.
La medición -que fue enviada a todo Chile- se aplicó finalmente en todos los establecimientos públicos de Arica, permitiendo censar a más de 11 mil estudiantes y apoderados. “Aunque es solo de Arica, por el gran número de encuestados que tuvimos las conclusiones pueden ser miradas a nivel nacional, pues no estaba orientada a algo geográfico, sino a preguntas que tienen que ver con la situación socioemocional de los estudiantes”, explica Turner.
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