“Yo creo que, efectivamente, nos equivocamos”. Así, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, se refirió ayer al prolongado cierre de los establecimientos educacionales durante la pandemia.
Su afirmación causó revuelo y provocó respuestas desde varios sectores. Incluso, el exministro Raúl Figueroa aprovechó sus redes sociales para, irónicamente, escribir al respecto: “Recuerdo una acusación constitucional en septiembre de 2021 por querer abrirlos”.
Hasta aquí, el de Ávila ha sido el mea culpa más evidente de alguna autoridad educativa. En concreto, el secretario de Estado fue consultado por Radio Cooperativa si es que fue una “equivocación” mantener cerrados los colegios por tanto tiempo, habida cuenta de los severos problemas de violencia que se han conocido en distintos establecimientos. “Yo creo que sí, efectivamente”, dijo. Y agregó: “Latinoamérica, en particular Chile, tuvo 71 semanas sus colegios cerrados. La comparación con países de Asia, Europa, África, es que la mayoría estuvo entre 30 y 35 semanas. Yo creo que efectivamente nos equivocamos”.
En ese sentido, el titular de Educación argumentó que “la falta de socialización en dos años fue muy grave, afectó, por eso es que nosotros apostamos por la presencialidad, el Presidente (Gabriel Boric) lo ha dicho: las escuelas son las primeras en abrir y las últimas en cerrar. El tema fue cómo volvimos”.
En efecto, diversos expertos han culpado a la crisis sanitaria, los encierros y la no presencialidad escolar por los hechos de violencia y retrasos educativos que se han producido en los colegios de Chile. Ya durante los meses más estrictos de cuarentena se hablaba de aquello, cuando los sostenedores actuaron discrecionalmente a la hora de abrir -o no- sus aulas: algunos tardaron más y otros menos, con diversas razones esgrimidas.
Durante buena parte de la pandemia, de hecho, quienes se mostraron más duros fueron los municipios, precisamente quienes mostraron los peores y más lentos índices de apertura.
Y tras los dichos del secretario de Estado, algunas de esas comunas que no abrieron de inmediato toman el guante.
“Puedo entender que el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, haya dicho que los colegios cerrados eran un error, pero es necesario recalcar un matiz que dice relación con nuestro contexto”, se apresura en aclarar Javiera Reyes (PC), quien detalla que en su comuna se mantuvieron cerrados varios establecimientos educacionales hasta último minuto “debido a las serias condiciones de abandono en que nos fueron entregados”, con tres escuelas “muy críticas”.
En ese sentido, la edil agrega que recibieron escuelas y liceos con infraestructura deteriorada, filtraciones de cañerías, humedad y otros que fueron objetos de robo. “Cuando llegó la hora de abrir, decidimos no hacerlo en ciertos casos, dado que teníamos estos tres establecimientos bajo condiciones indignas”, argumenta. Hoy, Lo Espejo tiene todos sus colegios en marcha.
Mientras, desde Santiago, Rodrigo Roco, jefe de la Dirección de Educación Municipal, cree que efectivamente el país se demoró en abrir las escuelas, pero, asegura, “las cosas no son blanco o negro”. Y añade: “Faltó más diálogo y terreno. El exministro Figueroa instaló muy rápido un tono beligerante y más preocupado de señalar culpables que de aunar. Eso no ayudó en nada a generar las confianzas y credibilidades que se necesitaban para que la vuelta a clases presenciales fluyera en todo el país y municipios”.
En ese sentido, señala que su comuna regresó a la presencialidad “en el momento en que pudo hacerlo”, y que cuando asumieron, 19 de sus establecimientos no estaban en condiciones de apertura. Así, asegura que “el mea culpa no nos corresponde a nosotros, pues desde que llegamos empezamos a generar esfuerzos para recuperar la presencialidad”. Eso ocurrió entre octubre y diciembre, con actividades presenciales lectivas y programáticas.
La Reina fue uno de los municipios que más tiempo tardaron en abrir sus escuelas. Desde ahí señalan que “la pandemia resultó ser un fenómeno nuevo para nosotros, que afectó el funcionamiento normal de los colegios y que por razones sanitarias nos obligó a suspender las clases”, y que apenas el Minsal lanzó los protocolos se pusieron a trabajar en su implementación. “Estamos conscientes de que cada día de colegio cerrado genera repercusiones importantes en la convivencia y salud mental de nuestros estudiantes, por eso, apenas comenzó el retorno, hemos estado trabajando en medidas y acciones concretas. Antes no se podía imponer el retorno a clases sin el consenso con los padres y profesores”, afirmaron desde la alcaldía que encabeza José Miguel Palacios (UDI).
Asimismo, en Estación Central -que dirige Felipe Muñoz (ind)- exponen que “más allá de si hubo demasiada demora en abrir las escuelas a tiempo o no, el principal problema radica en los tiempos de cuarentena que hubo en el país; los encierros y el plan Paso a Paso, que no permitieron a los niños desarrollar habilidades sociales que llevó a situaciones de violencia, pero también tenemos situaciones de depresión, que no se ven”. El tema, agregan desde el municipio, tiene que ver con “modificaciones tardías” al Paso a Paso.
Desde Buin, en tanto, Miguel Araya (UDI) cree que “el retorno a clases no fue tardío, puesto que los alcaldes siempre garantizamos el derecho a la educación”. Así, dice que para eso en su comuna implementaron las clases online. “Cuando las condiciones lo permitieron -septiembre de 2021- abrimos nuestros colegios y realizamos un retorno gradual y paulatino a las salas de clases. Y este año, en marzo retornamos a la presencialidad en un 100%, garantizando todas las medidas sanitarias, lo cual no considero tardío, sino que se dio según la contingencia que se da por la pandemia”, agrega el edil, quien considera como “lamentables” los hechos de violencia que ha dejado el retorno a clases.
Otro ejemplo es el municipio de Temuco, donde señalan que ellos mantuvieron los establecimientos cerrados porque la autoridad sanitaria y diversos expertos y gremios señalaban que no era factible la apertura.
Incluso, los colegios dependientes de la Dirección de Educación Pública (DEP) fueron los que mostraron las cifras más bajas de apertura total al cierre de 2021. Consultada la DEP (ellos estaban a cargo, aún bajo el alero del gobierno de Sebastián Piñera) por las razones de esos cierres, derivaron la solicitud al Mineduc, donde en horas de la tarde tomó otra vez la palabra Ávila, sin entregar las razones de la no apertura de esos colegios.
“En un primer momento de la pandemia, la incertidumbre respecto a la forma en que se transmitía el virus, la falta de una vacuna y condiciones sanitarias justificaban la no presencialidad. Luego se comenzó a avanzar progresivamente en la vacunación de NNA, lo cual fue configurando un nuevo escenario en cuanto a protección frente al virus”, dice la autoridad. Sin embargo, agrega, “como se planteó en su minuto, era necesario generar desde el Estado condiciones y apoyo a las comunidades educativas para el retorno a la presencialidad, así como abrir canales de diálogo para conocer sus necesidades. Lamentablemente, eso no sucedió”. Y cierra: “No se respondió a las necesidades que en ese momento planteaban las comunidades, muchas de las cuales no contaban con las condiciones para recibir presencialmente a sus estudiantes. Hoy, como gobierno, estamos trabajando para enmendar esta situación”.
Pero durante la mañana el ministro Ávila no se quedó tan solo en esa suerte de mea culpa como país, puesto que consultado por la posición que tuvo el Colegio de Profesores durante la gestión de Raúl Figueroa en Educación, de mantener los establecimientos cerrados, el actual ministro expresó que “ahí, lo más probable, es que sucedió -suele suceder en el mundo de la política; me podría pasar a mí, por si acaso, yo espero que no-, es la falta de diálogo. Por eso he abierto las puertas del ministerio, me he reunido con todo el mundo y no tengo ningún problema de recibir a todos los gremios, pero con total claridad de que la política pública la fijamos nosotros”.
¿Y qué dicen desde el gremio? Parecen mantener la misma postura que manifestaron a lo largo de toda la pandemia. De hecho, Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores Metropolitano, es claro: “El que se equivoca es el ministro Ávila, porque yo le pregunto al revés: ¿Qué hubiera pasado en el país si no se hubiesen suspendido las clases? Habríamos tenido una situación sanitaria catastrófica, con más de cuatro millones de personas desplazándose por la ciudad en medio de la cuarentena”.
En ese sentido, insiste en que “no fue un error la suspensión de clases” y que estuvieron “muy bien las comunidades escolares cuando en su momento exigimos, nos opusimos y nos resistimos a la imposición de regresar a como diera lugar”.
Además, en cuanto al aumento de hechos de violencia en los establecimientos educacionales, el dirigente sindical advierte que “hay que analizarlo en su profundidad, de manera integral, y no suponer que tiene que ver con una situación puntual”.