Papa Francisco concluye histórica gira por Irak y expresa pesar por reducción de la comunidad cristiana
El Pontífice visitó ayer Qaraqoch, Mosul y Erbil. En la misa en esta última ciudad instó a “resistir la tentación de buscar venganza”.
Agitando banderas blancas y amarillas del Vaticano, bailando al son de la música y tomando fotos en medio de una gran alegría, unos diez mil iraquíes recibieron ayer en un estadio kurdo en Erbil al Papa Francisco, que ofició una misa en la que instó a “resistir la tentación de buscar venganza”.
Tras presidir un acto de oración por las víctimas de la guerra en Mosul y trasladarse en helicóptero hasta Qaraqosh, considerada la ciudad cristiana más grande de Irak, en la llanura de Nínive, el Papa llegó hasta la mencionada capital de la región autónoma kurda, última etapa del viaje antes de volver a Roma desde el aeropuerto de Bagdad. Francisco se desplazó en un jeep descubierto por primera vez desde que llegó a Irak.
“En mi tiempo entre ustedes, he escuchado voces de dolor y pérdida, pero también voces de esperanza y consuelo”, dijo. “Ahora se acerca el momento de mi regreso a Roma. Sin embargo, Irak siempre permanecerá conmigo, en mi corazón”, añadió.
En el estadio los asistentes usaban mascarillas y se sentaron con distanciamiento social. La visita del Papa encontró al país en un momento complejo de la pandemia: por un lado, el proceso de vacunación aún no se inicia y la segunda ola ha elevado los casos a alrededor de 5.000 nuevas infecciones por día.
Erbil ha sido un lugar de refugio para muchos cristianos que han huido de la violencia durante años. Fue aquí donde se apreció el despliegue de seguridad más fuerte del viaje, esto debido a que la ciudad fue atacada con misiles el 15 de febrero pasado y la autoría de la embestida aún se desconoce, aunque un grupo chiita se atribuyó el hecho.
Ayer en la noche, el Papa se entrevistó en esta ciudad con el padre de Aylan Kurdi, el niño sirio que se ahogó en el mar Egeo, convertido en símbolo trágico de la crisis de los refugiados en 2015. “El Papa se entrevistó largamente con Abdula Kurdi”, quien vive ahora en el Kurdistán iraquí, “y pudo escuchar el dolor de un padre que perdió a su familia”, indicó un comunicado del Vaticano.
La gira de tres días por el país fue considerada histórica: se trató de la primera vez que un Pontífice visita ese país, donde la minoría cristiana se encuentra cercana a la extinción. En tiempos del régimen de Saddam Hussein (1979-2003) había cerca de 1,5 millones de cristianos, lo que correspondía a cerca del 6% de los iraquíes. Pero en la actualidad quedan como mucho 400.000, el 1% de la población, calcula William Warda, de Hammurabi, una ONG local de defensa de las minorías, en conversación con France Presse.
“Es un viaje especial, también por las condiciones”, dijo Matteo Bruni, portavoz del Vaticano, quien describió la visita a Irak como “un gesto de amor por esta tierra y su gente”.
La visita al norte de Irak se produjo un día después de que el líder se reuniera con el principal clérigo chiita musulmán de Irak, el ayatola Alí Sistani, quien estuvo de acuerdo en que los cristianos iraquíes deberían poder vivir en “paz”.
El Papa también visitó Mosul, ciudad del norte del país que fue arrasada por el Estado Islámico. En junio de 2014, los insurgentes del grupo yihadista se tomaron la ciudad y fue desde allí donde proclamaron su llamado “califato”. En octubre de 2016 -y con apoyo aéreo de Estados Unidos y sus aliados-, las tropas iraquíes iniciaron una campaña militar para liberar la urbe, lo que se consiguió en julio de 2017.
Mosul se ubica en la provincia de Nínive (norte), que es la cuna de la comunidad cristiana de Irak, una de las más antiguas y una de las más diversas, en la que destacan los caldeos -católicos-, los armenios ortodoxos y protestantes.
“Ahora Roma ha venido aquí”, dijo al diario The New York Times Ghazwan Yousif Baho, un sacerdote local que invitó a Francisco a Mosul, mientras esperaba la llegada del Papa. “Traerá su bendición para difundir la paz y la hermandad. Es el comienzo de una nueva era”.
En esta ciudad, el Pontífice habló en una plaza pública rodeada de los restos de cuatro iglesias de diferentes denominaciones cristianas, todas muy dañadas o destruidas.
“La verdadera identidad de esta ciudad es la coexistencia armoniosa entre personas de diferentes orígenes y culturas”, dijo el Papa, y agregó que la reducción de la población cristiana en Mosul, una de las comunidades más antiguas de su tipo en el mundo, y en todo el mundo. Medio Oriente hizo “un daño incalculable no solo a las personas y comunidades afectadas, sino también a la sociedad que dejan atrás”.
El Papa también visitó la comunidad cristiana de Qaraqosh, en el norte de Irak. Allí pidió a los cristianos iraquíes que perdonaran las injusticias cometidas en su contra por extremistas islámicos. En esta ciudad de la que los cristianos también tuvieron que huir con la llegada del Estado Islámico, el Papa realizó el rezo del Angelus en la Catedral de la Inmaculada de Qaraqosh y, desde allí, invitó a los cristianos a reconstruir su comunidad y a volver a empezar sus vidas y demostrar que “el terrorismo nunca tiene la última palabra”.
El Pontífice escuchó los testimonios de aquellos que tuvieron que huir y pidió a los más de 150.000 fieles que tuvieron que abandonar la ciudad tener “la capacidad de perdón y al mismo tiempo la valentía para luchar”.
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