“Está tarde, es poco oportuna”. Así de tajante es Camila Rubio, la nueva máxima autoridad de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), cuando se refiere a la institución que pasó a comandar el pasado 10 de agosto luego de ganar el concurso por ADP que hasta ahí la tenía como jefa de gabinete -desde abril- de la misma institución.
A sus 36 años, la socioeconomista de la U. de Valparaíso y exadministradora municipal de Cerro Navia vivió su infancia entre Cerrillos y Maipú, donde estudió, entre otros, en el Complejo Maipú, siendo beneficiaria de la Junaeb. “Ese origen te hace ver la institución de una forma distinta”, dice.
¿Con qué se encontró?
Con una institución que, por un lado, viene en crisis y es cosa de verlo en los medios: está tarde, es poco oportuna. La TNE llegó tarde, los útiles escolares que debieron haber sido entregados en abril o mayo recién van a salir ahora. Los programas de salud están llegando tarde. Es una institución que viene tarde en el año escolar y después de dos años de pandemia, donde la dinámica cambia y se ha hecho bien complejo materializar ciertos programas, como por ejemplo los de alimentación. Cuando llegamos tarde el estudiante lo nota mucho, porque el objetivo de la Junaeb es acompañar el proceso educativo. Muchas veces los estudiantes son evaluados por su esfuerzo, pero si no generas un piso es bien complejo. Cuando llegamos tarde, evidentemente se siente la ausencia de Junaeb y es lo que creo más duele a los estudiantes.
¿Cómo se explica ese llegar tarde?
Es una mezcla. Evidentemente la pandemia generó ciertas complicaciones a nivel país. El programa de alimentación tiene una magnitud, no es llegar y exigirles más allá de los contratos a los proveedores. Llegamos todos los días a 12.000 establecimientos, entregamos cuatro millones de raciones diarias, entonces, había que generar un tiempo para volver a la dinámica normal. Había un tiempo que era necesario y que jugó una mala pasada. Por otro lado, hubo procesos de licitación que estaban tarde, licitaciones desiertas, algunos problemas administrativos que hacían un poco difícil la dinámica y el funcionamiento.
¿Cómo evalúa la gestión de Jaime Tohá, su antecesor?
No me gusta hablar mal de una gestión. La evaluación la puede hacer la ciudadanía. Lo importante es cómo vamos a enfrentar la Junaeb con las características que tenemos y, dentro de eso, la mirada diferente puede ser que dentro de todos los problemas que hubo, hubo un exceso de centralismo. Bueno o malo, pero con una mirada hacia eso. ¿Cuál es nuestra mirada? Fortalecer esa mirada más local, porque ahí es donde pasan y se resuelven las cosas. Cuando tenemos 12.000 establecimientos, tenemos 12.000 realidades súper distintas, no podemos pensar en soluciones homogéneas; tender a homogeneizar nuestros programas ha sido un error. Ahora, tampoco podemos tener 12.000 soluciones, porque sería inabordable.
¿Hay evaluaciones o algo que se quiera cambiar radicalmente?
Hay programas que tenemos que evaluar y para eso ya estamos haciendo algunos estudios, como por ejemplo el programa de útiles escolares, si es que es correcta la modalidad, no la entrega del beneficio. O los computadores de las becas TIC. Hoy un computador ya no es un premio, lo que hace es eliminar una brecha digital.
A propósito, ¿por qué se dejó de entregar casi 30 mil computadores a estudiantes particulares subvencionados que sí cumplían los requisitos?
Había dos programas -uno para cada tipo de educación- que se fusionaron. La Ley de Presupuesto, que es la que nos rige, dice que se entregaba primero a todo el universo de educación municipal y los computadores que quedaran se entregaban a la educación subvencionada. Este año hubo menos presupuesto. Además, el alza del dólar generó que se pudieran comprar menos. Se tuvieron que entregar los computadores a la educación municipal y lo que quedó, que fue menos, a la educación subvencionada. Le pedimos a la Dipres la posibilidad de comprar algunos adicionales. Por otro lado, estamos generando alianzas con algunos gobernadores. Y descubrimos que hay muchos computadores -casi 4.000- de años anteriores que no se entregaron. Tuvimos que pedir a Contraloría que nos permitiera entregarlos.
¿Cómo se resuelve la concentración de las concesiones?
Efectivamente, uno de los cuestionamientos ha sido la concentración de algunos sectores. Esto no tiene que ver con irnos contra una empresa o el modelo, sino que uno de los problemas con el programa de alimentación es que las adjudicaciones se hicieron solo en base al precio y generó que solo empresas grandes pudieran irse a precios bajos, las chicas no podrían resistir. Hoy nos encontramos con precios que nos tienen sumamente limitados para, por ejemplo, mejorar la calidad o hacer cambios. Cuando partimos este año, una de las críticas que había era un desayuno de huevo duro con leche. Es una mezcla que no está asociada a los gustos tradicionales de un estudiante, entonces decidimos incorporar pan, pero eso también limita mucho en cómo nos movemos con precios acotados. Cuando hay un tema de calidad y no solo de precio las empresas más pequeñas pueden competir.
¿Cómo ha afectado la crisis mundial en alimentos o tecnología?
Afectó harto. Si bien los precios que pagamos a las empresas se actualizan considerando inflación, el alza de los alimentos es más. Además, la escasez de algunos productos nos ha obligado a buscar alternativas.
¿Eso rebota en la calidad de lo que llega a los estudiantes?
Nuestro objetivo no es cambiar la calidad de una mermelada por una más mala, es buscar una variación de productos. La calidad es la que no puede estar en juego.
Una de las grandes demandas de los secundarios es la alimentación que da Junaeb, ¿hay alguna consideración especial de su parte?
Creo que es fundamental. Hace poco hicimos un acto con las manipuladoras de alimentos y una de las cosas que se señalaban era que alimentar también es educar. No podemos olvidar el origen. Ahora, ¿cómo lo resolvemos? Porque hay un problema, el diagnóstico está bien claro. Muchos preguntan por la supervisión del contrato, pero es solo una arista. Para resolver el problema tenemos que hacer una política de alimentación con acciones integradas: el reconocimiento a las trabajadoras que dan o no el sabor; las materias primas; la supervisión, algo que tenemos que mirar con bastante seriedad, dado que hay muy pocos supervisores, 160 para 12.000 establecimientos. Y lo otro tiene que ver con la propia industria: necesitamos asegurar la sostenibilidad del programa, que las empresas respondan de buena forma, pero les debemos desde el año pasado. Si no nos ponemos al día, exigir ciertas cosas es bien complejo.
¿Les encuentra razón a los estudiantes en esta materia? ¿Por qué se llegó a una situación así?
Uno de los factores fueron los cambios este año en las minutas de alimentación. Por ejemplo, el huevo duro con leche. El problema no era la calidad, era la mezcla. Ese no es un problema con la empresa, con la industria ni con el origen. Se generaron cambios en la minuta que no tienen aceptabilidad. Se generó un cambio muy drástico, como la disminución de la sal y el azúcar. Hubo cambios que no eran familiares, sin considerar la realidad de las propias cocinas ni los aspectos culturales. Todos asociamos el desayuno con pan o algo un poquito más contundente, o una mezcla un poquito más amigable.
Pero no todo es aceptabilidad. No se puede desconocer que sí hay situaciones.
Sí, hay situaciones que se han generado, por ejemplo, en que se ha cuestionado la calidad y las hemos levantado. Cada vez han sido menos, una va viendo que está disminuyendo. Hoy día el reclamo está asociado a la cantidad, que se considera poca. Estamos viendo cómo la aumentamos, porque lo tenemos que asociar al mapa nutricional de Junaeb, donde se ha reflejado que la pandemia generó mayores índices de malnutrición. La calidad también la tenemos que ver y la aceptabilidad es clave para ir avanzando y disminuyendo problemas.
¿Eso ya se ha ido corrigiendo? ¿Camila Rubio se comería un huevo duro con un vaso de leche?
Hoy ya no hay huevo duro con leche. Cuando una se pone en la situación de ellos, es un pancito calientito. El problema es que cuando solicitamos esto a las empresas, la industria del pan no estaba capacitada para dar respuesta. Hemos tenido que ir aumentando de forma paulatina, y si no, dar alternativas que puedan ser más atractivas. Vamos a hacer un estudio de satisfacción para conocer cuáles son los costos por edades, por territorio o zona, para ir mejorando la aceptabilidad.
Debido a lo clave que resulta Junaeb para la relación gobierno-secundarios, ¿tiene usted instrucciones especiales?
El trabajo que hemos hecho en coordinación con el ministerio justamente apunta a esto. Primero enfrentamos esta situación tardía. Estamos colocándonos al día y el próximo año no podemos llegar tarde, esa es la misión. Y, por otro lado, el programa de alimentación, que es uno de los focos, es cómo lo mejoramos. El ministro nos monitorea permanentemente. Hay una preocupación especial de lo que se está haciendo acá y también informamos permanentemente. A veces los cambios no son tan visibles, pero hemos hecho bastante esfuerzo que al menos ha ido disminuyendo ciertos reclamos. El próximo año tenemos una nueva licitación para un tercio del país y ahí estamos tomando medidas que apuntan a mejorar la calidad de la alimentación.
¿Se pudo fiscalizar más para evitar llegar a esta situación?
Cuando tienes pocos supervisores es difícil, hay que ser realistas. Muchas veces se cuestiona que el Estado crezca, pero para mejorar necesitaríamos más supervisores.
Con todo lo conversado, ¿es deficiente la alimentación que se entrega?
Todo depende del lugar geográfico donde se mire, porque los comportamientos de las empresas son distintos. Son 12.000 realidades distintas y hay colegios bastante tranquilos con la alimentación. Hay otros que saltan un poco más por temas solamente de aceptabilidad, otros por cantidad. Si uno mira las bases de licitación no deberíamos tener este problema. Los problemas se dan en ciertos lugares y momentos, no podría decir que hay una deficiencia en general.
Aterrizaje en Junaeb
¿Cómo pasa de administradora municipal de Cerro Navia a jefa de gabinete de Junaeb?
Me invita parte del equipo ministerial y el mismo alcalde me propone como opción, aunque él no quería que me fuera.
¿Llegó pensando en asumir la cabeza de la Junaeb?
No de forma inmediata. Visualizaba un espacio más de paso, pero cuando empecé a trabajar encontré muy bonita la institución y sentí que había muchas cosas que hacer. Y no es lo mismo ser parte de una transición a quien toma ciertas decisiones.
¿Es cercana o militante a algún partido político?
No, soy independiente.
¿Y qué le genera trabajar en este gobierno?
Las motivaciones que existen detrás, el proyecto país que se genera. Esta institución es parte del corazón de ese proyecto país, de lo que visualiza el mismo Mineduc y los desafíos en torno a la educación pública.