Olaf Scholz, el abogado tecnócrata y pragmático que sucederá a Merkel en Alemania

Con un gobierno de coalición “semáforo”, con los verdes a su izquierda y los liberales a su derecha, el socialdemócrata ganador de las elecciones de septiembre asume hoy como nuevo canciller de la potencia europea.


Aburrido, parco, robótico: todos los perfiles del nuevo canciller alemán coinciden en la falta de carisma de Olaf Scholz. Luego de ganar un cuarto de los escaños con el Partido Socialdemócrata (SPD), el abogado de 63 años pudo mostrar una sobria sonrisa en las celebraciones tras las elecciones de septiembre, para volver a su característica seriedad cuando llegó la hora de negociar el gobierno.

Después del retiro de Angela Merkel, que después de 16 años como canciller no participó en las últimas elecciones, Scholz dio la sorpresa: una victoria acotada contra el partido rival, 25,3% a 24%, pero justa para dejar a la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) fuera del gobierno.

En tiempos inciertos, los alemanes prefirieron el pragmatismo por sobre el carisma. En general, Scholz no suele expresarse mucho o mostrar emoción, e incluso en momentos de gran alegría, el nuevo canciller muestra “la restricción de un camarero británico”, según indicó la cadena Deutsche Welle. La revista Der Spiegel, por su parte, lo llegó a llamar “la encarnación del aburrimiento”.

Olaf Scholz nació en la ciudad de Osnabrück, en la Baja Sajonia, y creció en lo que era la Alemania Occidental, siendo este un detalle que lo separa de su predecesora. Estudió Leyes y se especializó en legislación laboral, mientras en paralelo militaba en el Partido Socialdemócrata, al que ingresó a los 17 años. En ese entonces, se mostró más cercano a la izquierda, ocupando el puesto de vicepresidente de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas.

Su entrada a las papeletas fue más tardía: a los 40 años fue elegido como diputado en el Bundestag, ocupando el puesto hasta 2001, cuando asumió como senador de Interior en la ciudad-Estado de Hamburgo.

Durante muchos años, se le conoció como “Scholzmat”, el autómata. En su puesto como secretario general del partido, se vio en repetidas ocasiones defendiendo las reformas al mercado laboral, en un estilo lleno de fórmulas tecnócratas que le valieron el ápodo. Más tarde, comentando esa época, diría: “Yo era el vendedor del mensaje. Tenía que mostrar cierta condición de implacable”.

Trabajando como abogado en derecho laboral en su empresa en Hamburgo, Scholz se interiorizó en el mundo de los negocios y el emprendimiento, siendo esta experiencia clave en su transformación política. Hoy, se le ubica en el ala más conservadora dentro del partido.

En 2011 fue electo alcalde de Hamburgo, y en ese rol representó a la ciudad y a Alemania en el ámbito internacional. Su cargo más reciente fue de Ministro de Finanzas, en 2018, bajo el cuarto mandato de Angela Merkel. En ese entonces, el gobierno se formó entre los dos partidos centristas y rivales: el Social Demócrata y la Unión Demócrata Cristiana.

Aparte de la reciente popularidad que lo llevó a la cancillería, nunca había sido muy popular dentro de su partido. En 2019 fue candidato a la presidencia del SPD, pero fue derrotado por el ala más izquierdista de la colectividad.

A principios de año no muchos apostarían por su reciente éxito: en ese entonces, el SPD aparecía con un 15% en las encuestas, lo que lo dejaba con poco margen para llegar al gobierno. Y, sin embargo, el partido terminó apostando por su figura, dominando los posters propagandísticos y ubicándose al centro en los mítines. Como candidato a la cancillería, la campaña básicamente se planteó alrededor de Scholz.

Por lo demás, logró algo que parecía imposible: sacar al partido de sus peores porcentajes de respaldo en años, y hacerlo ganar la elección. En la otra vereda, el partido de Merkel no supo imponerse, y con la figura de Armin Laschet como candidato terminó obteniendo uno de los peores resultados de su historia.

El día después de las elecciones, las negociaciones entre partidos comenzaron de inmediato para poder definir un gobierno, y desde ya se intuía que el partido Verde y los liberales -conocidos por su color amarillo- podrían respaldarlo. Así fue finalmente, y la semana pasada se confirmó como un hecho que la siguiente legislatura contaría con un gobierno de coalición “semáforo”. Pacto que fue ratificado ayer por los líderes de los partidos reunidos en el centro de exposiciones berlinés Futurium.

En política exterior, Scholz muestra rasgos de continuidad. Ya ha dicho que, bajo su gestión, Alemania trabajaría en miras a una Europa fuerte y soberana, “que hable con una voz, porque si no, no podríamos jugar un rol” en el panorama internacional. La cooperación con Estados Unidos y la OTAN es uno de sus fundamentos en ese ámbito.

Como Ministro de Finanzas, el abogado enfrentó la pandemia apostando por la ayuda gubernamental. Alemania aplicó un programa que costó 130.000 millones de euros, impulsado por Scholz bajo la idea de que era la “bazuca” necesaria para enfrentar la crisis.

“Nadie debe tener miedo al respecto, hemos manejado crisis como estas ya. Lo hicimos entre el 2008 y el 2009, y nos vamos a arreglar para hacerlo de nuevo”, afirmó Scholz durante la campaña presidencial, señalando que Alemania sabría crecer y superar la deuda que asumía.

Hoy, cuando los hospitales del país están llenos de enfermos por el Covid-19, y la cantidad de casos activos supera al 1% de la población, Scholz reafirmó su “simpatía” hacia la idea de volver a las vacunaciones obligatorias. La medida debería ser aprobada prontamente por el Bundestag, de tal modo que a inicios de febrero ya esté en vigencia.

Dos meses después de las elecciones, ya anunciado como futuro canciller, Scholz dio una muestra de su parquedad. Adoptando un tono serio, y sin siquiera celebrar el acuerdo de coalición, el abogado comenzó a leer una lista de medidas para enfrentar la pandemia. Acompañado por sus compañeros de coalición y bajo la lluvia berlinesa, subrayó con su sobriedad la gravedad de la crisis sanitaria.

Según Scholz, su esposa Ernst Britta, ministra de Educación del estado federado de Brandeburgo, es responsable de que ahora haga deporte con regularidad: “En la época del colegio odiaba el deporte, ahora salgo a correr siempre que puedo”. Sin embargo, eso lo dijo antes de su elección como canciller.

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