Pedro Sánchez consigue instalar a socialista en presidencia del Congreso español y allana su camino a la investidura
El trato entre los socialistas y los partidos catalanes para colocar a Francina Armengol en el cargo deja un claro antecedente para cuando tengan que formar gobierno. Vox y el Partido Popular, en tanto, se pelean entre sí.
Este jueves tuvo lugar la Constitución de las Cortes en España, donde se votó la Mesa Directiva de la Cámara y el Senado del país, casi un mes después de las elecciones generales del 23 de julio. Luego de un mes entero con los partidos negociando entre sí y poniendo sus condiciones para las votaciones, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) pudo poner a su militante, Francina Armengol, a la cabeza del Congreso español.
Esta primera votación da indicios de lo que puede ir sucediendo durante las próximas semanas, cuando del Congreso ya electo surja el Ejecutivo que debería liderar España. Con los votos de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que en un momento se mostraron poco dispuestos a serles útiles al PSOE, Armengol ganó la votación de este jueves.
Las elecciones de julio dejaron en posiciones frágiles a los dos grandes partidos españoles, el PSOE por la centroizquierda y el Partido Popular (PP) por la centroderecha. Mientras el primero quedó “dependiente” de los partidos vascos y catalanes (Junts, Esquerra Republicana, EH Bildu, entre otros), además de su aliado preferencial Sumar, el segundo quedó “aislado” luego de pasar toda la campaña apostando a formar gobierno con el ultraderechista Vox, fracasando el 23-J en el objetivo de obtener los escaños necesarios para aquello.
Con 178 de los 350 votos, la socialista Francina Armengol fue elegida en primera votación como presidenta del Congreso español. Estos votos los obtuvo sumando las bancadas del PSOE, Sumar, PNV, ERC, Bildu, BNG y Junts, siendo los votos de este último partido los cruciales.
En la siguiente votación se escogió al también socialista Alfonso Rodríguez como vicepresidente primero de la Cámara, mientras que bajo la propuesta de Sumar, Gerardo Pisarello fue elegido como secretario primero de la mesa.
“España siempre avanza cuando se reconoce en su pluralidad y diversidad”, fueron las primeras palabras de la presidenta del Congreso, luego de anunciar que permitiría el uso de las lenguas cooficiales de España en la Cámara. El tema con las lenguas cooficiales -el catalán, el gallego y el euskera- fue precisamente la condición que puso Junts para votar a Armengol.
En el cuadro de la misma negociación, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, mandó al Consejo de la Unión Europea una carta, para que incorporen al catalán, al gallego y al euskera en el “régimen lingüístico” del bloque.
Luego de las elecciones de julio, Junts per Catalunya quedó en una posición “ideal” para negociar con el PSOE: sus siete votos son considerados como “la llave” del gobierno, ya que el resto de los partidos (Sumar, Bildu, PNV, entre otros) se sumaron rápidamente a los socialistas para formar un bloque “anti PP-Vox”.
Para la “votación de investidura”, que debe tener lugar en los próximos días, Junts tiene los votos necesarios para aprobar la entrada de Pedro Sánchez como presidente de gobierno, pero también para abstenerse y forzar al “bloqueo” en la votación. De producirse ese bloqueo, podría darse la situación de que el Congreso se disuelva y se tengan que repetir las elecciones, esta vez en diciembre.
Laura Borràs, la presidenta de Junts per Catalunya, insistió en las condiciones que podrían inclinar a su partido a votar para investir a Pedro Sánchez. En Twitter, Borràs señaló: “Si no existe una negociación seria en los términos que hemos explicado siempre: la amnistía para 4.200 personas y la autodeterminación, no habrá investidura”. Y recordó lo sucedido en 2019, de paso: “Ya hemos votado dos veces ‘no’ a Pedro Sánchez como presidente”.
En tanto, en el bloque de derecha las cosas van de mal en peor, luego de que se dividieran en dos para la votación a presidente del Congreso: el candidato del PP consiguiendo 139 votos, y el de Vox, 33. Esta primera crisis entre los populares y los ultras se dio luego de que Alberto Núñez Feijóo, el presidente del PP, no incluyera en sus listas para la mesa directiva a ningún legislador de Vox: esto, con la intención de recuperar algún voto de los partidos más centristas.
Siendo esta “la antesala” de la votación por la investidura, el líder de Vox, Santiago Abascal, dejó “en veremos” su apoyo a la candidatura de Núñez Feijóo. El popular lleva todo el mes asegurando que, dado que su partido fue el más votado, debería ser él quien lidere el gobierno español, pero la ausencia de pactos con partidos a su lado izquierdo se lo están impidiendo.
Luego de las votaciones, el líder de Vox señaló que el PP había “actuado con evidente falta de generosidad” al impedirle entrar en la mesa, y señaló necesitar “explicaciones y respuestas” por parte del partido de centroderecha.
Según el diario El País, el desencuentro con Vox dejó a Feijóo “sin argumentos” para pedir su investidura al rey. Felipe VI recibirá este viernes a la nueva presidenta del Congreso y podría hacer la semana próxima la ronda de consultas con los grupos políticos.
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