“¿Qué nos mantiene unidos como sociedad?”. Esa fue la pregunta que se hicieron en La Vulca, consultora especialista en análisis de comportamiento de la sociedad y que con apoyo de la Facultad de Matemáticas de la UC desde su Departamento de Estadísticas traspasaron a ciudadanos chilenos en los días previos al plebiscito de salida del proceso constituyente.
El estudio fue realizado en agosto de 2022 a 1.024 personas que según los encuestadores representan “de buena forma la realidad nacional” y que incluye a hombres y mujeres mayores de 18 años, pertenecientes a los grupos socioeconómicos ABC1, C2, C3 y DE, de Santiago y regiones, con una cobertura de 196 comunas a nivel nacional.
Así, se le pidió a los consultados que se definiera entre dos posiciones: ¿Se puede confiar en la mayoría de las personas o hay que tener cuidado de ellas? Un 81% eligió la segunda respuesta y en la misma dinámica, el 75% cree que “la mayoría de la gente trata de aprovecharse de uno”, frente a una minoría que cree que “la mayoría de la gente actúa correctamente con uno”. Desde La Vulca analizan que hoy existe “una altísima desconfianza hacia las personas en general”.
“Esto es un fenómeno que se da en Chile desde antes del 2000. Tiene que ver con la forma en que Chile ha establecido el modelo de relación, hay una sensación de que las cosas no pasan, que las penas no llegan. Esas sensaciones se empiezan a instalar desde cosas muy pequeñas del día a día”, dice Carlos Livacic, doctor en sociología, quien agrega que esto se da porque “hay una sensación de que está hecha la ley, pero no su cumplimiento”.
Esto lo ejemplifica con casos como que en Chile quien devuelve un dinero que no es suyo es tildado de “ingenuo” o que una bicicleta no se puede dejar en la calle. También con el proceso de la Convención: “La constituyente entró con una aprobación maravillosa, pero mire cómo terminaron en la evaluación; terminaron haciendo las mismas cosas que decían que venían a cambiar”.
La Vulca, además, preguntó a las personas qué autoridades generan mayor confianza. Ahí, lideran los alcaldes con un 34% (confianza media y alta, en una escala de 4 puntos), el Presidente llega a un 29%, el gobierno a un 25% y el Congreso al 17%. Aquí, destacan los autores del estudio, sorprenden los altos grados de respuesta “ninguna confianza”, con un 48% para el Parlamento y un 45% para el Presidente.
En este sentido, el sociólogo Livacic piensa que esta desconfianza en la política en general ocurre “porque hay hechos concretos que demuestran que se transformaron en una casta, que determinan la agenda, que hay un montón de cosas por cambiar y ellos no querían”.
A la política joven también la culpa: “El ministro Jackson reclamaba eso de la antigua política y fue el primero en inaugurar la silla musical. Llegan a la política y terminan sumergidos”. Por eso, dice, “la desconfianza es la suma de todos los elementos previos”.
Otro apartado del estudio apuntó a la confianza en el sistema. “¿Cuánto confiamos en que, si trabajamos duro y tenemos iniciativa, podremos consolidar nuestra situación socioeconómica? ¿Funciona el sistema?”, fueron las preguntas hechas.
Ahí, el 53% de las personas creen que “la mayoría de la gente adinerada lo es porque su familia le heredó el dinero o porque cuenta con influencia y contactos”, mientras que ante la pregunta de cuántos están de acuerdo con que “la mayoría de la gente adinerada lo es porque tuvieron iniciativa o trabajaron duro”, solo un 35% está de acuerdo con esa afirmación. Asimismo, a los encuestados se les preguntó qué tan probable consideran que una persona pobre salga de la pobreza y solo el 22% respondió que es probable o muy probable.
En ese orden de cosas, el tercer ámbito de preguntas apuntaba a la mejor sociedad a la que puede apuntar Chile y entre dos alternativas, el 66% opina que es “la que permite progresar a cada individuo, aunque genere desigualdad”, mientras que un 34% piensa que es “la más igualitaria, aunque frene a los más capaces”.
Dentro de estas preguntas, un 61% opina que “los criminales no deben tener los mismos derechos que las personas honestas”, mientras que el otro 39% cree que “los derechos de las personas se deben respetar en toda circunstancia”.
Finalmente, en cuanto a la valoración del Estado y la democracia, 63% declara que “a la gente que dirige el país no le importa lo que les pase a personas como uno”, un 51% cree que “la mayor parte de las personas con poder solo tratan de aprovecharse de personas como yo” y un 52% piensa que “las autoridades no harían nada si hubiera un problema grave en mi barrio o vecindario”.
“En estos tiempos de cambios, hay bajísimos niveles de confianza general, una visión de la sociedad que tiende a privilegiar al individuo por sobre el colectivo y un vínculo debilitado y lejano con el Estado y la autoridad. Esto nos hablan de una sociedad que, además de las crisis sanitaria y económica, enfrenta una falta de cohesión”, analizan desde La Vulca. La cohesión social, cierran, “es fundamental para generar y sostener crecimiento económico en un clima de paz social y valores compartidos. Pero si estamos en tiempos de cambio, también es cierto que las diferencias generacionales nos señalan un futuro donde es posible una visión más unitaria de nuestra sociedad, más solidaria e igualitaria”.