“Los viejos dioses nunca mueren”. Esa máxima titula una de las biografías más reconocidas de The Rolling Stones, la que escribió el periodista estadounidense Stephen Davis en 2005, y que representa el sino que ha seguido la trayectoria de The Rolling Stones desde siempre: divinidades que desde hace casi 60 años parecen eternizarse inmunes al paso de los años, a la partida de algunos integrantes o a los giros en la propia escena musical, avanzando sin que la contingencia los desplome.

Pero lo de ahora es distinto. Los Stones parecen haber sorteado todo -muertes, batallas internas, separaciones temporales, discos pésimos-, pero nunca una noticia trágica que cayera en el otoño de sus vidas. Cuando cada vez queda menos tiempo. Cuando las opciones de remontar son cada vez más limitadas.

La muerte del histórico baterista Charlie Watts se produce cuando todos sus integrantes -Mick Jagger, Keith Richards y Ronnie Wood- se acercan a las ocho décadas de vida, después de más de un año sin poder girar como consecuencia del coronavirus.

Por lo demás, durante casi medio siglo la agrupación se había habituado a cierta tranquilidad, a funcionar como una empresa artística donde lo que vale es la marca, situándola incluso por sobre cualquier conflicto privado. En parte esa manera de operar les ha permitido convertirse en el grupo más longevo de la música popular, cetro compartido con contemporáneos como Los Jaivas.

Por eso ahora vale la pregunta al partir una de sus piezas históricas: ¿seguirá tocando el conjunto?

“Súper complejo tema especular si los Rolling Stones van a seguir o no”, advierte el conductor e ingeniero de sonido Hernán Rojas.

Luego profundiza: “Es totalmente incierto. Pero si podemos mirar la historia, cuando muere el gran Brian Jones lo reemplazan por Mick Taylor y después por Ronnie Wood. Me remonto a lo que pasó con Led Zeppelin y la muerte del baterista John Bonham: el golpe fue tan grande que la banda se acaba. Nunca más es Led Zeppelin una banda continua en la historia del rock and roll. Pero si lo veo desde un aspecto más bien del negocio, sobre todo con la mirada de Mick Jagger, podría seguir la banda con un nuevo baterista, sobre todo porque tienen esta gira programada. Ahora, desde el lado emocional, va a depender de qué es lo que prevalezca. Keith Richards siempre ha sido también un continuador, alguien que no imagina su vida fuera de los escenarios. Hay que ver qué dice. Yo me atrevería a pensar que la banda podría seguir, aunque no sé si con la misma intensidad”.

Hay un par de certezas en lo que apunta Rojas. Efectivamente hay agrupaciones que no continuaron tras el deceso de alguno de sus miembros -aunque principalmente se trató de sus cantantes, como The Doors, Joy Division o Motörhead-, mientras otras pudieron recomponerse desde la desgracia.

Fue de hecho el mismo caso de los hombres de Paint it black con la muerte de su legendario fundador, guitarrista y cerebro durante sus años de gloria en los 60, Brian Jones. Hacia fines de ese decenio, el músico se había sumergido en un espiral autodestructivo que incluyó arrestos, drogas, deterioro físico y un cortocircuito bajo alta tensión con Mick Jagger y Keith Richards, por diferencias tanto creativas como comerciales.

En ese estado, participó de modo marginal en el álbum Let it bleed (1969), lo que hizo que sus compañeros decidieran despedirlo. No se hicieron demasiado problema. Así lo describió Richards en el libro Los viejos dioses nunca mueren: “Mick y yo teníamos que ir a la casa de Brian y prácticamente decirle: ‘oye viejo, estás despedido’. Porque no había manera posible de ir de gira con él. Él hecho de que él se lo estaba esperando lo hizo todo más fácil. No se sorprendió”.

Para que incluso todo fuera más relajado, Jagger le ofreció a Jones un comunicado “a su gusto” explicando su salida y un pago de 20 mil libras al año mientras duraran los Stones. No sucedió: casi un mes después, el guitarrista fue encontrado muerto en su piscina.

Sólo Charlie Watts y el bajista Bill Wyman asistieron al funeral, mientras que dos días después de la muerte el grupo convirtió su show en Hyde Park en un masivo homenaje póstumo a uno de sus impulsores. Tras ello, siguieron en los 70 con una de sus fases más brillantes, consolidando su estatura artística como creadores y creciendo como animales de estadio y conciertos multitudinarios.

Eso sí, Alfredo Lewin, conductor de radio Sonar, advierte que lo sucedido muchas décadas después con Watts es diferente: “Cuando murió Jones ni siquiera hicieron un amago de parar como banda, porque finalmente él ya estaba fuera de los Stones. Se puede entender en ese tiempo porque eran muy jóvenes y la urgencia los llevó a convertirse en este tipo de bandas que superan todas las tragedias. Pero la muerte de Charlie Watts es irremontable. No me imagino, independiente que el año pasado hayan lanzado un buen single con harta onda y lo anterior haya sido un disco de blues de 2016, por dónde podrían hacer un nuevo disco sin Charlie Watts. Menos alargar esto con una gira europea hasta 2022, por ejemplo. Creo que no es pertinente ni corresponde”.

Los ingleses tienen programada una gira por Estados Unidos que parte el 26 de septiembre en Saint Louis. A principios de agosto, anunciaron que no estaría Watts debido a asuntos de salud, apareciendo en su reemplazo Steve Jordan, frecuente colaborador de Keith Richards. De hecho, ya habían empezado los ensayos.

Pero ahora todo ingresa en una nebulosa. La agrupación publicó un comunicado lamentando la partida de su percusionista, pero aún sin entregar novedades sobre su inminente periplo. “Una vez terminado este tour norteamericano, sería el momento de que los Stones bajaran oficialmente la cortina”, expresa Lewin.

Rojas agrega: “Ma da vuelta la pregunta de cuál irá a ser el ceremonial, con qué lo van a despedir. ¿Con un concierto como el de Hyde Park cuando murió Brian Jones? ¿O algo distinto?”.

Tabaré Couto, periodista y fan y coleccionista de los Stones avecindado en Chile, también cree que todo hoy transita por el peligroso limbo de la incertidumbre: “Es una gran incógnita qué pasará con los Stones de aquí en más. Sobre todo porque no sabemos si el fallecimiento de Charlie los tomó por sorpresa -como a todos nosotros- o si era algo que tal vez preveían como cercano y más posible de lo que nosotros creemos. Es evidente que ahora tienen compromisos comerciales que deben cumplir y que serán shows extraños y a la vez muy emotivos. Diez o veinte años atrás, yo hubiera apostado porque continuarían tocando (lo hicieron sin Brian Jones y sobre todo con un golpe muy duro interno como fue la muerte de Ian Stewart -el sexto Stone). Pero hoy, a su edad, me imagino que más allá del negocio, el estado de ánimo de Mick, Keith y Ron debe estar muy, pero muy golpeado. Y no deja de ser una imagen brutal la que colgó en su instagram: la batería de Charlie vacía y un cartel que dice “Cerrado”. El tiempo nos dirá si es una imagen simbólica de despedida a su compañero por casi 60 años, o una señal de cara al futuro”.

Otra muerte que afectó a los ingleses fue efectivamente la del tecladista Ian Stewart, aunque miembro no oficial del conjunto -apartado por razones publicitarias-, pero siempre se le consideró el sexto Stone. Participó de casi toda la discografía hasta las caóticas sesiones de Dirty Work (1986), falleciendo de un ataque al corazón en 1985.

En otro capítulo menos fúnebre, otro histórico, el bajista Bill Wyman, dejó la banda en 1993, pero fue rápidamente reemplazado por Darryl Jones, quien ocupa ese puesto hasta hoy.

¿Qué pasará esta vez con los Rolling Stones ante el trance más duro de su adultez? Aún no hay respuestas posibles. La banda que por décadas pareció ser sinónimo de inmortalidad hoy choca de frente con el desenlace menos deseado.