Una bala en Huechuraba y otra en Maipú terminaron con las vidas de Tamara e Itan, de cinco y seis años. Separados por casi 25 kilómetros y con muy pocos minutos de diferencia, los disparos alcanzaron a dos niños que se aprestaban a volver al colegio. Pero se encontraron, fortuitamente, con hechos delictivos. Y pasaron de simples transeúntes a víctimas, en una fracción de segundos. Mientras, sus familiares coincidieron ayer, por varias horas, en el Servicio Médico Legal.
Cerca de las 22.00 del pasado domingo, Tamara (5) y su madre fueron víctimas de una encerrona, casi en la intersección de Pedro Fontova con El Carmen, en Huechuraba. Un grupo hasta ahora no identificado de delincuentes detuvo el trayecto del BMW en el que viajaban, para robarlo.
Según testigos consultados por La Tercera, la madre fue encañonada y ésta, entre lágrimas, entregó el vehículo sin oponer resistencia, suplicando que la dejaran sacar a su hija del interior. Pero eso no ocurrió.
La balacera en Maipú
Una hora después, al otro extremo de la capital, se desencadenaría un hecho similar. Según describe el parte policial, a las 23.00 personal de Carabineros se percató de que en Maipú unos seis sujetos estaban robando un vehículo. Y comenzó así una persecución que incluyó disparos entre los delincuentes y efectivos policiales.
En el vehículo viajaban Itan, su madre y sus hermanos, de regreso de la casa de su abuela. Pero se cruzaron con una balacera. “Íbamos a dejar a mi cuñada con mi sobrino, por Segunda Transversal, y nos topamos con estos dos autos. Me llamó la atención que un auto botaba humo, y en eso, cuando me adelantan, un tercer auto comienza a disparar”, dice Scarlett Ahumada Hemmelmann (33), madre del pequeño alcanzado por el proyectil.
Y agrega que, “de pronto, vi a mi hijo cubierto en sangre. Mi hijo mayor activó el freno de mano para decirme que mi guagua estaba baleada. Estaba lleno de sangre. No recuerdo bien cómo, pero paré y un vehículo me socorrió. Esa persona me llevó hasta el hospital y después llegaron mis hijos en mi auto, que condujo otra persona”.
El robo que no ocurrió
No hay claridad, hasta ahora, de lo que llevó a que se percutara el disparo que alcanzó a Tamara en el pecho, mientras su madre intentaba liberarla de la silla de seguridad para entregar el vehículo, ante el apremio de los delincuentes. Los vecinos escucharon un disparo y vieron huir a los desconocidos en varios vehículos.
La madre de la pequeña abordó nuevamente su auto y lo condujo hasta su casa, ubicada a menos de un kilometro, tocando la bocina para pedir ayuda. Uno de sus vecinos salió y la trasladó hasta el Sapu Los Libertadores, en busca de primeros auxilios. Allí, los profesionales que la atendieron se percataron de que la herida en el tórax era de gravedad y resolvieron trasladarla al Hospital Roberto del Río. A las 23.35, según el registro, el recinto tomó conocimiento de que esa urgencia iba en camino.
Pese a las labores de reanimación, la menor falleció. “Venía en una condición irreversible”, explican desde el recinto de salud.
“Da impotencia ver cómo unos desalmados pueden cometer algo así con tal impunidad. Con mis hijas hicimos una cadena de oración por Tamara. Toda la comunidad está consternada con esta situación. Los robos y portonazos es algo que va en aumento en este barrio y nadie hace nada por evitarlo”, se queja Claudio Garay (53), vecino del condominio y una de las personas que ayudaron a la madre de la menor.
El origen del tiro
El menor baleado en Maipú, que el lunes comenzaba el primero básico, llegó fallecido al Hospital El Carmen. “Ahora queremos saber qué bala fue, para establecer la verdad de lo que ocurrió”, dice su madre.
Lo anterior se enmarca en las diligencias que se están desarrollando para establecer el origen del disparo, que ocurrió en medio del enfrentamiento que protagonizaron carabineros con el grupo de delincuentes. Hasta al cierre de esta edición, no se había determinado.
“Fue un día triste para nuestro país. Necesitamos avanzar en una ley de armas que esté a la altura de la realidad que estamos viviendo. Ese proyecto está en el Congreso con suma urgencia, necesitamos que la policías tenga facultades reales para poder fiscalizar a quienes tengan armas, que exista un control real. No nos podemos permitir como sociedad que esto vuelva a ocurrir”, señaló la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell.