De romper el récord de Chupete a vender mascarillas: la reinvención de Barrera
Astroboy, el delantero que marcó 50 goles en una temporada en tercera división y hasta el año pasado perteneció a Cobreloa, se encuentra sin club dedicándose a su marca deportiva, su sustento en días de pandemia.
Parece que fue ayer cuando Nicolás Barrera (25) rompía redes en el fútbol amateur. Hasta de a siete tantos marcaba defendiendo a Deportes Unión Compañías, de La Serena, lo que le sirvió para ayudar al equipo a ascender a Tercera A, y de paso darle una paliza al récord de 39 dianas que dejó Humberto Suazo con San Luis de Quillota. Astroboy, como lo apodaron por un peinado, marcó 50 y dio el salto a Primera B, a Cobreloa, donde no todo fluyó como lo esperado.
Tras el récord de 2018 fichó con los Zorros del Desierto por un año. Un semestre lo pasó en Calama y el otro a préstamo en Colchagua. Al finalizar 2019 terminaba su vínculo con los nortinos y quedaba libre para buscar club, pero a falta de una buena opción y la irrupción de la pandemia, quedó cesante. Hoy, la venta de mascarillas es su sustento en tiempos difíciles.
“Junto con un amigo (Manuel Paiva) que también está sin club, empezamos a masificar un proyecto de una marca deportiva (Guerrieri), que él había creado. En eso estoy trabajando y paso el día. Fue una idea que llevó a cabo mi amigo, y como nos juntamos y conocemos el rubro del deporte y lo que necesita el jugador, creamos una marca de ropa deportiva. Vendemos todo lo que necesita el futbolista, como primeras capas, buzos, polerones deportivos, indumentaria, y otras cosas. Con lo que está pasando ahora estamos haciendo mascarillas, nos adaptamos y nos está yendo súper bien. Estamos con harta pega, nos reivindicamos”, cuenta el puentealtino.
Más que negocio, el delantero confiesa que la iniciativa fue ayudar a combatir el virus, lo que pronto derivó en que la marca girara en torno a su nuevo producto estrella. “Lo de las mascarillas comenzó al inicio de la cuarentena. Las primeras mascarillas tenían mensajes de fuerza para las personas de calle. A varias personas les regalamos, gente que necesitaba las mascarillas. Luego vimos que se podían hacer diseños y nos lanzamos, pero todo partió por una buena causa. Nosotros fuimos jugadores de tercera, a veces no teníamos sueldo, entonces uno trata de aportar en algo”, dice.
“Tenemos varias máquinas para hacer mascarillas. Sublimamos, le damos diseño que la gente pide y ahí las creamos y las mandamos a confección”, relata sobre sus productos, los que dice que están en el marco de la ley: “Uno cuando hace mascarillas tiene que tener toda su certificación y la prueba de fuego y de aerosol. Tienen que ser telas específicas, no olvidemos que son creadas para el cuidado de las personas. Además de la prevención se usa como accesorio, la gente las combina con la ropa; pero la labor de nosotros es cuidar de las personas, con telas específicas para eso”. Las ventas se concretan por internet y él mismo con su amigo reparte a domicilio en Santiago. También hacen envíos a regiones. “Tenemos salvoconductos de primera necesidad”, cuenta.
Al pasar la pandemia, confía en que podrá retomar su pasión, aunque no se desespera. También analiza de buena manera su paso por Cobreloa. “A mí me llevaron los dirigentes al club, y es difícil cuando llegas así porque el técnico (Víctor Rivero) no te ubica mucho y no sabe de ti. Eso me perjudicó, él llevaba sus jugadores y es obvio”, relata.
Eso sí, también tiene su autocrítica al respecto. “Cuando salí goleador con Unión Compañías varios representantes se me acercaron. Me llamaban clubes como San Felipe, Temuco, Rangers, y yo quedaba sorprendido porque estaba en tercera división no más. Luego llegó el llamado de Cobreloa y es difícil decirle que no. Ahí debí irme a un club que me diera la posibilidad de jugar, eso quería. Me fui a Cobreloa por lo que era el club, pero no jugué mucho. También estuve cerca de firmar en Magallanes. El profe de ese club me dijo que yo necesitaba jugar, no irme a un club grande donde no me iba a tocar jugar. Y creo que no tomé el consejo correcto”, lamenta.
Charla de goleadores
Nicolás Barrera ha pasado por Cobreloa, Colchagua, Fernández Vial y otros clubes del amateurismo, pero un partido que jamás olvidará fue cuando jugó parchando a un club que ni conocía, invitado por un amigo. Fue en un torneo de verano, jugando por aquel club, que se enfrentó a quien superó en goles en tercera división, Chupete Suazo.
“Fue un torneo en Melipilla. Me invitaron a jugar y apareció él como rival, creo que por San Antonio. Fue una buena experiencia. Me dijo: ‘¿Tú eres Nicolás Barrera?’. Conversamos un rato y se sorprendió por los 50 goles. Lo que más me marcó fue que me dijo que si me criticaban por jugar entre gente mala, la mejor manera de respetar al rival es haciéndole goles y anotando. Eso me dejó más que claro que mi récord no fue por el nivel de los rivales, es mérito de uno”, recuerda.
Hoy el delantero deja atrás sus mejores días como goleador histórico de tercera división y su intrascendente paso por Cobreloa para enfocarse en su tienda. La fe está intacta y el hambre de gol también. Volviendo el fútbol buscará una nueva oportunidad. “Si Dios me abre las puertas de jugar a la pelota es porque algo puedo aportar. Si no se da, todo pasa por algo”, sentencia.
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