Claudio Bravo no defenderá a la Selección en el reinicio de las Eliminatorias, que comprende los duelos frente a Argentina y Bolivia. No será considerado por el cuerpo técnico de Ricardo Gareca. La decisión parece lógica, considerando que el histórico capitán del combinado nacional no actúa desde la Copa América. Estuvo en el campo de juego el 21 de junio, en el partido frente a Perú. Días antes, había sido figura ante la Albiceleste, en una actuación que le valió el reconocimiento, entre otros, de Lionel Messi y Emiliano Martínez. El Dibu se deshizo en elogios.
Aunque la prueba de vigencia parecía inobjetable, para Bravo no fue más que la confirmación de un deseo: el de ponerle término a su brillante trayectoria en un nivel cercano al que mostró en sus mejores momentos, en los que también se midió con los exponentes más destacados del mundo, en sus pasos por España e Inglaterra. Con 41 años, una vida familiar consolidada y la estabilidad financiera suficiente para enfrentar la siguiente etapa de la vida con tranquilidad, hace rato que viene dándole vueltas a la idea del retiro.
Ofertas y decisión
La determinación, que parecía ya encaminada, tambaleó, precisamente, después de la presentación ante el equipo de Lionel Scaloni. A punta de atajadas, capturó el interés de dos mercados emergentes, que afirman su naciente prestigio en el reclutamiento de grandes figuras: la MLS y la liga de Arabia Saudita. Desde ambos lo llamaron para manifestarle interés. A Bravo le alcanzó a seducir la posibilidad de partir a Estados Unidos. A su círculo, de hecho, le confidenció que le entusiasmaba la propuesta de Los Ángeles Galaxy, la más cercana que tuvo. El país norteamericano ha sido siempre uno de los destinos apetecidos por el golero y su grupo familiar. Teóricamente, una muy buena estación después del tercer ciclo en España, donde terminó su incursión en el primer mundo futbolístico, con la camiseta del Betis.
Inesperadamente, esos pasos se ralentizaron, al punto de detenerse completamente. Por estos días, de hecho, la vida del guardameta gira más en torno a sus compromisos familiares y a alguna actividad comercial. De hecho, se transformó en rostro de una cadena de malls y ha participado en campañas en ese sentido, que también ha exhibido en sus redes sociales. También ha estado más cerca de sus negocios.
En su última entrevista pública, no fue tajante respecto de su continuidad en el fútbol. “Espero tomar buenas decisiones de ahora en adelante, ya sea seguir compitiendo, parar, hacer cosas ligadas o fuera del fútbol. Creo que lo que más pido es tener tiempo para estar tranquilo, disfrutar y lo que requiere para hacer las cosas bien”, afirmó en una entrevista con el programa Anatomía del Fútbol, del INAF. “Con el correr del tiempo y la carrera que ha tenido, uno va absorbiendo cosas y visualizando lo que viene adelante. He estado en clubes y de competir con grandes futbolistas. Lo mismo con los técnicos, he tenido la fortuna de tener buenos entrenadores que te van aconsejando, que no lo dejes pasar, que tienes que hacerlo porque tienes condiciones. Eso te despierta el apetito de serlo”, añadió, respecto de la posibilidad de dirigir. La propuesta de sumarse al staff de Josep Guardiola siempre ha estado latente.
La familia es clave
Si el eventual paso por Estados Unidos cautivaba al golero por un aspecto familiar, relacionado con la formación de sus hijos, lo que siempre ha considerado como un factor prioritario en sus determinaciones profesionales, el paso por Chile, mucho más extenso que el que solía realizar en época de vacaciones en su apogeo futbolístico también le ha producido un efecto en ese sentido: lo reconectó con sus raíces. Entre Buin y Viluco reside buena parte de sus afectos. Y en la comunidad, su figura es mucho más familiar que para quienes lo consideran, con justicia, como uno de los principales ídolos que ha producido el fútbol chileno.
En ese sentido, ha dado algunos pasos clave que apuntan a la opción concreta de quedarse en Chile. Hace algunos días, por ejemplo, volvió a tener número de teléfono celular nacional, lo mismo que los integrantes de su familia. La señal es elocuente respecto, al menos, de su futuro más próximo.
El resto todavía es más incierto. Amigo de la tranquilidad, Bravo tiene una propiedad en Puerto Varas en la que más de alguna vez se ha planteado la opción de radicarse. Sin embargo, la lejanía del control de sus inversiones y, sobre todo, de su círculo más íntimo, le ha frenado en ese sentido. En la región Metropolitana ha incursionado en el rubro inmobiliario y tiene un complejo deportivo en el que, además, suele participar en clínicas con futuros porteros. En la Copa América, de hecho, actuó con guantes de la marca propia que ha desarrollado.