A Gustavo Poyet le queda poco crédito en San Carlos de Apoquindo. La derrota de Universidad Católica ante Universidad de Chile, en el clásico universitario disputado el domingo, en Rancagua, profundizó el mal momento por el que atraviesa el tricampeón del fútbol chileno, tanto a nivel deportivo como de convivencia interna.

Los cruzados registran apenas un triunfo en 10 partidos. Un pobre rendimiento que los tiene sin el liderato del Torneo Nacional, eliminados de la Copa Libertadores y también de la Copa Chile. Una tendencia que les preocupa a todos en la precordillera, especialmente, al directorio de Cruzados y al plantel profesional.

Si bien el uruguayo cumplió con la mayoría de los objetivos que se le fijaron, ya que ganó la Supercopa y clasificó a los octavos de final de la Libertadores, la irregularidad futbolística ha sido la tónica de toda su estadía. Y ya pasaron más de cinco meses desde que se anunció su llegada. Puede que por resultados la salida del uruguayo aún parezca apresurada, ya que la UC está a solo tres puntos de la cima. No obstante, el gran problema para el entrenador es que en el directorio del conjunto de la franja no están contentos con su manejo de camarín. Y peor aún, ni en el propio vestuario están felices con él.

Su estilo ya no convenció a parte importante del plantel, grupo con el que se ha generado una distancia inquietante. Su forma de entrenar tampoco cuajó completamente en los jugadores. La cara más visible de la ofuscación ha sido Fernando Zampedri, a quien se le ha captado descontento con el juego del equipo. Sin embargo, no es el único de los experimentados consagrados que ha hecho ver su molestia.

Uno de los principales referentes del equipo, durante el clásico con Colo Colo, disputado hace dos semanas, expresó su desacuerdo con Gustavo Poyet en el mismo camarín, frente a todos sus compañeros, ante una peculiar instrucción del oriental.

Cuando el charrúa les dijo que quería mucha pierna fuerte, porque, según él, así se jugaban los clásicos, el futbolista en cuestión se negó rotundamente. Le replicó al DT que aquello no era correcto; que esa no era la forma de jugar que los había llevado a ser tricampeones del fútbol chileno; y que si llevaban tres años sin perder un clásico era porque la UC jugaba al fútbol, es decir, porque hacían justamente todo lo contrario a salir a pegarle al rival.

Este es solo uno de los desencuentros que el extécnico del Betis ha tenido con algunos de los líderes del plantel. Más allá de lo deportivo y del pésimo registro en los últimos 10 partidos, lo que más inquieta en San Carlos de Apoquindo es el manejo del entrenador. Una o dos derrotas se pueden superar, pero no una fractura en la relación cuerpo técnico-plantel. Eso puede costarle el tetracampeonato a la UC.

De ahí que Poyet tirara al choque a los jugadores tras caer en el clásico. El uruguayo incluso dejó entrever que su intención era hacer una poda en el camarín. “Hay un grupo de jugadores que está entendiendo lo que hay que hacer (…) Yo tengo mi reto y veo un grupo de jugadores que llegan a un nivel que me está convenciendo y los debemos ayudar con otro grupo de jugadores”, sostuvo, con cierto tono de amenaza.

Por lo mismo, la continuidad de Poyet no está asegurada. Hasta hace un mes, el panorama era completamente opuesto. Tras la clasificación a octavos de final de la Libertadores, el uruguayo gozaba de credibilidad en la institución. Sin embargo, los últimos resultados y acontecimientos le hicieron perder mucho crédito.

Ya ni siquiera tienen tanto peso a nivel directivo las atenuantes que hace algunas semanas corrían a su favor, como, por ejemplo, el hecho de no haber realizado una pretemporada, o la escasez de refuerzos ofensivos.

Las sucesivas lesiones son otro asunto que tiene de cabeza a todos en la precordillera. El preparador físico griego de Poyet, Panagiotis Voulgaris, de 35 años, no está bien evaluado a raíz de los constantes desgarros del plantel. Si bien en la tienda de la franja reconocen que hay un tema de desgaste que se arrastra desde el exigente año pasado, también piensan que hay responsabilidad de la gestión actual.

El comportamiento de Poyet también le ha jugado en contra. El técnico ha perdido la compostura tanto en la banca como en las conferencias de prensa. Hoy se le ve descontrolado, pese a que cuando dirigió su primer partido se declaró sorprendido por lo mucho que se reclamaba en Chile. De hecho, en la derrota ante Deportes Antofagasta fue expulsado. Una situación que su hijo y ayudante, Diego, vivió en varias ocasiones durante el primer semestre, hasta que se calmó.

Por eso, la continuidad del uruguayo es un asunto que ya comienza a debatirse en Cruzados. Tiene contrato hasta diciembre de este año, por lo que, de cesarlo ahora, el tricampeón tendría que pagarle cinco meses de sueldo. En la UC no sobra el dinero y no gusta la idea de desembolsar casi $ 250 millones en una indemnización. Sin embargo, la distancia entre Poyet y buena parte del camarín es una señal de máxima preocupación. Saben que no actuar a tiempo podría salirle mucho más caro a Universidad Católica.