El encierro de la profesora que es capitana, emblema y presidenta de Audax Italiano

Valeria Lucca
Valeria Lucca en la oficina de su hogar, desde donde dirige sus clases online.

Pegada al PC, Valeria Lucca sigue con su trabajo de docente de educación física en un colegio de Las Condes. Sus entrenamientos con su equipo de fútbol complementan sus días frente a la webcam.



Café caliente y pan con palta y quesillo es el desayuno preferido para arrancar la rutina. Vestimenta deportiva y al computador, uno que soporta más de ocho horas diarias encendido con reuniones online. Valeria Lucca (36) las hace todas. Además de ser jugadora, capitana y hasta presidenta del club deportivo Audax Italiano femenino, es profesora de educación física. Y trabaja día a día en la adaptación de las clases a los hogares durante la pandemia.

Los entrenamientos a sus estudiantes en el colegio San Nicolás de Myra, de Las Condes, y sus prácticas con Audax Italiano en el Bicentenario de La Florida son los hábitos normales de la defensa, pero estos días se reducen a unos pocos metros cuadrados y una webcam en frente.

“Ha sido complicado. En las otras asignaturas, pueden estar sentados hablando, con una pizarra y es más fácil, entre comillas, porque es complicado hacer clases a distancia. Pero nosotros tenemos que movernos y el objetivo de la asignatura en esta contingencia es que los niños se muevan y se distraigan, porque están todo el día en el computador. También hago talleres de fútbol, y además tengo los entrenamientos online de Audax. Al menos puedo cumplir con la cuarentena y no salgo”, cuenta.

Las clases se inician a las 9.00 de la mañana y finalizan a las 16.30. No todo es ejercicio, eso sí. “Les hago juegos. Les pongo imágenes de animales y tienen que imitarlos y se van moviendo. Se distraen de todo lo que está pasando, que es complicado. Le hago clases a pre-kínder, y en los talleres son de todas las edades, hasta sexto básico”, dice.

Cuatro bloques de clases más reuniones componen sus labores educacionales diarias. Una rutina agotadora considerando también su vida de futbolista: “Prácticamente paso todo el día ante la cámara del computador, pero tampoco estoy sentada, sino moviéndome y se pasa más rápido”.

Al momento de opinar sobre la posibilidad del regreso a las aulas, no se complica. La tiene clara: “Es súper complicado poner una fecha en la situación que estamos. Se puede proyectar quizás, pero si dijeran que vuelven las clases en un mes. Yo creo que ningún papá mandaría a sus hijos al colegio. Los colegios tienen realidades distintas. Hay que no tienen clases online y trabajan con guías que les van a dejar o tienen que ir a buscar al colegio. Pero todos los colegios se las han arreglado dentro de su realidad para que los niños sigan aprendiendo. Es difícil, pero creo que ya la mayoría ha agarrado un ritmo. Poner fecha de regreso es complicado. Muchos papás dan por terminado el año, que ya no se vuelve físicamente”, argumenta.

Fuera de las clases digitales, mantiene su enfoque en el fútbol. Martes, miércoles, jueves y sábado son las reuniones por Zoom con el equipo, desde las 19.00 a 20.00 horas o más. “Nos hace bien vernos, nos une como equipo. Es una distracción a la rutina también”, cree.

La presidenta

No solo es jugadora y capitana, también está a la cabeza del club femenino que se desvinculó del masculino en 2016. Junto a Valesca Silva, su compañera, tomaron las riendas de un equipo que quedó a la deriva. Hoy avanzan, aunque el camino por recorrer es más que largo.

“Nosotras no recibimos sueldo ni ayudas, ninguna jugadora. Cuando cerraron la gama femenina en 2016, yo y otra jugadora la volvimos a abrir y nos hicimos cargo de todo. Hicimos un club deportivo y un contrato con Audax para que nos prestara el nombre y así participar en la ANFP. Pero todo lo gestionábamos nosotros. Ahora, año a año, hemos ido logrando que el club nos integre y vaya apoyando de a poco. Antes arrendábamos la cancha (Bicentenario de La Florida). Ahora ya no, la prestan. Este año nos dieron ropa, un monto en plata con el que pudimos ayudar a profesores, ese tipo de ayuda. Cada año es más, hasta que lleguen a hacerse cargo del cien por ciento”, explica.

A diferencia de otras jugadoras, las preocupaciones de Valeria escapan de correr, barrerse, cabecear y más. Sumado a su trabajo como docente, debe cargar con tareas administrativas del club. “Con la Valesca hacemos todo, la inscripción de jugadoras, buscar los auspiciadores, ver el tema de los viajes, los profesores, todo. Hasta el año pasado incluso trabajábamos cobrando mensualidad, a las sub 15, 17 y adulta. Con eso le pagábamos a los profes, la cancha... la diferencia de los viajes, porque la ANFP subvenciona eso, colaciones, etcétera. Pero este año conseguimos un par de auspiciadores y sacamos la mensualidad de la categoría adulta, el primer equipo”, relata.

Con su trayectoria, donde también destaca un cargo de ayudante técnica en la Roja femenina, es voz autorizada sobre la fecha proyectada por la ANFP para el regreso de la competencia de mujeres, en octubre. “Es fácil caer en decir que es injusto. El fútbol femenino es una realidad totalmente distinta al masculino y es imposible que nos traten de igual forma. Nosotras trabajamos y jugamos. Si los clubes nos tuvieran con contrato como corresponde, ahí sí creo que la ANFP nos podría tratar igual. Pero en el fondo si tuviéramos que volver como los hombres, para nosotros es imposible. Por lo que he leído del protocolo para que los hombres vuelvan, tienen que llegar e irse en su auto. Nosotros no podemos hacer eso. De 20 jugadoras, tres deben tener auto. Tendríamos que ir a entrenar en micro, y yo no expondría a ninguna jugadora en un mes más andar tomando micro. Los hombres tienen que entrenar cuatro en cancha, algo así, pero trabajan de eso y los pueden citar a cualquier hora. Con nosotras, imposible. Todas trabajan, estudian o van al colegio”. Así ejemplifica Lucca, que en cierta medida acepta la planificación.

“Me da lata que de tener dos campeonatos vamos a pasar a jugar una rueda, pero tenía miedo a que no jugáramos nada. Es un gran paso que nos hayan tomado en cuenta. Quizás antes lo hubiesen cancelado todo y chao nomás. Si volviéramos en julio, el único equipo que podría jugar sería Colo Colo y el Chago, porque las jugadoras están contratadas y pueden dedicarse a eso”, agrega.

Mientras espera el regreso a la cancha, sigue aplicando sus conocimientos también como entrenadora en los talleres de fútbol de su colegio. Esta faceta la desarrolló en las inferiores y el equipo adulto de la Roja femenina. “Estuve en el cuerpo técnico de la selección. De jugadora nunca porque soy muy pata dura. Estuve con la sub 20, en el Sudamericano de 2018. Y con la adulta en el proceso post Copa América y preparación al Mundial, en algunas fechas FIFA. Era asistente técnica”, cuenta.

Todo iba bien, pero para la cita planetaria con sede en Francia la reemplazaron. “No sé por qué me cambiaron. Llamaron al profe Andrés Aguayo y me sacaron. Fue raro, pero aproveché la oportunidad y disfruté mucho. Lo único fome fue no ir al Mundial, pero también lo entiendo. Decidieron llevar a una persona más capacitada, con más experiencia”, explica. Tampoco sabe desde dónde vino la orden, pero al menos contra José Letelier no carga la molestia: “Él es un poco serio y bien para adentro, pero nunca tuve problemas con él, siempre fue un siete. Si necesito algo, tiene súper buena disposición”.

Dada vuelta esa página, la defensa y emblema del equipo femenino de Audax sigue con su vida de encierro frente a la cámara. Clases y entrenamientos son su realidad. Antes de dormir, series como Friends o El Show de los 70 la distraen de la cotidianidad. Aunque no sin antes cenar arroz con pollo, su plato preferido para cerrar un trabajado día.

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