Con 193 centímetros de estatura, poco más de 80 kilos de peso, 23 años y apenas 93 minutos disputados con la Roja, Francisco Andrés Sierralta Carvallo, el nuevo capataz de la selección chilena, fue una de las grandes apuestas de Reinaldo Rueda para el duelo frente a Uruguay en el estadio Centenario, por la primera fecha de las Eliminatorias.

Al espigado central del Watford de la segunda categoría de Inglaterra poco le importó el escenario en el que hacía su debut por los puntos con el Equipo de Todos. Menos que al frente estuviera Luis Suárez, uno de los mejores delanteros del mundo y a quien mantuvo controlado durante toda la noche.

El formado en la UC, equipo al que llegó a los ocho años, no se achicó y, aunque de un defectuoso despeje suyo salió el segundo gol charrúa, Chile y Rueda celebran la ganancia de un central confiable de cara al proceso. En la suma, Sierralta aprobó con honores.

Ante la Celeste, el zaguero intentó 39 pases, siendo 31 de ellos correctos, anotando un 79% de efectividad. Hizo tres de las 20 faltas que cometió la Selección y recuperó una pelota. Además, fue amonestado y desde esa amarilla a los 75′ Suárez lo fue a buscar en todo momento. Sierralta no se dejó ni inmutar ni amedrentar.

Pero, más allá de las estadísticas, al espigado defensor se le vio, sobre todo, sereno. Ayudó por alto, estuvo rápido en los cruces, se las ingenió para mantener a raya al hoy delantero del Atlético de Madrid y su debut oficial era, derechamente, perfecto. Eso hasta el minuto 90+3′, cuando un último despeje suyo le quedó a Maxi Gómez, quien fusiló a Gabriel Arias. Tal debe haber sido la incomodidad de Suárez con Sierralta durante todo el partido que le gritó el gol en la cara.

Nacido en la cantera de Universidad Católica, tal como otros centrales de la Roja (Maripán, Roco, Medel, Kuscevic), fue adquirido a temprana edad por el Granada, equipo que decidió luego de negociar con su agente Fernando Felicevich, primero mantenerlo en la precordillera y luego mandarlo a préstamo a Palestino, donde logró regularidad.

Fue así como, aprovechando que los dueños del Granada son los mismos que el Udinese, este último equipo terminó con su pase. Sin embargo, sería en sus préstamos entre el Parma y el Empoli donde Pancho, como le dicen algunos de sus cercanos, sumaría más minutos. Este 2020 el mismo Udinese lo transfirió al Watford, del ascenso inglés, donde solo ha sido suplente en los partidos ligueros, pero suma dos titularidades y 180 minutos por la Copa de la Liga.

En medio de esos traspasos, el central diestro que también puede jugar como lateral, en junio de 2018 vio su debut por el combinado adulto. Rei lo había nominado para la gira europea en que se enfrentaría con equipo B a Rumania, Serbia y Polonia y lo hizo ingresar en el minuto 87 del amistoso ante este último combinado, en reemplazo de Paulo Díaz.

Tuvo que transcurrir casi un año para que volviese a jugar por Chile: fue en octubre de 2019 frente a Guinea, en Alicante. Esa vez hizo dupla de centrales con Maripán. Y anoche, un año más tarde, recién se puso por tercera vez la Roja.

Antes de eso ya había vestido, con regularidad, los colores nacionales en las selecciones menores: en 2015 hizo dupla de centrales junto a Sebastián Vegas, su compañero el jueves en el Centenario, en el Torneo L’Alcudia, donde fue elegido el mejor jugador del campeonato, mientras que en 2017 fue el capitán, al igual que en esa época lo era en todas las menores de Católica, del Chile que jugó el Sudamericano Sub 20 que dirigió Héctor Robles.

De un día para otro, Francisco Sierralta, el cruzado que jugó poco en la precordillera y que tiene como referentes a Gary Medel, David Luiz, Gonzalo Jara y Germán Lanaro, tuvo que asumir un desafío ante las numerosas bajas en la zaga de la Roja. Y, tal como la personalidad que tiene y que describen quienes lo conocen, sus días desde que fue nominado fueron tranquilos, quitados de bulla, con bajo perfil e intentando alejarse de las cámaras.

“Nos quedamos con un gusto muy amargo, pero muy confiados que este es el camino, el martes tenemos la revancha”, escribió apenas en su Instagram este viernes.

Y aunque hoy destaca en el fútbol, su vida bien pudo estar ligada a otro deporte: el salto largo, disciplina a la que llegó porque se lo pidieron en el Sagrados Corazones de Manquehue, el colegio particular donde estudió, dado que faltaba un competidor para los interescolares nacionales organizados por el Club Atlético Santiago. Como la UC no lo dejaba representar al colegio en el fútbol para prevenir lesiones, Francisco no dudó en pasarse al atletismo y al final tres veces fue campeón nacional escolar. Sus cercanos, eso sí, dicen que su prioridad siempre fue la pelota.

Misma prioridad que hoy lo tiene como el gran descubrimiento de Rueda y como el nuevo capataz de la Roja tras la derrota con Uruguay.