Falta de ambición, mala pretemporada y venta de jugadores claves: los pecados que tienen a la UC mirando de reojo la zona de descenso
Los errores cometidos en la conformación del plantel, más la deficiente preparación del equipo a principios de año, tienen al tetracampeón como uno de los peores equipos del Torneo Nacional, a solo ocho puntos de los colistas. El panorama amenaza con ser mucho peor, porque los cruzados muestran un bajísimo nivel, perdieron piezas fundamentales y, para colmo, no volverán a ser locales en San Carlos de Apoquindo.
Lograr el penta era el gran objetivo de Universidad Católica para 2022. Sin embargo, este año ha sido un desastre para el tetracampeón. A falta de nueve partidos, los cruzados no tienen ninguna opción de ganar el título, tampoco están clasificando a un torneo internacional y, lo que es peor, están a solo ocho puntos de la zona de descenso. Un peligro real, que está ahí, al acecho, sobre todo, por el paupérrimo nivel del equipo.
Son varias las razones que explican la grave crisis del equipo de la franja, pero la principal es la pésima conformación del plantel a principios de año. De los seis refuerzos que llegaron a la precordillera, solo Cristian Cuevas logró consolidarse como una buena alternativa. Si bien el arquero Nicolás Peranic cumplió cuando le tocó jugar, el resto -Nehuén Paz, Yamil Asad, Lucas Melano y Sebastián Galani- nunca fueron un real aporte. Tanto, que tres de ellos ni siquiera continuaron el segundo semestre.
Todos los fichajes que le trajeron a Cristian Paulucci llegaron en condición de jugadores libres, por lo que Cruzados no pagó ni un solo peso ni tampoco compró sus pases. La inversión fue netamente en las remuneraciones. ¿El costo? Muy barato en lo económico, pero bastante caro en lo deportivo.
“Como gerente deportivo no me preocupa demasiado si juegan o no juegan los que llegaron. Me preocupa que el equipo gane”, aseguró José María Buljubasich, gerente deportivo de Cruzados, en entrevista con El Deportivo, a fines de marzo, cuando la era Paulucci estaba próxima a su fin.
No fue el único error que cometió la UC. Tras la obtención del tetracampeonato, el club renovó a jugadores que, evidentemente, ya habían cumplido un ciclo, como Luciano Aued y Germán Lanaro, pero también a otros que venían de un opaco 2021, como Raimundo Rebolledo y Diego Buonanotte.
En la precordillera pecaron de exceso de confianza al creer que con los mismos jugadores que obtuvieron el tetra, más simples incorporaciones, el equipo seguiría siendo competitivo. No fue así. Y aunque Alfonso Parot terminó de buena manera en 2021 y se le renovó por dos años, ha sido de los puntos más bajos de esta temporada.
Esas decisiones contravinieron seriamente al objetivo de formar un plantel que continuara peleando, una vez más, por el título. Actualmente, Luli, Poncho y Lanaro son de los puntos más bajos del equipo, mientras que Catuto ni siquiera es citado. Por su parte, el Enano se aburrió de la suplencia y fichó en Sporting Cristal.
Por lo mismo, no resulta extraño que la base del equipo sintiera el desgaste de otro año más llevando la batuta de una campaña exigente, con la acumulación del cansancio físico y mental que aquello conlleva, sobre todo, después de cuatro años al máximo nivel, periodo coronado con un inédito e histórico tetracampeonato de torneos largos. ¿Un ejemplo? Pese a tener contrato vigente, José Pedro Fuenzalida evaluó seriamente el retiro a fines de 2021, exhausto, a sus 36 años, del estrés de la alta competencia.
No obstante, reforzar mal un equipo puede tener otras consecuencias graves, como el probable relajo de los jugadores que se saben titulares, porque los recién llegados no están a su altura. Y en el equipo de la franja varios lo sintieron, especialmente, Ignacio Saavedra, quien se estancó en su posición, donde nunca tuvo competencia en todos estos años de éxito.
Mala pretemporada y lesiones
Está claro que la preparación física de la UC para este año fue deficiente, por culpa de una pretemporada mal hecha, poco exigente y que incluyó apenas unos cuantos amistosos con equipos de escasa categoría.
Pese a eso, parecía que todo iba bien luego tres sufridas victorias en las primeras tres fechas. Sin embargo, el trabajo realizado por el preparador físico Emiliano Fleitas comenzó a evidenciar sus falencias rápidamente. El tetracampeón se transformó en un equipo lento, sin intensidad y con abundantes lesiones musculares.
El primer aviso fue la derrota ante Palestino. Los árabes vencieron por 3-2 al cuadro de la franja, al que superaron ampliamente en velocidad y en intensidad. Desde ese momento hasta la actualidad, el nivel físico del equipo ha sido una de sus principales debilidades. Ni siquiera la llegada de Ariel Holan ha podido solucionar ese aspecto.
Se trata de una deficiencia que colmó la paciencia de los hinchas, ya que el juego de Católica se tornó extremadamente lento, predecible e inofensivo. Una combinación demasiado peligrosa si se considera que la UC solo está a ocho puntos de Deportes Antofagasta y Coquimbo Unido, colistas del campeonato y los que estarían descendiendo en estos momentos.
A todo eso, se suma que el tetracampeón tiene uno de los planteles más viejos del fútbol chileno, con cerca de 30 años de promedio de edad, con jugadores veteranos como Aued y Lanaro que recién están volviendo de graves lesiones y cuyos meses de inactividad se notan a leguas.
La mala preparación ha tenido a la UC sufriendo con las lesiones constantes de jugadores como Fabián Orellana y Juan Leiva, quien padeció un esguince de tobillo hace tres meses y luego se desgarró cuando estaba en recuperación, disminuyendo las variantes en el mediocampo. Aún no vuelve. Para colmo, Cuevas, de los pocos refuerzos que sí habían rendido, se rompió ligamentos en Sao Paulo y dejó solo como alternativa a Alfonso Parot, de bajo rendimiento, como lateral izquierdo.
Desmejoramiento y falta de variantes
La UC necesitaba vender jugadores para combatir las pérdidas financieras generadas por la pandemia en 2021. La partida de Valber Huerta al Toluca debilitó enormemente al equipo en defensa, en el primer semestre. Y ahora, en plena segunda rueda, cuando el monarca se juega la permanencia y quizás una clasificación a copa internacional, las ventas de Marcelino Núñez y Diego Valencia, dos estandartes del equipo, desmejoraron aún más el discreto nivel del cuadro cruzado.
Holan ha sufrido el desmembramiento del plantel en pleno campeonato. Y aunque le llegaron refuerzos como César Pinares, Mauricio Isla y Gary Kagelmacher, sus incorporaciones no han tenido todo el efecto esperado, pues, a fin de cuentas, el plantel ahora tiene menos variantes que las que tenía con Paulucci, ya que también se fueron Felipe Gutiérrez y Diego Buonanotte, ambos de escaso aporte en los últimos meses, aunque sí futbolistas de mucha experiencia para echar mano en momentos complejos.
Pese a todo, Holan ha logrado darle algo más de solidez al bloque posterior de los cruzados, que mejoró con la dupla de centrales compuesta por Branco Ampuero y Kagelmacher.
La soledad de Zampedri
Fernando Zampedri estuvo cinco partidos sin anotar por Universidad Católica, una de sus peores rachas en la precordillera. Recién en la última fecha, ante O’Higgins, pudo romper esa sequía con un golazo que venció al arquero Alexis Martín y que le dio el empate 2-2 a los de la franja. Un pobre resultado como local del equipo de la franja, y que la complicó demasiado con la parte baja, considerando el complejo fixture que tiene por delante: Universidad de Chile, Unión Española, Ñublense y Colo Colo, entre otros elencos, tres de los cuales pelean arriba.
El delantero argentino cada vez está más huérfano en la ofensiva. Además, nunca se le ha visto cómodo jugando con Gonzalo Tapia, con quien, incluso, suelen estorbarse. Distinto a lo que le sucedía con Valencia, con quien conformó una gran dupla de ataque.
Ahora, sin el Pollo, transferido a la Salernitana, y sin Bruno Barticciotto, quien desaprovechó las oportunidades que tuvo y decidió irse a préstamo a Palestino, el Toro es el único centrodelantero de un equipo que se quedó sin variantes. Una lesión del transandino o una suspensión podría ser catastrófico para los cruzados, ya que no tienen a nadie de sus características.
¿A quién podría echar mano Holan, en ese caso hipotético? A Fabián Orellana o Clemente Montes, tal vez, pero ambos pasan más lesionados que disponibles. Mientras que el juvenil Diego Ossa recién suma sus primeros minutos en el conjunto cruzado. Así, de pasar a tener uno de los mejores planteles del fútbol chileno, quizás el mejor, Católica ahora sufre por la falta de variantes.
Pese al crítico momento del equipo, Cruzados, cuyo presidente es Juan Tagle, decidió cerrar el estadio San Carlos de Apoquindo para iniciar su remodelación. Una determinación que resulta muy arriesgada por el delicado presente del equipo, que tendrá que ejercer su localía en regiones, probablemente, en el Sausalito. El panorama no es para nada auspicioso, ya que el tetracampeón tiene un pésimo rendimiento de visita, jugando fuera de casa, con apenas 4 puntos, siendo el peor forastero después de Coquimbo Unido, con dos unidades.
Universidad Católica atraviesa por el momento más crítico de la última década, con la posibilidad muy cercana de complicarse con el descenso, del que solo está ocho puntos, cuando aún faltan 27 por jugar, en el caso de los cruzados. Un panorama muy complejo si se considera el pobre nivel del equipo, las complicaciones físicas que arrastra hace meses, el bajo nivel de quienes fueran sus pilares, la escasez de variantes ofensivas, la venta de jugadores claves y, por si fuera poco, la pérdida de la localía en San Carlos.
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