La ANFP salda sus cuentas pendientes. En Quilín, la millonaria compensación que pagó Nike por incumplimiento del pago de la cuota convenida en el contrato con el ente rector del fútbol chileno, a cuenta de los derechos sobre la indumentaria de la Selección, alcanzan para pagar varios compromisos pendientes. Entre ellos, uno que se había convertido en un verdadero dolor de cabeza: los premios pendientes con los integrantes de la Roja.
La cifra era abismal. Al plantel, que no consiguió clasificar a los mundiales de Rusia, en 2018, ni de Qatar, en 2022, se le adeudaba la friolera de $ 2.800 millones. Esa cantidad, que formaba parte de un déficit que tenía a la entidad que rige al fútbol chileno contra la pared, ya fue pagada. Lo mismo aconteció con varios gastos que no habían podido ser solventados. Hoy, en Quilín respiran aliviados. De hecho, los números vuelven a ser azules. El ejercicio de 2023, al menos, cerró con un superávit de $ 7 mil millones. La entidad que preside Pablo Milad saca la cabeza del agua. También se saldaron deudas en el fútbol formativo y cientos de órdenes de servicio.
Una pugna constante
El proceso rumbo a la cita planetaria que organizarán Estados Unidos, México y Canadá en 2026 había arrancado con una inquietante materia pendiente. De hecho, sin recursos en caja, la ANFP había tenido que apelar a la benevolencia de los futbolistas para evitar focos de conflicto que se agregaran a la dificultades futbolísticas que, por esos días, ya enfrentaba el proceso que encabezaba Eduardo Berizzo. Históricamente, se sabe de la inconveniencia de iniciar una competencia sin resolver el aspecto económicos con los planteles. La intención era, precisamente, llegar a acuerdos.
De hecho, con la finalidad de evitar la apertura de flancos, la entidad que administra al fútbol chileno se acercó a los referentes, como Claudio Bravo y Gary Medel. Lo hizo a través del gerente de Selecciones, Rodrigo Robles, y del gerente general, Pablo Silva. Eran días complejos. La ANFP había perdido el auspicio de Coca Cola y sufría los efectos financieros del menor interés que genera la Roja entre quienes pueden aportar recursos a cuenta de las expectativas que produce. A modo de ejemplo, los derechos de televisión por el proceso, que pretendían venderse en US$ 120 millones, se terminaron negociado en US$ 75 millones en beneficio de 1190 Sports y Mediapro.
En los últimos meses, eso sí ya se habían producido señales más favorables. Además de lo establecido por el Tribunal de Arbitraje de Nueva York, en que estuvo radicada la controversia con Nike, la ANFP sumó millonarios acuerdos. De hecho, presentó pomposamente pactos con el banco BCI, McDonalds, MG Motors, Sky, PedidosYa y, ahora último, con Itaú, aunque a cuenta de los naming rights del Campeonato Nacional, que tuvieron que dejar de estar en poder de Betsson, por las trabas a nivel gubernamental y judicial para la relación con empresas de apuestas en línea. Las finanzas corporativas empezaban a tomar un mejor aire.
Lección aprendida
De lo que no hay dudas en Peñalolén es de que las experiencias pasadas en materia de negociación de estímulos con el plantel de la Roja dejaron una lección aprendida: que había que reducir los millonarios montos que recibían los futbolistas para dejar algo de dinero en las arcas institucionales que pueda utilizarse para el desarrollo de áreas específicas o del fútbol chileno en general. En la época en que Sergio Jadue comandaba la ANFP, las ganancias que percibían los futbolistas eran cuantiosas: US$ 25 mil por cada convocatoria. En el camino, sin embargo, esas utilidades se fueron reduciendo, producto, precisamente, del forado económico en que las regalías derivaron para la asociación. Ya en el gobierno corporativo que encabezaba Sebastián Moreno, habían disminuido a poco más de la mitad. Eso, sin siquiera considerar que los objetivos deportivos se cumplieran, como finalmente ocurrió en los infructuosos intentos por llegar a los últimos dos mundiales. Ahí reside una parte importante de la explicación para el esmirriado panorama financiero que llegó a experimentar la ANFP.
Ahora, por ejemplo, la cancha está rayada. Si Chile logra insertarse en el Mundial de 2026, para el que Sudamérica tiene 6,5 cupos, lo que implica que seis combinados clasificarán directamente y otro resolverá el cupo restante en la repesca, la ANFP determinó ceder la mitad de los US$ 10 millones que abona la FIFA por ingresar al torneo.
Otra consideración clave en el mismo concepto es la fórmula de pago. De esta forma, los jugadores percibirán premios solo si suman puntos. Y ahí la división también está pactada: US$ 6 mil por cada victoria y US$ 3 mil en caso de empate. Es decir, a modo de enfatización, si no suman puntos tampoco añadirán dinero a sus cuentas.
Hay una salvedad: los jugadores tienen la prerrogativa de elegir a tres rivales a vencer como visitantes. En caso de conseguirlo, sumarán premio doble por cada una de esas oportunidades. Vale decir, cada futbolista considerado en la convocatoria se embolsará US$ 12 mil por cada uno de esos triunfos. Esos números, aunque cuantiosos., siguen siendo menores que los que salían de las arcas del fútbol chileno en la época en que el dinero se gastaba a manos llenas.
En su momento, incluso se pensó en insertar ese capítulo en los nuevos estatutos que rigen a la corporación, aunque finalmente se desestimó esa opción.