La carta y el sacrificio

Juan Antonio Pizzi


Se fue Pizzi y dejó una carta. De escaso vuelo. Sin respuestas y, por ende, equivocada como fin de ciclo. Técnicamente, un nuevo autogol. Propio del errado análisis de quienes fueron durante estos años sus asesores en materia comunicacional. Todavía no entienden los partidarios de la doctrina del "mientras menos se hable, mejor", que, más que beneficios, lo único que eso genera es que se pierdan espacios, se pierda profundidad, se acelere la "ningunez" del implicado… y que además hable sin filtro ni contraste todo el resto: dirigentes, jugadores, periodistas, "históricos", familiares o el que viniera pasando. No pretendo dar lecciones, pero dicha táctica no puede ser buena para un profesional que siempre ha sido criticado, justamente, por su falta de discurso, por su imposibilidad de conceptualizar una escuela, un estilo o al menos una fórmula.

Digo: si lo que querían era que Pizzi se fuera sin dejar absolutamente nada, lo consiguieron. Pero eso no puede ser sano para alguien que, supongo, pretende no ser apenas un ave de paso sino ocupar un lugar en la historia.

A modo de comparación, cuando se fue Borghi, con quien peleamos mucho, pataleó, explicó y dio la cara como se da realmente: hablando, elaborando un discurso, arriesgando definiciones aunque estas no fueran compartidas por casi nadie. Y cuando se fue Bielsa protagonizó una conferencia de prensa histórica, inolvidable, abierta a todo el mundo, que duró tres horas y en la cual habló de fútbol, de sociedad y hasta de política, que es un poco lo que corresponde cuando uno termina un "proceso". Se refirió a su sistema de juego, a sus entrenamientos, a su ética profesional, a los aciertos y los errores, a lo que había estado y seguía estando en juego. Le dedicó palabras a los delincuentes que lo sacaron de su cargo y hasta anunció lo que vendría. Se arriesgó, fue poderoso, profundo, y por eso sigue siendo tan importante y valorado en esta parte del mundo. ¿Sampaoli? También contó mucho de su trabajo cuando ya partía, e incluso antes, aunque fue más selectivo y eligió a quién hablarle para que sus palabras no cayeran en el vacío.

Me temo que con Pizzi ha pasado todo lo contrario. Irse dejando por escrito apenas dos o tres ideas fuerzas es muy enclenque como acto. Peor aún si esas pocas ideas son, a todas luces, debatibles. Decir que jamás hubo problemas de relaciones al interior del plantel cuando él mismo cortó a Marcelo Díaz y cuando es un hecho de la causa, público, reconocido, que el grupo se caía a pedazos en las últimas semanas, resulta absurdo y desde luego mentiroso. Decir que no hubo nunca indisciplinas es, a estas alturas, ofensivo para la inteligencia humana. Más aún si varias de ellas quedaron certificadas por los propios protagonistas y su entorno con total claridad. ¿Hay algo de nobleza en tratar de salvar al resto? Sí, pero también puede leerse como un intento de liberarse de la crítica ante la aplicación de un sistema de trabajo que resultó fallido, entre otras cosas, por la excesiva manga ancha. Por último, justificar el fracaso futbolístico por haber enfrentado la Copa Confederaciones como correspondía, profesionalmente, con la mejor gente, como tiene que jugar siempre un torneo oficial la selección chilena, es una pésima excusa. Desde luego porque no fue un error y además porque es fácilmente rebatible, ya que Portugal también jugó con lo mejor y estará en el Mundial 2018. Aparte, la clasificación no se perdió sólo al final (como algunos quieren instalar convenientemente para evitar el verdadero análisis) ni se empezó a jugar mal recién después del viaje a Rusia. Las derrotas, los problemas, las quejas por un sistema de trabajo de tono menor venían de mucho antes.

En fin. Estaba el espacio para contar muchas cosas y defender otras (equivocadas o no), pero se desperdició con escándalo, como decía mi abuelita. Al adiós vía carta deja a Pizzi, definitivamente, en el cajón de la intrascendencia histórica y esa cuenta tendrá que cobrársela a los "sabios consejeros" que lo empujaron a eso. Olvidémoslo entonces y pensemos en lo que viene. ¿Pellegrini? ¿De verdad le quieren pedir ese enorme sacrificio, esa inmolación, justo a él? ¿Estando como está el Consejo de Clubes, todavía integrado por varios socios de Jadue que hasta el día de hoy se hacen los tontos? ¿No habiendo planes reales de un crecimiento estructural? ¿Le vamos a pedir justo a Pellegrini, al que siempre tratamos pésimo, peor que en ninguna parte, al que fue y sigue siendo ninguneado por una hinchada y una prensa hostil sólo por venir de mejor cuna, que descienda de su brillante posición en el primer mundo, que deje todo y venga a salvarnos? ¿Justo a él? Somos muy especiales.

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