“Nos parece que parte de la generación de jugadores pudiese estar en riesgo por la falta de competencia, no permitiendo que estos se desarrollen de manera adecuada y, en consecuencia, no lleguen a ser parte de los primeros equipos de cada institución ni de las selecciones nacionales juveniles respectivas”. Así de crudo es el diagnóstico que hizo la Comisión Nacional de Cadetes sobre el Fútbol Joven. La cita corresponde a un documento enviado recientemente a los clubes.

Primero fue el estallido social y ahora la pandemia por Covid-19. Ambos acontencimientos inesperados interrumpieron el proceso de formación de cientos de futbolistas. Desde el 18 de octubre del año pasado hasta la fecha solo jugaron dos partidos, ya que en marzo el Torneo de Apertura se suspendió en la segunda jornada. Para colmo, la gravedad de la crisis sanitaria obligó a la industria a cerrar la actual temporada 2020.

“Vemos con preocupación que podamos llegar a estar un año o más sin competir, lo cual sin duda afecta el desarrollo de nuestros jugadores y el futuro de la formación que llevan adelante tanto los clubes como nuestras selecciones “, agrega el documento del comité.

Uno de sus miembros, Ariel Paolorossi, jefe técnico de las cadetes de Colo Colo, sostiene que las categorías más afectadas del fútbol base serán las mayores: “Esto va a afectar mucho a la Sub 20 y a la 17, en especial a los más rezagados que no integraron los planteles de Primera. Con el estallido social y la pandemia, el núcleo grueso de estos jugadores ya perdió un año”.

Nelson Parraguez también es parte del comité. El gerente del fútbol formativo de la UC coincide en que los jugadores nacidos en 2000 son los que corren mayor riesgo: “Es difícil determinar las series más afectadas. Hay distintas variables, pero para los Sub 20, más cercanos al fútbol profesional, es una situación de mayor incertidumbre por estar al final de su proceso de formación”.

El jefe del fútbol joven de O’Higgins, Fernando Vergara, lo ejemplifica: “La categoría 2000 es la que más va a sufrir. A fin de año tomábamos una decisión: o los dejábamos en libertad o los integrábamos al plantel de honor. Ahora más que nunca es una decisión difícil, porque no los vimos. Si con el estallido se siguió entrenando, ahora estamos viviendo una situación nociva para el desarrollo físico y progreso futbolístico”.

Alexander Aravena (17 años) es una de las grandes promesas de la UC. El delantero ya tiene un Mundial Sub 17 encima y en enero hizo la pretemporada con Ariel Holan. Sin embargo, como el torneo de Fútbol Joven se suspendió con solo dos jornadas disputadas, ha tenido poca actividad desde el estallido social: “Esta situación no es buena para ningún jugador, ya que dejas de entrenar de la forma en que estás acostumbrado. Entreno en mi casa todos los días junto a mi hermana y mi padre, a veces. Igual la mente juega, ya que con tanto tiempo sin actividad empieza el relajamiento y bajan las intensidades”.

Luis Rojas (18), la joya de la cantera de la U, ya es del primer equipo, por lo que se entrena con las pautas de Caputto, pero está preocupado: “Esto puede afectar mucho a los juveniles y cadetes. No todos tienen las mismas condiciones en sus casas, algunos estudian o trabajan. He hablado con amigos y algunos se van desmotivando. Lo más fome es que apenas jugaron dos partidos y van a completar un año parados. Es complicado”.

Daniel Díaz, padre de Danilo (17), volante mundialista de Colo Colo, dice que la inactividad tiene preocupado a su hijo. “Está impaciente y ansioso. Soy taxista y hace dos meses que no tengo trabajo, pero con los premios que Danilo ganó por ir al Mundial se compró pesas y máquinas de ejercicio. Ha podido entrenar. Aquí tratamos de hacerle la comida lo más acorde, nos hemos tenido que adaptar a su alimentación; pero tanto tiempo sin jugar lo tiene inquieto. Ojalá esto no afecte su formación. No creo. Todavía tiene años para crecer. Los que están al filo son los de categoría 2000”, indica.

Factores como la buena alimentación y el bienestar emocional son monitoreados por la ANFP en los seleccionables, incluidas las mujeres. “Hacemos un seguimiento nutricional y psicológico. Los jugadores y jugadoras requieren de un seguimiento integral y estos aspectos también son muy importantes”, comenta Andreas Fingerhuth, gerente de selecciones juveniles.

Propuestas de salvación

La preparación de las selecciones se vio interrumpida. “La Sub 20 debería competir en enero de 2021, pero solo ha podido realizar tres microciclos. Además, su primera gira internacional se canceló por esto. Teníamos un calendario completo, incluyendo el Esperanzas de Toulon, acompañar a la Selección a Copa América, una gira a México y partidos con Uruguay y Brasil que tuvimos que cancelar. Con las Sub 17 y Sub 15 estábamos por realizar el primer microciclo del año en Iquique, que continuaría con otro en el sur, para luego empezar a trabajar en la preparación para sus respectivos torneos sudamericanos. Al igual que con la Sub 20, tuvimos que cancelar muchos partidos internacionales”, añade el ejecutivo.

El próximo año se disputará el Mundial en Indonesia. “Para nuestras selecciones, jugar partidos internacionales es el pilar de la preparación a los sudamericanos. A diferencia de lo que pasa con Brasil, Argentina o Uruguay, para nosotros el torneo local es solo una parte de la preparación”, concluye Fingerhuth.

“No podemos dejar botados a estos chicos. Me sentiría pésimo”, asegura Vergara. Por eso, la idea de la Comisión Nacional de Cadetes es que en septiembre las categorías Sub 17 y Sub 20 de los clubes retornen a las prácticas, si la autoridad sanitaria lo permite.

“Queremos volver con los grandes en octubre a jugar un torneo de transición. Tengo esperanzas de que se puede hacer algo para salvar esta generación, pero el tiempo perdido ya no lo podemos recuperar. El daño está hecho. Todos los demás tendrán tiempo de adaptarse, pero los nacidos en 2000 van a llevarse la peor parte a nivel futbolístico. Están en su último año y empiezan a plantearse su futuro, van olfateando si tienen posibilidades de dar el salto al primer equipo o si tienen que ponerse a estudiar o a trabajar “, agrega.

“Algo hay que hacer para no perder esta generación. Siendo objetivos, esto va a entorpecer el crecimiento. Desde la Sub 16 para abajo es menos problemático, un año perdido no afectará tanto, pero los grandes tienen menos tiempo. Por eso debemos preocuparnos de darles las mismas posibilidades”, dice Paolorossi.

Otra idea es que el próximo año exista la categoría Sub 21, para dar una nueva oportunidad a los que se perdieron esta temporada. La ANFP analiza alternativas.

“Todo el fútbol joven se ha visto afectado. Por eso la propuesta de la comisión busca volver de manera progresiva a las competencias, con un sentido de realidad y responsabilidad, en septiembre y octubre. Primero las mayores (Sub 20 y Sub 17) y luego las otras. Todo coordinado con la comisión médica”, cierra Diego Karmy, gerente de desarrollo y nuevos proyectos de Quilín.