La hora de Alexis
Sánchez se unió ayer a la Roja. Como hace mucho no pasaba, llega 10 puntos, sin lesiones y con un buen pasar en el Inter. En Montevideo llevará la jineta y será clave para Rueda.
Hace mucho tiempo que Alexis Sánchez no llegaba tan feliz a la selección chilena como lo hizo ahora. Sonriendo, con minutos en el cuerpo y con la confianza a tope. Su experiencia y recorrido lo convierte de inmediato en uno de los hombres fuertes de Rueda.
Es que Alexis volvió a sonreír. Su triste etapa por el Manchester United sin duda le pasó la cuenta en sus pasos anteriores por la Roja. En Old Trafford jamás se sintió a gusto y eso repercutió en sus actuciones en el bicampeón de América. No tuvo continuidad. Tampoco hizo demasiados amigos, con excepción de Romelu Lukaku. Estuvo muy lejos de brillar como en el Arsenal. Todo lo contrario. Hasta fue catalogado como el peor refuerzo de la historia del club. Si luego del primer entrenamiento ya quería irse, el año y medio que alcanzó a estar en los Diablos Rojos debió ser una tortura. “Llegué a mi casa, y pregunté a mi familia y a mi representante si podía romper mi contrato para volver al Arsenal”, confesó el propio delantero hace un mes.
Por supuesto que eso se notó y repercutió en la Roja. El sufrimiento del Niño Maravilla en Inglaterra no era exclusivo de él, sino que también de Reinaldo Rueda. Para el seleccionador nacional era una constante preocupación la falta de fútbol y de confianza con la que siempre llegaba el tocopillano. Ni hablar de la motivación, o de la parte fisica. Tenía que tratar de recuperarlo como fuese. Rápido. Es el jugador más importante en la ofensiva del equipo y Chile no se puede dar el lujo de tenerlo a media máquina. Sin embargo, no era un trabajo fácil. “Ha sido un año traumático para él, muy tortuoso”, reconocía el colombiano, en abril pasado, al diario Sport.
Ahora la situación es distinta. Sánchez está contento. Volvió a encontrar la felicidad. Su paso al Inter de Milán, donde desde hace dos semanas comparte con Arturo Vidal, le dibujó nuevamente una sonrisa. Antonio Conte lo quiere, lo valora y no se cansa de decirlo. Y Alexis lo agradece, porque necesita estar cómodo, en un ambiente de unidad: “Después del United quise respirar un aire más y cuando llegué al Inter me encontré con un entrenador que no se rinde nunca. Los jugadores también quieren aprender y ganar algo. Estoy feliz. Me siento en forma. Quiero jugar. Cuanto más juego, más bien me siento y puedo ayudar al equipo con goles y asistencias”, dijo la semana pasada.
Como si fuera poco, implícitamente estableció las diferencias de convivencia entre el cuadro lombardo y el mancuniano. “El Inter es una familia: no solo los jugadores, sino también los cocineros y cualquier persona que trabaje para esta empresa”, sostuvo en la misma entrevista con Sky Sports.
A diferencia de los últimos 18 meses, esta vez el pilar del ataque de la Roja llega entero física, futbolística y mentalmente. Arribó a Chile ayer, a eso de las 8.00 de la mañana. Rueda lo estaba esperando en el hotel Hyatt Centric de Las Condes para darle la bienvenida. Luego de un breve descanso para sacarse el viaje, Alexis entrenó por la tarde junto al resto de sus compañeros en Juan Pinto Durán. Motivado y alegre, listo para liderar el ataque de la Roja. Y con la jineta de capitán pues es el segundo de la lista tras Gary Medel, quien se perderá el duelo por lesión.
Resta saber qué función le dará Rueda en Montevideo. ¿Será el 9 nominal o jugará más enganchado? Como sea, es la hora de Alexis.
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