Lecciones del presente, desafíos del futuro

Pyeongchang


Cuando terminan los grandes eventos deportivos, vuelve a surgir la eterna pregunta: ¿el éxito es la mera clasificación al certamen, cumplir con las marcas propuestas o volver a casa con la anhelada medalla? No hay respuesta correcta. Lo relevante son los objetivos y metas deportivas trazadas.

En estas semanas, hemos disfrutado de los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang, con hombres y mujeres que nos han sorprendido con sus destrezas sobre esquíes, patines y tablas de snowboard, entre otros. El deporte olímpico emociona, y más aún cuando vemos el nombre de Chile entre sus protagonistas. Llegar a una cita como ésta requiere de un esfuerzo enorme por parte del atleta, de su familia y del Estado, que se la juegan para darle todos los apoyos posibles. Del medallero salen las conclusiones y nacen las políticas públicas del futuro.

Desde la década del 70 hemos llevado 36 deportistas a estos Juegos. El mejor resultado lo obtuvo Thomas Grob, en Nagano 98, con su undécimo lugar en descenso combinado. Eso nos sitúa lejos de los resultados de otros países que se consideran de montaña, entre los cuales podríamos estar nosotros. Contamos con centros invernales reconocidos internacionalmente por los mejores equipos del mundo, que entrenan en nuestras pistas durante su verano, y un potente turismo. Son atributos que nos juegan a favor, lo que nos obliga a pensar en cómo aprovechar mejor las oportunidades que nos brinda nuestra maravillosa geografía.

En Pyeongchang vimos a siete destacados chilenos, que han dedicado gran parte de su vida al entrenamiento y competición; en esquí alpino a Noelle Barahona, Henrick Von Appen, y al debutante Kai Horwitz; Dominique Ohaco y Stephanie Joffroy en freestyle; Jonathan Fernández y Claudia Salcedo en esquí de fondo. No tengo dudas de que entregaron lo mejor de sí mismos y que el esfuerzo por llegar ahí respondió a un trabajo de años. Ahora, cada uno de ellos, junto a sus entrenadores, deberá sacar conclusiones sobre su desempeño y determinar los pasos a seguir, con los aprendizajes que una cita como ésta provee.

La opinión publica tiende a ser dura con los competidores cuando no hay medallas de por medio o están lejos del top 10. Tal vez olvidan que la carrera de un deportista es compleja, probablemente entre las más difíciles, porque requiere de una ecuación perfecta entre talento, trabajo duro, apoyo y también esa pizca siempre necesaria de suerte. Llegar a la elite mundial exige una entrega total, la cual es importante reconocer y agradecer.

En el caso de los deportes de invierno, la Federación de Esquí ha hechos grandes esfuerzos por entregar un entrenamiento de calidad. Las lecciones de Pyeongchang las deberán implementar en sus programas del siguiente ciclo olímpico, teniendo presente que en el tiraje de los futuros deportistas, sin duda influyen aquellos que lograron llegar a la cima del deporte competitivo por excelencia, los JJOO. Ver flamear la bandera chilena siempre será motivo de inspiración y el punto de partida de un círculo virtuoso para generar más deportistas de alto rendimiento.

Los países necesitan de sus estrellas deportivas, es lo que nos da orgullo y nos hace sentir que hacemos Patria. Por ello, en su programa, el Presidente Piñera propone mejorar en forma contundente nuestro Plan Olímpico para los atletas que ya tienen una trayectoria, así como también nos ha pedido empujar con mucha fuerza, gestión e incentivos, el desarrollo de talentos. Es ahí donde está nuestro verdadero futuro deportivo. Los campeones no se hacen de un día para otro, hay que consolidar las bases y trabajar las estructuras para que el talento pueda volar.

En el deporte de alto rendimiento los milagros son escasos. Por eso uno de los ejes de nuestra política de alto rendimiento estará enfocada en buscar los apoyos para que nuestros deportistas puedan entrenar y competir junto a los mejores. Porque las medallas en el mundo competitivo son necesarias, pues son claves para reforzar la credibilidad del camino seguido.

Lo importante es estar conscientes de nuestras debilidades y fortalezas, y de cuáles son las disciplinas con mayores posibilidades. Porque la realidad se empeña en demostrarnos que una cosa son los deseos, y otra muy distinta son los hechos.

A trabajar entonces, porque a partir de marzo, las cartas ya deben estar puestas en los Juegos de Pekín 2022.

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