“Oye... ¿Va a vender Heller o no?”. La pregunta se la hacen recurrentemente desde hace algunas semanas entre quienes trabajan en Universidad de Chile. Y es que varios llegaron con él o incluso impulsados por el empresario. Quizás algunos hinchas se hagan la misma pregunta. Lo cierto es que en el mundo azul, el casi seguro cambio de controlador es un tema que se lleva varios minutos de conversación.
Los empleados del cuadro estudiantil saben que se está urdiendo algo grande. Desde los guardias, pasando por administrativos y jugadores, entienden que es muy posible que pronto habrá nuevo jefe y que las cosas seguramente cambiarán. En algunos casos, de hecho, hay temor a lo desconocido y al hecho de no saber si es que entrarán en el nuevo proyecto. En las diversas áreas del club se habla mucho de la situación y saben que, si Heller responde afirmativamente el próximo viernes a la oferta que tiene sobre la mesa, todos pasarán al paredón de las evaluaciones, aun cuando los futuros dueños optarán por tomarse las cosas con calma. “Lo que a nosotros nos toca es siempre representar de la mejor forma al club y trabajar para esta institución, independientemente de la gente que esté a cargo. Llegue quien llegue, lo que todos queremos siempre es lo mejor para Universidad de Chile”, dijo hace pocos días Caputto consultado por un cambio de propietario.
Dentro del plantel hay jugadores que derechamente no quieren que Heller se vaya. Desde el seno de la plantilla cuentan que quienes llevan más tiempo en el club lo ven como alguien cercano, con quien se puede conversar y al que, sobre todo, se le pueden pedir y decir las cosas a la cara. Que gracias a esa cercanía los mismos futbolistas consiguieron réditos que, de otra forma, se veía más difícil. Los más nuevos, en tanto, poco compartieron con él y se muestran un poco más desinteresados en su partida, aunque no así en quién será quien llegue a controlar el club y, por consiguiente, a decidir sobre sus futuros en el Centro Deportivo Azul.
Incluso la incertidumbre se ha trasladado a nivel de plana dirigencial y ejecutiva. Ahí están los más cercanos al hasta hoy máximo accionista de Azul Azul, para quienes obviamente sería mejor caminar sobre algo seguro y no con toda la incertidumbre que se ha instalado desde que, algunos por publicaciones de prensa, se enteraron de la oferta que Redwood le hizo a Inversiones Alpes por el 63% de los papeles de la concesionaria que Heller posee. Basta conversar muy poco rato con alguno de ellos para saber que intuyen que algo grande se viene por delante.
Dentro de todo este proceso de venta, eso sí, el empresario ha pasado por muchas idas y vueltas. Se ha pasado meditando la situación por estos días entre Chile y Estados Unidos, hasta donde ha ido por negocios personales. Porque aunque los conocedores de la posible venta de acciones no dan pie a dudas y señalan que el viernes su respuesta será afirmativa y dejará de ser el controlador del cuadro estudiantil (dicen, de hecho, que el expresidente de la U ya lo tiene decidido y que solo está esperando a que se cumpla el plazo), cercanos al propio Heller cuentan a este diario que ya no está tan convencido de vender debido al repunte deportivo de la institución. Dicen, de hecho, que a la hora de ponderar el negocio, el ingeniero agrónomo considera que no es lo mismo vender un equipo que está peleando por no bajar a uno que es sublíder del campeonato chileno. Y el negocio, justamente, se empezó a urdir a fines de 2019, cuando el chuncho peleaba con uñas y dientes la permanencia en Primera, por más de que la presentación de la oferta se haya concretado hace algunas semanas.
Hasta aquí, Heller le ha comentado a sus cercanos que no se quiere desprender de la U sin saber exactamente a quién se la entregará. Y que, a su juicio, no puede llegar cualquiera a hacerse cargo de la U. En la vereda de enfrente, la de los oferentes, dicen que el empresario, aunque no conozca los nombres exactos, sabe perfectamente que en el fondo de inversión hay gente con experiencia en equipos de la Major League Baseball y la Major League Soccer de Estados Unidos y también otros cuatro fanáticos de la U. Y que hay un quinto empresario chileno que si bien no es forofo de los azules, sí es muy conocido en el mundo de los negocios y con cierta notoriedad pública. En el círculo de hierro de Heller hay ciertas ideas sobre qué personas podrían ser los que están detrás de la propuesta que podría cambiar el norte de la U, pero también entienden que en este punto no es posible exigir las identidades de quienes componen el fondo de inversión privado por temas regulatorios y que se infringirían algunos artículos de la ley de mercado de valores. Saberlo a ciencia cierta es, derechamente, impracticable.
Heller, sin embargo, aún tiene plazo para terminar de madurar una decisión que, insisten quienes conocen al detalle la operación, ya está tomada y que solo se ha dilatado hasta el plazo tope (viernes 25 de septiembre), como una forma de evidenciar que no es una determinación a la ligera y que sí se han tomado los recaudos necesarios para no pasarle el club a cualquier persona.
Según cercanos al empresario, por estos días lo han visto ido. Muy pensativo y con ojos críticos de lo que fue su gestión, ya sea como accionista o como presidente. Y, dicen ellos mismos, Heller sabe que vender su paquete accionario es asumir que, más allá de sus buenas intenciones y el amor profeso por la U, su gestión en el cuadro azul tuvo más malas que buenas. Eso también es algo a lo que le sigue dando vueltas antes de vender. Los más osados revelan que el empresario cree que si se desmarca de la tienda laica, es decirle a los hinchas y la opinión pública en general que no pudo hacer nada de lo que prometió cuando llegó, como el estadio propio o la consecución de la Copa Libertadores, dos cosas de las que habló directamente antes y durante su mandato. El día de su primera conferencia como presidente de Azul Azul volvió a repetirlo y hoy queda preso de esas palabras.
Y mientras Heller aún medita los últimos detalles de su adiós, los posibles nuevos controladores de la U comienzan a allanar el camino. Ya tiran líneas, quieren a Aubert como el timonel de la transición, idean inyecciones millonarias de dinero para el primer equipo (quieren destinar US$ 5.000.000 de entrada para fichajes) y encargan estudios para analizar la impresión que los fanáticos del fútbol tienen sobre la institución universitaria y su preponderancia a nivel nacional. Y los resultados, aunque no les gustaron, los asumen como una oportunidad, pero que al mismo tiempo refleja la clara necesidad de un cambio de timón en la U. En ese sentido, el fondo de inversión privado le encargó a una agencia realizar un testeo sobre cómo será la nueva composición de hinchadas en un mediano plazo de tiempo. Algo preocupó sobremanera con los resultados: el 36% del mercado será de Colo Colo, el 29% de Universidad Católica y el 26% de Universidad de Chile. Eso, dicen, es inconcebible.
También han hecho otros análisis sin tener el detalle de la situación financiera de la U, pero sí conociendo cifras a grandes rasgos. El fondo de inversión administrado por Sartor Finance Group cree insostenible que seis jugadores de la actual plantilla de la U se lleven casi el 55% del presupuesto de sueldos para futbolistas. Y que, además, según sus datos internos, no puede ser que en 2012 la U gastara cerca de 5.000 millones anuales en la planilla, en una época muy buena deportivamente hablando, y que ahora, habiendo peleado el descenso y sin mayores logros deportivos en el último tiempo, casi se doble ese monto. Dicen que buscarán, además acortar brechas salariales entre jugadores. Reducir el costo total del primer equipo, pero no su competividad.
Detalles más, detalles menos, así se han vivido las semanas más importantes de los últimos años en la U. Con el vendedor que aún no están del todo convencido de salir y con los compradores ya proyectando su trabajo como si fueran los nuevos dueños. Lo cierto es que para este viernes quedó fijada la fecha tope en la que Heller debe anunciarle a Redwood, a través de Inversiones Alpes, si es que acepta formalmente la oferta de 14 millones de dólares que tiene sobre la mesa por el 63% de las acciones de Azul Azul. Recién ahí se sabrá si es que todas sus aprensiones fueron motivo suficiente para arrepentirse o si todo lo que prometen los posibles nuevos controladores se podrá llevar a cabo. Y, por cierto, saber quién está detrás de los fondos.