"No ganaron nada"

BONINI


Gracioso que en estas horas tristes hayamos recordado tanto, majaderamente, la famosa arenga del profe Bonini a Humberto Suazo. Ese apasionado grito -mitad cariño y mitad reto- endilgado al Chupete justo cuando salía a la cancha en Montevideo hace ya diez años, cuando la revolución recién comenzaba, cuando la Roja era apenas un esbozo de lo que llegaría a ser con el paso del tiempo gracias al fenomenal trabajo de la triple B: Bielsa, Bonini y Berizzo.

Ha sido emocionante, pero también jocoso (¿hay mejor manera de recordar a alguien que con risas?), porque la garabateada proclama ha pasado a ser el epítome, el resumen más perfecto en el imaginario nacional de la capacidad del argentino para motivar, de sus dones para incitar, para infundir ánimo y energía, para que cada cual sacara lo mejor de sí y corriera un poco los límites. Con un único detalle. Como imagen y resumen, fenomenal; pero como resultado, espantoso: nunca jugó peor Suazo que ese día. A todos se les olvidó, pero así no más fue. Casi no tocó la pelota y de hecho tuvo que ser reemplazado en el segundo tiempo. El propio Bonini lo recordaba con gracia enorme: "Jugó como el orto el Chupete ese día, como el orto".

Era así Bonini. Directo. Y a partir de eso maravilló a mucha gente y se peleó a muerte con otra. Como todos los que tienen sangre en las venas, se le salía a veces la cadena y el italiano que todos llevamos dentro. Y Dios me guarde. Pero al final era un gran tipo, querendón y buen amigo según quienes estaban más cerca de él… entre los que, aclaro, no me cuento. Aún así, puedo decir algo con certeza: era un grandísimo profesional. Y de hecho hay una dosis de injusticia que me indigna y me revela al colgarle a Bonini ese simplismo, esa reducción, ese apócope maldito del "escudero". Concepto pobre, de moda, recitado hasta el cansancio y que más bien suena a ayudante, a goma (estando en Chile no me cabe duda que muchos lo usan en un sentido despectivo, chaquetero).

No pues. Fijemos los puntos. Bonini era mucho más que eso. Bonini era la otra mitad del plan. El paradigma futbolístico de Bielsa partía justamente en lo que Bonini representaba: se juega como se entrena. El que no aguantaba la exigencia física del profe en las prácticas no tenía opción alguna de meterse entre los titulares o incluso en la nómina. Digámoslo de otra manera: Bielsa se los mandaba primero a Bonini. Si pasaban, seguían.

Digo: el fenomenal trabajo del profe era el que permitía la presión, la recuperación, la movilidad de un equipo que antes trotaba y lueguito empezó a volar en la cancha. Ahí partía todo. Era el jefe del laboratorio, el socio perfecto, el 50%. Muchísimo más que un mero motivador.

Otrosí: ¿se acuerda cuando en Chile se repetía como un mantra que Bielsa y su gente no habían dejado nada, que incluso no habían ganado nada? Basta con ver lo que generó la muerte de Bonini en términos sociales, ciudadanos, y hasta políticos (con la Presidenta de la República dedicándole unas palabras en el momento de la partida) para entender la profundidad de la revolución que encabezaron. Hay un antes y un después de la llegaba de la triple B al fútbol chileno. A partir de agosto del 2007 cambió todo. El discurso, la mirada, el ánimo, las fronteras de lo posible, el profesionalismo, la calidad de los entrenamientos, las exigencias del público y la prensa, pero sobre todo la distancia con lo antiguo, con los carcamales (jugadores, técnicos, periodistas) que quedaron por fin desnudos, dejados de lado por el paso del tiempo y la falta de méritos. Cambió la selección del cielo a la tierra hasta ser por fin exitosa y además respetada en todo el mundo por sus métodos y estilo. No es poco pero hay más: como decía el otro día el arquero Orión en una entrevista, hoy en el torneo chileno se juega más ofensivamente, con más presión y protagonismo, que en buena parte de Sudamérica, "partiendo por Argentina, donde todo es más fome, calculado y triste". Si eso no es un cambio, una asonada, una subversión, una sacudida, una marejada, un movimiento propio e insobornable, no sé qué es.

¿Que no ganaron nada Bielsa, Berizzo y Bonini mientras estuvieron a cargo? Ridículo. De partida, ganaron muchísimos partidos. La mayoría. Y llevaron a todo el grupo a ser mucho mejor de lo que era. No se detenga para eso en Bravo, Vidal o Sánchez. Quédese con Beausejour, con Jara, con Isla. Ahí está el rol y la mano. En poner a los más "normales" a una altura a la que no habían llegado nunca. De todos modos y para cerrar, la medición en un sentido es correcta: ellos no ganaron mucho, los que ganamos fuimos nosotros. Por haberlos tenido acá de rebote, de refilón, sin saber coser ni cantar como medio, producto del sueño de un grupito de dirigentes. Fue un cuevazo, si me permite. Y eso el ciudadano de pie lo entendió lueguito y no lo va a olvidar jamás. Por eso despidieron de Bonini con cariño absoluto, con lágrimas. Emocionados, agradecidos por tanto.

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