Se jugaban los descuentos del primer tiempo en el Allianz Parque, cuando un manotazo de Neymar sobre el rostro de Charles Aránguiz calentó los ánimos en São Paulo. Era el 10 de octubre de 2017. Chile se enfrentaba a Brasil bajo máxima presión, con la difícil tarea de rescatar a lo menos un punto para clasificar de forma directa al Mundial de Rusia 2018. Todo parecía ir bien. El marcador estaba 0-0 y el Scratch parecía estar a media máquina. El escenario era favorable. Hasta que llegó ese minuto fatal.
La estrella del PSG y el Príncipe ya habían protagonizado un encontrón por una falta sobre el chileno que al brasileño no le pareció. Ambos cruzaron algunas palabras, pero el 10 del equipo local fue más lejos y empujó al del Bayer Leverkusen, ante los ojos del árbitro ecuatoriano Roddy Zambrano.
Chile estaba logrando la hazaña y se fue al descanso optimista, pero jugaba con fuego. Poco a poco, la Roja había empezado a caer en las provocaciones de Neymar, quien a esa altura ya había sido amonestado por el juez. La mecha ya estaba encendida. Así, un partido que parecía controlado, de repente se volvió una pesadilla. El ambiente estaba crispado.
Ambos planteles caminaron rumbo a camarines con los ánimos caldeados. Juan Antonio Pizzi miraba con preocupación cómo se increpaban unos a otros, chilenos y brasileños. La discusión subió peligrosamente de tono, hasta que se volvió incontrolable.
Lo que comenzó como una calentura en la cancha prosiguió en el túnel. Gary Medel fue el más descontrolado. Furioso, profirió gruesos insultos a quien se le cruzara por delante y hay quienes señalan que agredió verbalmente a Neymar y a Tite en la misma entrada del vestuario de Brasil.
Aquello hizo perder la compostura al entrenador local, que se salió de sus casillas y fue a buscar al Pitbull decidido a golpearlo, pero entre sus jugadores, staff y guardias lo frenaron, mientras que Macanudo hacía lo propio, a duras penas, con el defensa nacional, para tranquilizarlo y llevárselo al camarín de la Roja.
Pizzi y sus colaboradores no lo podían creer. Se tomaban la cabeza, se miraban unos a otros, buscando una explicación. “Por choros nos vamos a quedar fuera del Mundial”, se le escuchó decir a un miembro del cuerpo médico. Y así fue. Brasil entró “picado” en el segundo tiempo, aceleró a fondo y aplastó a Chile por 3-0, envalentonado por una pelea innecesaria que terminó dejando a la Selección fuera de Rusia 2018 por un punto.
“Insultó a mi madre y a la de Neymar”, revelaría Tite, posteriormente. “En el entretiempo, Medel vino y ofendió a nuestras madres. También a la de Coutinho. Fue entonces cuando yo intervine, lo apunté con el dedo y le dije que con las madres no. Después vino Juan Antonio Pizzi y sacó a todo el mundo”, agregó el DT de la Verdeamarela.
“Cuando llegó el momento de hablar con los jugadores en el vestuario, les dije que yo había cometido un error, que no tendría que haber intervenido de ninguna forma. Les prometí no volver a reaccionar ante las provocaciones. Quiero que sigan ese ejemplo y salgan a jugar, les dije”, comentó sobre su reacción.
Alex Whiteley, preparador de arqueros de la Roja con Pizzi en la banca, recuerda la pelea en el túnel del estadio del Palmeiras. “Fue al término del primer tiempo. No fue algo mayor. Lo que pasa es que después vino el intercambio de palabras. Incluso, recuerdo que hasta el técnico de ellos se involucró en esta pequeña riña que se armó, de empujones. Entiendo que para el hincha quedó que Brasil nos aplastó porque se enojaron, pero fue más algo futbolístico”, asegura.
“Fue un partido extraño. Pensábamos que Brasil iba a ser avasallador y recuerdo que apenas tuvieron una llegada con peligrosidad, pero después de ese altercado en el entretiempo, con algunos empujones, manotazos y escaramuzas nos caímos en la segunda parte. Recuerdo que yo estaba como loco gritando que no se desesperaran, que con el 1-0 nos alcanzaba, que se vería feo, pero que cuidáramos el resultado. Era difícil, ellos estaban acostumbrados a salir a ganar en cualquier cancha”, confiesa Whiteley.
Si la Roja aprendió la lección y quiere salir con vida de Río de Janeiro, no caerá en el juego extradeportivo de Brasil ni en provocaciones mañana, en el Maracaná. Aquella vez, el Scratch estaba dispuesto a empatar, recuerdan en el staff de Pizzi. Quizás, este jueves exista la misma predisposición y haya que aprovechar la oportunidad.