Cuando llegó a la UC, varios cuestionaron a Sebastián Pérez. El recuerdo reciente del descenso del guardameta con Deportes Iquique era la principal razón para poner en duda la decisión de ficharlo, incluso aunque fuera para ser suplente de Matías Dituro, el dueño del pórtico del equipo de la franja en el tricampeonato. Con Marcelino Núñez, por lo menos, habría más paciencia. Considerado como una de las principales promesas del club, en la precordillera asumían que la oportunidad para la consolidación del oriundo de Recoleta llegaría en algún momento. Era tanta la confianza que había en el club estudiantil respecto de sus condiciones, que ni siquiera había dudas respecto de que la aprovecharía. Si faltaba una certeza, apenas era el tiempo que tardaría en acercarse al máximo de su potencial.
El guardameta y el mediocampista se transformaron en los héroes inesperados del nuevo título que celebran en San Carlos de Apoquindo. A comienzos de año, pocos apostaban por ellos como grandes protagonistas. En ambos casos, quizás, se conformaban con que fueran buenos complementos de una fórmula que había dado buenos resultados y que necesitaba pocos retoques. Sin embargo, las circunstancias y los méritos de cada uno terminaron por consolidarlos.
El 8 de julio, Universidad Católica anunció la cesión de Matías Dituro al Celta. Para los hinchas estudiantiles, la preocupación fue doble. Por un lado, porque partía un portero que se había transformado en una garantía de seguridad y uno de los líderes del plantel. Pero si la inquietud crecía era, también, porque Cruzados desoyó el clamor generalizado que apuntaba a fichar un sustituto que al menos se acercara al nivel de quien dejaba al club en una cesión que expira recién a fines de 2022. Si llegaron recomendaciones de otros guardametas, el destino para todas fue el mismo: la papelera de reciclaje. Esa muestra de confianza se tradujo en que Pérez no se movió más del arco cruzado.
Los números con los que finaliza la temporada ahorran mayores consideraciones. Sin embargo, al prescindir de los fríos números, se explica por qué Pérez se transformó en un inamovible. “Lo que pasa es que dejamos una buena imagen en Iquique. Descendimos por la ponderada. Sebastián terminó bien. Siempre tuvo condiciones. Es un arquero muy completo, que quizás nunca tuvo el foco mediático. Había suplente en todos lados. En Iquique partió de atrás. Y después le dimos protagonismo. Y con sus cualidades comenzó a destacar. Nunca puse en duda su capacidad. A mí me sorprendió que no estuviera el foco puestos sobre él. Y en la UC rindió. Tiene buenas reacciones, buen juego de inicio con los pies. Y en el arco ataja mucho. Tiene muy buenos reflejos. Y la madurez lo pilló en el momento preciso. Es un ejemplo de perseverancia. No la ha tenido fácil. Es un muy buen chico”, lo describe Cristián Leiva, el último técnico que tuvo en los Dragones Celestes.
El estratega asigna a la personalidad del guardameta la explicación para su actualidad. “Es de pocas palabras, pero en la cancha transmite lo que tiene que decir. Y fuera de ella es equilibrado. Lo ha hecho bien, declara bien. Es muy merecido lo que le pasa. Siempre ha dicho que quiere jugar en el extranjero y llegar a la Selección. Tiene la capacidad para conseguirlo”, evalúa el Flaco.
El Niño Prodigio
La historia de Núñez está tapizada con esa épica que caracteriza a las vidas de quienes están destinados a convertirse en grandes figuras. En 2014, su padre lo fue a retirar al colegio para llevarlo a entrenar a San Carlos. En el camino, se encontró con un par de mujeres que necesitaban ayuda para cambiar un neumático. Les ofreció colaboración sin saber quiénes eran. Se trataba de integrantes del programa Extreme Makeover, un reality de la cadena estadounidense ABC que, resumidamente, se dedicaba a reconstruir casas de familias necesitadas en una semana. Los Núñez Espinoza alcanzaban notoriedad siete años antes de la consagración de su retoño, aunque lo principal es que adquirían las comodidades esenciales para que el futbolista en formación pudiera desarrollarse en las mejores condiciones. La nueva casa de la familia tenía una notoria particularidad vinculada a su futuro: la habitación del pequeño Marcelino estaba ambientada como San Carlos de Apoquindo.
Con los años, Marcelino ha ido cumpliendo sus sueños. No solo brilla en los cruzados, sino que también llegó a la Selección. Y se le acercan otros. Hoy está en la mira de todos. El Bologna ya se mostró interesado en reclutarlo, pero para hacerlo tendría que asumir el alto precio que pretenden obtener los estudiantiles por su ficha. El mediocampista se atreve a admitir que le interesan los grandes desafíos. Que sueña con llegar al fútbol español y con disputar la Champions League. En San Carlos no hay duda de que cumplirá ambas.
En su segunda campaña en la escuadra cruzada, los números ya reflejan su consolidación. En el Campeonato Nacional, ha disputado 27 partidos, 23 de ellos como titular. Y, lo más importante, ha marcado seis goles. A los 21 años, las ovaciones ya le resultan familiares. Como Pérez, estaba en los planes de pocos, pero se ganó un espacio a punta de talento y sacrificio.