¿En serio nadie va a escuchar?

Claudio Bravo
Foto: Photosport.

El tema aquí, no nos confundamos, es que una vez más el máximo referente de la Selección, su capitán por años, acusa que se han hecho mal las cosas. ¿No lo vamos a escuchar ni siquiera un poquito?



Uno de los mayores errores administrativos del anterior proceso de la Selección fue permitir que un grupo de jugadores, o alguien del staff, vetara la llegada de Rodrigo Gómez como Jefe de Comunicaciones de la ANFP. Nunca se supo bien si fue Bravo solo, si se sumaron otros jugadores o si, por celos, miembros del antiguo grupo que trabajaba junto al combinado nacional atornillaron al revés. Pero el caso es que incluso Pizzi terminó aceptando opiniones que excedían, con largueza, las atribuciones de los implicados.

Lo que ha pasado ahora no está en la misma esfera. Claudio Bravo, el capitán de la Selección por años (no precisamente por ser un tarado, un loco o un tipo poco juicioso, sino justamente por todo lo contrario) ha hecho un reclamo esta vez en el exacto ámbito de su incumbencia: "Soy arquero, trabajo en el primer nivel mundial hace rato, y en la Selección el trabajo de preparación para nosotros es muy deficiente. ¿Podemos mejorarlo?". Traduzco el fondo, porque eso es lo que importa.

¿Se equivocó en la forma? Debatible. La oportunidad, contra lo que muchos dicen, es perfecta: antes de que se inicie un nuevo proceso. Si no es ahora, cuándo. ¿Es un gallito con el cuerpo técnico por la elección de su gente? Tampoco. La polémica se ha generado, justamente, con los miembros del staff de Rueda… que no eligió el colombiano. El choque es con la ANFP, no con el nuevo técnico, que de hecho estaba muy abierto a conversar el tema con el que, convengamos, más sabe de esto en toooodo el fútbol chileno: Bravo.

Sigamos en la forma ¿Hubo confusión de roles, exceso de atribuciones, conflictos de poder? Probablemente, porque por lo general no son los jugadores los llamados a decidir ciertas cosas administrativas… Pero sí resulta sano que tengan opinión respecto de lo que los atañe directamente: el trabajo en cancha, lo futbolístico. Y no es bueno el silencio si desde dentro se conocen y viven detalles de un trabajo peligrosamente deficiente que puede terminar perjudicándolos a todos. Trabajemos en lo que trabajemos, todos sabemos que, alcanzado cierto nivel profesional, es perfectamente legítimo que los mejores y más capacitados del grupo, viendo que las jefaturas se equivocan o hacen mal las cosas, reclamen y actúen. Hace mucho rato que la vida y el fútbol no es, como a algunos le encantaría creer, un territorio de esclavos. Como en cualquier otra pega, si yo sé más que mi jefe y si mi jefe se está equivocando, lo voy a hacer ver y voy a pedir -incluso exigir- cambios. Y si no se hacen, no sigo no más. Legítimo. El principio de autoridad dura hasta que la autoridad se pierde producto de la falta de capacidad. Nadie tiene la obligación de sostener, con sus prestigio, errores ajenos.

Dicho esto, insisto que el tema interesante en este caso es mucho más de fondo que una mera lucha de poder o un reglamento de funciones (que por lo demás siempre se ha respetado poco y nada para uno y otro lado de la mesa).

El tema aquí, no nos confundamos, es que una vez más el máximo referente de la Selección, su capitán por años, acusa que se han hecho mal las cosas. ¿No lo vamos a escuchar ni siquiera un poquito? Ya había denunciado indisciplinas. Ahora habla de gente que trabaja mal y que no fue visada ni por el actual cuerpo técnico ni por los jugadores. ¿Injusto? Capaz. ¿Pero si no, si es verdad lo que dice Bravo?

Chile no clasificó al mundial por algo. Fue un desastre. Fue tristísimo. Doloroso. Todavía estamos sufriendo. ¿Las razones? Justo lo que denuncia Bravo: trabajo mal hecho, menos horas de estudio, escasa exigencia, indisciplinas, dejación, flojera, falta de humildad, mal análisis de los partidos. El drama, justamente, es que no se quiso ver o se tapó un sistema laboral que, a todas luces, era peor que el usado antes por Sampaoli. Lo dijo Marcelo Díaz. Lo echaron. Lo dijimos algunos periodistas. Nos "cortaron" y nos dijeron de todo. Lo dice, de nuevo, Claudio Bravo. El capitán nada menos. ¿También haremos oídos sordos? ¿Nos vamos a quedar solo con la forma? Ojalá que no. Porque sería lamentable que, por pedir mejorías, prescindiéramos justamente de los dos jugadores más pensantes que ha tenido la generación dorada: Díaz y Bravo. Vaya casualidad. ¿Que son buenas personas Whiteley y Ovalle, que era buena persona Pizzi? Puede ser ¿Por qué no? El problema es que eso da lo mismo. En el alto nivel o eres bueno o eres bueno. Ojalá el mejor. Eso es lo que manda. Si no, no hay cómo. El resto es melodrama, verso, barrio y Chile antiguo. Y no tengo para qué recordarle cómo nos iba antes por priorizar emociones menores en vez de mayores exigencias.

PD: Por esa misma petición de profesionalismo, lo que sí fue un grave error de Bravo fue matizar, queriendo o sin querer, las acciones del delincuente Jadue. Como el nazismo, esa parte de la historia, de nuestra historia, no resiste matices. La verdad judicial e histórica ya es cosa juzgada y sólo permite una manera de verlo: ojalá, cuanto antes, haya condena, castigo y cárcel para la tropa de ladrones que asoló nuestro fútbol hace algunos años.

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