Si el mesías es Harold...
Para los cristianos la llegada del Mesías representa la segunda venida de Cristo. Para los futboleros esa representación sería el idolatrado Marcelo Bielsa. Él puede borrar las tristezas y devolvernos las alegrías. Acá tiene su tierra prometida.
No ir a Rusia 2018, aumentó la depresión en la marea roja. Para esa fiesta no habrá jolgorio y humo en las parrillas de los chilenos.
La adhesión a Bielsa es incontrarrestable. Su sello indeleble en nuestras almas permanece intacto. La otra cara de la moneda se llama Harold Mayne Nicholls.
El rubio periodista en la testera del fútbol dio en el clavo en traer al rosarino. El éxito no se combate, dijo Napoleón. Y es cierto, Chile clasificó al Mundial de Sudáfrica, donde el antofagastino puso todas sus fichas en ese magno evento. Desatendió muchas otras tareas, pero organizó el mundial femenino, impulsó las divisiones menores y… aquí tengo mis reparos.
El parco ex funcionario FIFA de matices suizos, con el sabor del poder se convirtió en soberbio dictador. Pisó el palito y viajó con toda su parentela arrendando un bungalow en la tierra de Mandela. ¿A cargo de quién? Invitó - acto desatinado que le salió muy caro - a la entonces saliente Presidenta Michelle Bachellet.
No creó la deseada Dirección Técnica Nacional. Contrató a amigos y despidió con fuertes encontrones a árbitros resistiéndose a pagar indemnizaciones. Y no tiene nombre el trato vejatorio con promesas incumplidas al Negro Sulantay.
Desechó los insistentes reclamos de ANFA -el otro miembro de la Federación - por los derechos económicos que le corresponden por estatutos. Y no olvido su evidente despido de FIFA donde violó los artículos del Código Ético relativos a las reglas generales de conducta, lealtad y conflicto de intereses. Hoy su fundación está en crisis con problemas internos.
Para Mesías como Harold, prefiero seguir mirando la tierra. Y si estamos con depresión maníaca, observemos el cielo, abramos los brazos y que venga no más el loco lindo. En este delirio nos arreglamos. Cara o sello.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.