“He ganado 25 medallas en Mundiales, siete en Juegos Olímpicos, y soy una superviviente de abuso sexual”. De esa manera se presentó la gimnasta Simone Biles ante un comité del Senado estadounidense, que investiga una eventual negligencia del FBI en el mayor escándalo deportivo del siglo: el caso del depredador sexual Larry Nassar. Biles, de 24 años, y otras tres atletas de élite, también supervivientes de los abusos del exmédico del equipo de gimnasia femenino norteamericano, concurrieron a exigir que los agentes involucrados en la investigación sean procesados por no haber detenido a Nassar mientras cometía los abusos.
En los estremecedores testimonios de Biles y de las también medallistas olímpicas McKayla Maroney, Aly Raisman y Maggie Nichols, estaba el factor común del mal actuar de los policías. “El agente que me entrevistó me quería convencer de que no valía la pena abrir un caso criminal contra Nassar”, narró Raisman, quien insistió en hablar con los investigadores del caso durante 14 meses. A Maroney, quien relató a empleados del FBI cómo Nassar le había metido los dedos en sus genitales durante horas cuando tenía 13 años, le respondieron: “¿Eso es todo?”.
Nassar abusó de cerca de 70 niñas y jóvenes desde que el FBI conoció las primeras acusaciones contra el depredador sexual en 2015. Al ser consultado sobre qué salió mal durante la investigación, el director del FBI, Christopher Wray, solo dijo: “No tengo una buena explicación”.
El Departamento de Justicia publicó en julio un informe en que detalla los “numerosos y fundamentales errores” que cometió el FBI en la pesquisa sobre los abusos cometidos por Nassar. “La acción y la inacción de los empleados del FBI que se detallan en el informe son totalmente inaceptables. Traicionaron el deber fundamental que tienen de proteger a las personas”, apuntó Wray, quien ejerce como director del FBI desde 2017.
Biles, muy afectada, dijo: “Culpo a Larry Nassar y a todo el sistema que lo permitió y perpetró”. La cinco veces campeona del mundo acusó a la Federación de Gimnasia de Estados Unidos (USAG), y al comité olímpico y paralímpico de EE UU de que sabían desde “mucho antes” que había sufrido abusos. A pesar de eso, el FBI nunca la contactó para su investigación.
“No quiero que ningún otro joven atleta olímpico ni ningún otro individuo sufra el horror que yo y que otros cientos han soportado y continúan soportando hasta hoy”, añadió. “Esta audiencia es una de nuestras últimas oportunidades de obtener justicia”, agregó Nichols, quien fue la primera en denunciar a Nassar ante su entrenadora en junio de 2015. Sin embargo, los directivos, quienes, en vez de alertar inmediatamente a las autoridades como exige la ley, abrieron una investigación interna y prohibieron a los padres de Nichols acudir al FBI. Para la atleta, que vio truncada su carrera cuando rompió el silencio, la USA Gymnastics y el FBI “traicionaron” a las supervivientes al perpetuar y permitir una cultura de abuso que desde su punto de vista -compartido con el resto de sus compañeras- aún prevalece.
Los senadores les preguntaron a las gimnastas qué tenía que suceder para que sintieran que se estaba haciendo justicia. “Ignorando quién sabía qué y cuándo [se enteró], no podemos identificar a todos los facilitadores o determinar si todavía están en posiciones de poder. Simplemente, no podemos solucionar un problema que no entendemos, y no podemos entender el problema hasta tener todos los hechos”, respondió Raisman, quien insistió en que se abra una investigación independiente sobre por qué la federación y el Comité Olímpico ignoraron los informes de abuso. “Si ellos no me van a proteger, quiero saber a quién sí están tratando de proteger”, cerró Maroney.