El estreno de Argentina en el fútbol olímpico masculino no pudo tener más accidentes. Incluso, para los organizadores el duelo ante Marruecos todavía contaba con el rótulo de “suspendido” minutos después del trágico desenlace del 2-2. Un par de horas más tarde, ya sin el público que había desbordado en el campo, el VAR anuló el gol y los transandinos cayeron en el debut.

Una abarrotada cancha de Saint-Étienne hizo sentir su hostilidad hacia los sudamericanos desde los himnos, cuando las pifias generalizadas impidieron la correcta interpretación.

Y es que lo que ocurrió en el final del enfrentamiento fue insólito. Los de Javier Mascherano perdían por 2-1 en el minuto 90 del encuentro, cuando el cuerpo arbitral que encabezaba el sueco Glenn Nyberg decidió dar la insólita suma de 15 minutos de descuento.

Justo en la hora de juego de la segunda parte, tras una serie de rebotes y remates en el horizontal, la Albiceleste logró la igualdad 2-2 con un cabezazo de Cristian Medina, tanto que finalmente fue anulado.

Entonces se desató la furia de la parcialidad africana, mayoría absoluta en el recinto galo. Ya habían ingresado un par de veces a la cancha, pero en el final todo se desbordó.

Una bomba de estruendo que cayó muy cerca de los transandinos fue el punto de inicio para el caos en Saint-Étienne. Decenas de simpatizantes de los Leones del Atlas ingresaron al campo mientras el VAR revisaba la conquista.

En medio del desorden, el técnico Javier Mascherano indicó a sus jugadores que se marcharan al camarín pero el duelo seguía como suspendido en los canales oficiales.

Luego de 40 minutos del bochornoso final, el encuentro se fio por finalizado y los organizadores invitaron a los pocos hinchas que quedaban en las tribunas a retirarse.

Los incidentes

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