En una charla con el podcast Songcraft, Duff McKagan, bajista del grupo, reveló el proceso tras la creación del icónico tema del grupo, y como la reconocible introducción tocada por Slash, en realidad tenía otra finalidad. Pero las cosas tuvieron un giro.
Un recital muy extenso de casi tres horas y cargado de temas clásicos, un Axl Rose increíblemente puntual y una pulida relación con Slash, son algunos de los puntos a destacar en el concierto agendado esta noche en el coliseo de Ñuñoa.
Su nombre es un ineludible del rock. Con múltiples éxitos y casi cuatro décadas de existencia, la banda liderada por Axl Rose y Slash sigue llenando estadios, tal como lo harán este miércoles 5 de octubre en el Nacional. ¿Qué elementos hay detrás de su vigorosa vigencia? Expertos consultados por Culto se aventuran a desentrañar el espíritu de un clásico que trasciende generaciones.
El mítico guitarrista de Guns N' Roses ha usado históricamente guitarras Gibson Les Paul y cabezales Marshall. Sin embargo, hoy en Culto quisimos adentrarnos un poco más y repasar más detalles de la configuración de equipos del músico.
La revista especializada destacó un par de piezas del trabajo del guitarrista. Un experto las analiza para Culto y desentraña algunos de sus secretos.
Aparecido un día como hoy en 1987, Appetite for destruction es un disco ruidoso que sin embargo hace cumbre en sus baladas, ese momento en que la banda de Axl Rose y Slash nos dice que detrás de la fachada dura, impenetrable, hay algo parecido a un corazón que late.
El tema de 1987 publicado en el álbum Appetite for Destruction, busca reflejar cómo la banda veía a la ciudad de Los Angeles.
La banda tras "Welcome to the jungle" lanzará en junio una edición de lujo que además tendrá algunos de sus mayores éxitos mezclados con canciones inéditas. La publicación se espera para el 29 de junio.
Se trata de una reedición remasterizada de su disco debut publicado en 1987, e incluirá 73 pistas, 49 de ellas si editar.
La primera versión de la carátula del disco debut de Guns N' Roses incluyó una caricatura de una violación, un robot futurista y un demonio voraz. Demasiado crudo para la época. Un concepto que hasta pudo tener a la tragedia del transbordador Challenger como una de sus protagonistas, pero fue censurado por la disquera.
La placa, alabada y éxito de ventas, cumple hoy 30 años de su salida al mercado.
