El disco debut de los ingleses fue el resumen de un aprendizaje de años en que formaron su sonido a partir de una mezcla de intereses, entre la expansión sonora de Radiohead y el estilo de Jeff Buckley. Con canciones sencillas pero emotivas, como "Trouble", "Don't Panic", "Sparks" y el hit "Yellow", la banda se posicionó como una propuesta más quieta y optimista frente al rugido del Nu Metal y las cavilaciones de los nostálgicos de turno. Como lo dicen al cierre del álbum, en realidad, no todo estaba perdido.