El domingo, Argentina celebró las parlamentarias de medio período, que tuvieron cierto sabor a referéndum respecto del Gobierno de Alberto Fernández. Los datos proyectaban un fracaso contundente del oficialismo, en línea con los malos resultados de las primarias de septiembre. Pero los vaticinios se cumplieron solo a medias. Si bien la oposición obtuvo un rotundo triunfo a nivel nacional, los votos obtenidos en Buenos Aires moderaron el impacto de los malos resultados del kircherismo.A partir de ahora, será especialmente compleja la nueva conformación del Senado, donde el peronismo perdió su histórico quórum propio, es decir, la posibilidad de discutir los proyectos de ley sin el apoyo de otros partidos. Por primera vez, la jefa política del kirchenrismo, la vicepresidenta Cristina Fernández, deberá sentarse a negociar con sus adversarios políticos.Con una participación del 71% de los electores –la cifra más baja desde el retorno a la democracia– las parlamentarias argentinas no solo reconfiguraron las relaciones de fuerza entre el kichnerismo y la oposición, sino que las dinámicas intestinas de cada bloque y los énfasis del segundo tiempo del Gobierno de Fernández, que tiene por delante una delicada negociación con el FMI.Para el analista político argentino Claudio Jacquelin, columnista del diario La Nación, los resultados del domingo tienen especial relevancia con miras a la carrera por la Casa Rosada 2023, que ya arrancó al otro lado de la cordillera.