¿Era posible que nadie cuadrara cuentas entre un sueldo de general y una vida de magnate? ¿Nadie vio los autos, los cocineros, las joyas, ni supo de los viajes? ¿Un estilo de vida así no llama la atención entre los políticos que debían relacionarse con él? ¿O era una costumbre en aquellas alturas institucionales que los generales vivieran así? Puede que nadie supiera, puede que no hubiera vergüenza, puede que el temor a incomodar al alto mando fuera más fuerte que el deber de frenar algo evidentemente escandaloso.
María José Ahumada
2 mar 2019 02:40 PM