Tras la toma de Mosul, el Estado Islámico de Irak y Siria se posiciona como uno de los grupos jihadistas radicales más poderosos en la región.
AFP
11 jun 2014 07:27 AM
Tras la toma de Mosul, el Estado Islámico de Irak y Siria se posiciona como uno de los grupos jihadistas radicales más poderosos en la región.
La caída de Mosul es un fuerte revés a los esfuerzos de Bagdad para luchar contra militantes sunitas que han vuelto a ganar terreno en Irak.
La elección del sucesor presidencial ha fracasado por quinta vez, luego de que las facciones chiitas y la coalición sunita no llegaran a consenso. Según las leyes del país, el presidente debe ser un cristiano maronita.
El experto sostiene que la centralización del poder en las manos de Al Maliki ha sido evidente en su último mandato.
Una bomba explotó al paso del convoy en que viajaban los altos cargos cuando se dirigían a la capital de la región autónoma del Kurdistán, de acuerdo a una fuente de la policía.
Grupos de dos barrios, unos sunitas y los otros alauitas, una facción derivada del chiismo a la que pertenece el presidente sirio, Bashar Assad, se enfrentan desde principios de semana en la ciudad de Trípoli y el Ejército local no ha podido controlar la violencia.
Se trata de grupos sunitas que pretenden sacar del poder a los alauitas, vertiente del islam a la que pertenece el presidente sirio, a los que consideran apóstatas. Algunos rebeldes locales miran con recelo esta irrupción.
La serie de atentados en Bagdad son la consecuencia de la confrontación entre sunitas y chiitas en el Parlamento y en el gabinete del primer ministro, Nuri al Maliki, señalan analistas.
Nouri al-Maliki dijo que el gobierno debe revaluar los planes de seguridad para enfrentar los desafíos terroristas.
Nouri al-Maliki dijo que el gobierno debe revaluar los planes de seguridad para enfrentar los desafíos terroristas.