Los chilenos nos aferramos al eclipse con una felicidad inusitada. Es una promesa a la que abrazar. Llega en medio de cierta sensación de contracción, de miedo y de ausencia de fiesta; de una cotidianidad pesada y demoledora. Por lo mismo, todo parece fugarse hacia él. No importa tener lentes. El eclipse es otra cosa, una metáfora, un símbolo que reinventa el paisaje.
Álvaro Bisama *
5 jul 2019 06:09 PM