Si bien son procesos diferentes, todos parten en el mismo lugar: Oriente y, básicamente, China. Mientras la confección de marcas propias son encargadas directamente por cada retailer a fábricas multimarca, las compañías internacionales tienen fabricantes exclusivos, propios u operados por terceros. Las marcas globales encargan sus prendas y las venden a los comercios. A ese mundo se suman representantes o distribuidores en el país, quienes pagan un royalty para ello. En el otro lado están los vendedores de saldos... un mundo con un sinfín de eslabones que hoy mantiene a algunos de ellos enfrentados en Chile.