El viernes a las 13.00 el expresidente Sebastián Piñera llegó a La Moneda a conversar con el Presidente Gabriel Boric. El motivo de la visita era abordar la conmemoración del Golpe de Estado e intentar llegar, como sea, a un acuerdo sobre el valor de la democracia.
El plan es que los expresidentes Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet -que también se reunirán con Boric en los próximos días-, además de Piñera, sean parte del acto llamado “Por la democracia, hoy y siempre” que se realizará el 11 de septiembre en La Moneda y que puedan firmar el compromiso, al que también se invitó a todos los partidos, aunque han manifestado mayor resistencia. Ese, dicen en La Moneda, que antes se veía como un mínimo esperable de la conmemoración, se terminó por convertir en el peor de los enredos.
El clima político, ha reconocido Boric a sus cercanos, no es el que esperaba para la conmemoración, y con ello en La Moneda han tenido que bajar las expectativas en torno a un acto que en su diseño original tenía todo para ser exitoso: un Presidente de izquierda, declarado admirador de Salvador Allende -incluso lo mencionó en su discurso al asumir-, y el Partido Socialista y el Partido Comunista, protagonistas de la Unidad Popular, en la primera línea del gobierno con figuras como Maya Fernández, nieta de Allende, y Carolina Tohá, hija del exministro del Interior asesinado en dictadura, José Tohá, en el gabinete.
Pero no fue suficiente. Los intentos por guiar las actividades de la fecha han generado fricciones con los partidos oficialistas y de oposición -que han asegurado que el gobierno ha “polarizado el debate”- y también dejaron a dos ministros y a uno de los hombres más cercanos al Presidente en el camino: Julieta Brodsky (Convergencia Social), Jaime de Aguirre y Patricio Fernández.
Esta semana el mismo Boric se refirió al contexto en el que se enmarcará el hito. “El ambiente está eléctrico, está cargado. No sé si ustedes lo sienten, pero siento que si toco a alguien le daré la electricidad en cualquier momento”, dijo el Presidente en el aniversario de la UTEM, a propósito de la conmemoración. Un día antes, el mismo Mandatario había tensionado el clima en pleno velatorio del presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier. “Murió como un hombre digno, orgulloso de la vida que había vivido. Hay otros que mueren de manera cobarde para no enfrentar a la justicia. Ahí hay diferencias humanas”, aseguró Boric, refiriéndose al suicidio de Hernán Chacón, exbrigadier del Ejército condenado por el homicidio del cantante Víctor Jara.
No fue lo único. El miércoles, en el Día del Detenido Desaparecido, Boric presentó el Plan Nacional de Búsqueda en medio de la polémica que habían generado sus declaraciones. Por ello, la oposición no asistió a la actividad.
Desde que el Mandatario empezó a coordinar acciones para la conmemoración, se han ideado diferentes proyectos y se han evaluado distintos planes -algunos más ambiciosos y masivos que otros-, que finalmente, por la contingencia y el clima político, no vieron la luz.
Así, en la oposición han asegurado que las señales han sido confusas. “Te pega un combo y te invita al cumpleaños”, se suele escuchar. Primero, porque la invitación del Presidente a firmar un acuerdo les llegó por sorpresa: fue por la prensa, desde España, y con un contenido que distaba de lo que se había conversado para enmarcar la conmemoración: que en vez de mirar al pasado y cuestionar el Golpe, se pusiera el foco en el futuro.
“Vamos a invitar a todos los partidos de Chile a firmar una declaración”, dijo Boric el 15 de julio desde Europa. El compromiso, dijo, giraba en torno a dos ejes. El primero, “que convengamos todas las fuerzas políticas, independiente de nuestras posiciones actuales, que los problemas de la democracia se tienen que resolver con más democracia y no con menos. Por lo tanto, un Golpe de Estado es inaceptable”. En segundo lugar, “que nada, ni las diferencias más agudas justifican la violación de los derechos humanos de quien piensa distinto, ni de nadie”.
El Presidente -a veces fruto de sus pasiones-, boicoteó una de las ideas primordiales de la conmemoración, que era la búsqueda de un acuerdo por el cuidado y la defensa de la democracia, firmado por todos los partidos. De ahí en adelante, la situación solo se ha puesto -al decir de Boric- bastante eléctrica entre la clase política.
La primera intención
Habían pasado un par de meses desde que Boric llegó al poder cuando la exministra Brodsky le pidió una reunión al Presidente. Se le habían acercado desde la Fundación Salvador Allende y de otras organizaciones de derechos humanos para ver qué pensaba hacer el gobierno con la conmemoración de los 50 años. Hasta ahí, no había nada, más allá de lo que se señalaba en el programa de gobierno sobre reparación a víctimas de violaciones a los DD.HH. Pese a las alusiones directas del Presidente en su discurso inicial, y su admiración confesa y reiterada hacia Allende, no había propuestas concretas sobre los 50 años.
Luego de esa conversación se creó una mesa interministerial para ver las acciones. Participaban Justicia, Cancillería, Defensa, Educación y Cultura, entre otros.
Pasó el tiempo y en septiembre de 2022, en medio de la gira a la Cumbre de la ONU en Estados Unidos, el Presidente le planteó a su equipo una idea: que cuando se cumplieran los 50 años quería hacer una cumbre en Chile sobre el valor de la democracia.
La lista de invitados era ambiciosa. Además del presidente de España, Pedro Sánchez, se pensaba en el expresidente de Estados Unidos Barack Obama y el Presidente de Irlanda, Michael Higgins, además de actores de Hollywood y figuras internacionales como Bono, vocalista de U2. El Rechazo recién había dado el batatazo, y el golpe no era del todo aquilatado en La Moneda.
Hoy, a una semana de la conmemoración, ninguno de ellos podrá asistir. El último en justificar su ausencia fue Higgins, quien fue observador en el plebiscito de 1988, pero que tuvo que restarse por motivos de salud.
Quienes sí vendrán serán los presidentes Manuel López Obrador (México), Alberto Fernández (Argentina) y Gustavo Petro (Colombia), además de representantes de Alemania y el primer ministro de Portugal, António Costa. Un elenco distinto al de la idea inicial, que tenía la transversalidad como eje. “Que nadie sintiera que era un acto solo suyo”, repiten en La Moneda.
Los invitados no han sido el único cambio en las expectativas y de foco de la conmemoración. En noviembre de 2022 Patricio Fernández -uno de los hombres más cercanos al Presidente- llegó a La Moneda a hacerse cargo del aniversario, dejando atrás los otros avances. Para entonces, en el Ministerio de las Culturas tenían trabajo adelantado: el diseño que se evaluaba era un logo hecho por Alejandro “Mono” González, artista clave en la estética de la Unidad Popular y el retorno a la democracia. El afiche consistía, según quienes pudieron verlo, en un fondo negro con un impacto de bala. Pero Fernández aconsejaba algo diferente y así se lo manifestó al comité de ministros.
El cambio de estética -que terminó a cargo de la diseñadora Constanza Gaggero- buscaba que el foco no estuviera en la polarización ni en ánimos revanchistas del pasado, sino que en buscar acuerdos para el futuro. Por eso se creó la flor de los 50 años, que fue presentada en abril bajo el lema “democracia es memoria y futuro”.
Apenas arribó Fernández buscó llegar a un acuerdo entre todos los partidos con el énfasis en las palabras democracia y el futuro. Desde la mesa interministerial se convocó a los partidos de oficialismo y de oposición, en diciembre, y se les presentó un relato que en marzo -a través de un oficio- les envió Brodsky a todas las instituciones públicas y policiales. Se llamaba: “Relato Oficial Conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado de 1973″. El nombre generó de inmediato la molestia de los partidos, porque instalaba una versión única de los hechos, lo que motivó distintas recriminaciones desde Presidencia al Ministerio de las Culturas.
También hubo críticas desde la oposición por el tono del documento. “Si las fuerzas que terminaron con la democracia ese 11 de septiembre de 1973 ahora parecen lejanas, diariamente constatamos la irrupción de nuevas corrientes que la acechan. Esta es también, por tanto, una ocasión para reflexionar acerca de los riesgos y amenazas que ella sufre en la actualidad, y renovar nuestro absoluto compromiso democrático”, se leía en el oficio. Y lo que se quería era justo lo contrario: establecer que no hay verdad oficial respecto del pasado, pero sí compromiso común respecto del futuro.
Junto con la bajada del “relato”, la intención era que en enero se presentara el sello oficial -que ya estaba diseñado-. Nuevamente se evaluaron posibilidades ambiciosas, como anunciar la campaña en el Cerro Chena -lugar en el cual se cometieron violaciones a los derechos humanos- y donde se realizará un sitio de memoria. También se evaluó la alternativa de tener actividades todos los meses, con invitados internacionales de peso (ahí se sondeó la alternativa de Bono).
Pero estallaron los indultos presidenciales y se retrasó la presentación. Los ánimos de la oposición se crisparon y la disposición a apoyar las iniciativas del gobierno fue disminuyendo.
En febrero llegaron los incendios y el gobierno no encontraba la fecha idónea para presentar el sello. Fueron varias las actividades que estaban en coordinación con el ministerio que no se dieron en el marco oficial por el retraso del anuncio. Hasta que, antes de eso, llegó el cambio de gabinete, con el ajuste en Culturas como uno de los grandes anuncios. En reemplazo de Brodsky el Presidente llamó a Jaime de Aguirre -uno de los creadores de la campaña del “No”-, lo que fue visto como un gesto claro hacia la conmemoración. Pero tampoco resultó.
El sello recién se presentó el 2 de abril en un evento en el Parque La Castrina, en San Joaquín, en homenaje al rol de las iglesias en la dictadura. “No voy a descansar y voy a dar lo mejor de mí, y nuestro gobierno, nuestros colaboradores, no me cabe ninguna duda que también, para alcanzar ese horizonte. Un Chile donde el futuro sea sinónimo de libertad, de democracia y de respeto, de justicia y dignidad. Un Chile más justo, con memoria y con futuro, donde todos y todas tengamos el derecho de vivir en paz”, dijo el Presidente en su discurso.
De todas formas, después de la presentación del sello la coordinación no mejoró. En las reuniones los partidos insistían en su preocupación por la conmemoración. El 18 de mayo, en una reunión con las directivas oficialistas, el ministro De Aguirre y el subsecretario de Derechos Humanos, Xavier Altamirano -quien también se sumó en marzo-, hablaron de hacer un “monumento al trabajo del cuerpo militar en la construcción de la Carretera Austral, en reemplazo del actual monumento a Pinochet en La Junta”. Pero con el tiempo las gestiones se enredaron, por la resistencia de la comunidad, y el ánimo se empezó a crispar. Hoy reconocen en La Moneda que la posibilidad de retirar el monumento se ve muy difícil.
Otro de los planes que se descartaron de plano fue hacer un acto masivo, con música, el sábado 9 de septiembre, del que pidió hacerse cargo a De Aguirre. Se evaluaron escenarios: en La Moneda pensaron que podrían contar con el Estadio Nacional -pero solo podrá haber actividades en el frontis por los Juegos Panamericanos-, luego se sondeó el Parque O’Higgins y también hacer algo en la Alameda. Pero no resultó. Entre el riesgo de tener manifestaciones violentas y ante la crisis por el lío de platas entre el Estado y fundaciones, en el gobierno optaron por retroceder. También en Cultura había un escenario complejo: las polémicas del mismo ministerio, como el rechazo a participar de la Feria de Frankfurt, hicieron que De Aguirre no pudiera avanzar como esperaba y terminaron sentenciando su salida el 16 de agosto. La actriz Carolina Arredondo llegó en su reemplazo.
El asesor
La salida de De Aguirre no fue la única. A fines de junio había renunciado Fernández ante la exigencia del Partido Comunista.
“El reto de Boric no es la vuelta al pasado, sino que patear la pelota hacia el futuro”, dijo el escritor el 4 de junio en una entrevista con LT Domingo. Sus declaraciones generaron molestia en el PC y el reclamo fue planteado por los ministros de Apruebo Dignidad.
“¿Por qué un asesor del Presidente da entrevistas?”, decían. Las quejas fueron transmitidas desde Presidencia al escritor, quien pocos días después volvió a generar polémica al referirse al contexto en que se produjo el Golpe de Estado en una conversación con el sociólogo Manuel Antonio Garretón. Tras eso, los comunistas exigieron la renuncia del escritor y Manuel Guerrero -hijo del profesor asesinado en el caso degollados- asumió como jefe de Contenidos del Segundo Piso para mejorar la comunicación con los partidos y el mundo de los derechos humanos.
Las declaraciones de Fernández no fueron las únicas de las que se quejaron los comunistas sobre el tono de la conmemoración. El mismo 4 de junio, el Presidente, en televisión, recomendó lecturas sobre el Golpe de Estado: “Permítanme hacer una recomendación. Se habla mucho de la Unidad Popular y yo creo que es un período a revisar. Y desde la izquierda tenemos que ser capaces de analizarlo con mucho mayor detalle y no sólo desde una perspectiva mítica”, planteó el Mandatario, quien nombró dos libros: Las armas de la política, del español Joan Garcés (1976), y Salvador Allende, de Daniel Mansuy (2023), el intelectual de derecha cuyo libro tiene una visión crítica de la Unidad Popular.
La reflexión del Presidente no le gustó al PC y tampoco a partidos del Frente Amplio, que optaron por coordinar sus propias mesas de los 50 años.
El martes, el gobierno difundió el programa de actividades en el que se anunció una agenda legislativa en materia de derechos humanos, que incluiría buscar una solución para levantar el secreto Valech (uno de los compromisos presidenciales de Boric) y también buscar alternativas para la prohibición de la aplicación de beneficios carcelarios en crímenes de lesa humanidad.
Mientras que el 11 de septiembre, Boric espera poder firmar el compromiso, si no es con los partidos, al menos con los expresidentes. Sin Fernández en La Moneda, con cambio de ministro en Cultura y tensión entre el Presidente y la oposición -que el 22 de agosto pidió leer la declaración del Congreso de 1973 cuando se declaró el gobierno de Allende como inconstitucional-, la conmemoración está lejos de ser lo que habían imaginado. Ahora las condiciones son diferentes.
Piñera, al menos, aseguró que está dispuesto a firmar un compromiso “si hacemos una declaración que signifique renovar nuestro total y absoluto compromiso con la democracia, con el respeto a la Constitución y a las leyes, al Estado de Derecho, también con el respeto a los derechos humanos, condenar la violencia”.
Y, tras salir de la reunión con Boric, agregó: “Es fundamental conmemorar para aprender de esos errores. Y se cometieron muchos errores; cometimos muchos errores, antes, durante y después del 11 de septiembre del 73″.