Ni en Viña del Mar se podría apostar un pleno a la ruleta por quién se lleva el trono municipal esta noche. Tampoco en Ñuñoa, Las Condes, Vitacura y otras comunas. Candidatas, candidatos, sus equipos o aliados de batalla que luchan por plazas llegan desnudos de certezas. No se fían ciegamente.

¿Ansiosos? ¿Nerviosos? ¿Extenuados tras esta campaña larga e intermitente? ¿Que ya termine de una vez? ¿Entregados a lo que pase esta noche? Una o varias de las anteriores, responden de vuelta.

Predecir la municipal es un cuarto oscuro. El naipe se abrió con casi un centenar de alcaldes y alcaldesas impedidos de seguir y seguir repostulando. Más con el acertijo de cuánta gente votará, después de que el plebiscito de octubre disparara la participación. En algunas comunas más que se duplicó.

Viña sin Reginato

Lo de Viña no es broma para la derecha. Hace 17 años que está en poder de la UDI y Virginia Reginato no existe en la papeleta (sí en la de concejales). Las fuerzas locales del sector dicen tener dudas que prohíben desechar el riesgo de perder la alcaldía y entregársela al Frente Amplio.

La lucha es a 10 bandas, hasta con Marlen Olivari como independiente. Los oficialistas costeños hablan de un mano-a-mano entre Andrea Molina, antes diputada y antes UDI, y la RD Macarena Ripamonti. Con lo que se les pueda creer a las encuestas, las que manejan ahí pintan a ambas a un margen de error de distancia.

Una de las dudas que se interponen entre Molina y la alcaldía es precisamente Reginato. Antes habría sido vital para cualquier prospecto de heredero, pero hasta en su partido reconocen que la marca se gastó: en sus últimas elecciones perdió votos, y las denuncias de finanzas municipales en rojo de años recientes han hecho el resto.

En el comando de la candidata de Chile Vamos precisan que salvo unas fotos “protocolares”, ella se ha alejado leguas de la monarca saliente. Ni terreno juntas ni otras cosas: “Andrea no puede hacerse cargo de esa herencia”.

En la UDI otra voz es tajante, porque “si fuera ella, me lanzaría contra la Coty no más, pero Andrea no puede hacerlo”.

La otra duda se llama Rodrigo Vattuone, un exmarino que corre por fuera. En Viña es vox populi que este independiente daña porque estaría mordiendo unos 5,7 a 6 puntos que a Molina no le sobran.

El exoficial de la Armada ha insistido en que “destapemos la olla, que no da más de corrupción” y “es ilógico votar por la santiaguina”.

En defensa de la candidata ha salido el excomandante en jefe de la Armada y exsenador UDI Jorge Arancibia, que va por un escaño constituyente. A él no le gusta Vattuone. Hizo un Zoom con más de cien uniformados en retiro para insistirles que hay que cerrar filas por Molina: que más allá de que no sea viñamarina, el peligro es que el FA se quede con la alcaldía.

La UDI local insiste en que la exdiputada ha dejado las suelas en la calle. La han apoyado todos los precandidatos presidenciales del sector. En el plebisicito votaron unas 160 mil almas, más del doble que en la municipal 2016. El Apruebo marcó 116.910.

Un plebiscito a Sharp

Otro cuento se vive al extremo de la Bahía de Quintil. Cinco años después de conquistar Valparaíso (53,77%, 46.359 votos) y que la zona pintara para bastión frenteamplista -el único senador lo tienen acá con el RD Juan Ignacio Latorre-, Jorge Sharp pelea su reelección en un cross country.

Los aliados que le quedan en la zona narran que por campaña territorial y otras virtudes no se ha quedado. Que creen que no corre peligro. Que algunas críticas en su contra son exageradas. Pero no niegan que esto se parece harto a un plebiscito al alcalde.

Sharp enfrenta a cinco retadores, pero solo uno es de derecha, el UDI Carlos Bannen -no hay Republicanos acá-, y el resto augura una posible dispersión de votos de centroizquierda e izquierda (corre uno de Unión Patriótica , partido que está más allá del PC). Y casi todos tienen cuentas pendientes con el incumbente.

Dos de ellos -Claudio Reyes y el DC Marcelo Barraza- fueron parte del grupo de seis concejales que en noviembre presentaron cargos por notable abandono de deberes contra Sharp. Del PC a la UDI.

El concejo ya logró el año pasado derribarle a su administrador municipal.

Sharp ya no cuenta con el apoyo del Pacto Urbano La Matriz (PULM) que celebró el 2016. La semana pasada dijo que “somos muchos más” que entonces y que “buena parte de los que fundaron el PULM” lo apoyan. El mismo día un grupo de exintegrantes del colectivo salió a desmentirlo.

El alcalde compite como independiente. El año pasado renunció a Convergencia Social en protesta porque Gabriel Boric firmó el pacto del 15/N. Sus redes con el FA están ajadas, pero aún lo respaldan nombres como el diputado Marcelo Díaz (Unir, ex PS).

Si logra reelegirse, ven en la oposición, sus próximos cuatro años tendrán la presión de sacarse de encima la imagen de un Puerto lacerado por el estallido y el virus.

Ese desordenado distrito 11

Evópoli ya ha reclamado -calculan ahí- al menos unas cinco veces a la UDI por no controlar el desorden de apoyos cruzados con la gente de Republicanos en Vitacura, que tiene en suspenso que el partido más joven de la coalición conquiste su primera alcaldía con Camila Merino.

Hay más en liza en una de las dos capitales -junto con Las Condes- del Rechazo (hoy de la indisciplina). Si José Antonio Kast se lleva una o ambas comunas, detrás vendrá la duda de qué diantres hace la derecha con las parlamentarias.

Esto era casi un pacto de sangre en Chile Vamos: todo para Merino (ganó una primaria) y nada para los ajenos al bloque. Lo mismo en Las Condes.

Pero como además la coalición eligió competir contra la gente de Kast, y al mismo tiempo ir aliados en la elección de constituyentes, lo acordado no se cumplió.

Empezó en el verano, con el candidato a concejal UDI Juan Ignacio Villela abiertamente jugado por el aspirante a alcalde Republicano Cristián Araya. El jefe gremialista Javier Macaya espetó que eso “estaba mal” y que era “obligación” cuadrarse con Merino.

En marzo comenzaron a aparecer palomas y lienzos del PVC con los dos junto a la ex UDI Marcela Cubillos, que en Chile Vamos esperan sea su primera mayoría en constituyentes. “Es un tema que vamos a resolver, nos parece absolutamente improcedente”, contestó entonces el capitán UDI.

La explicación extraoficial fue que eso no fue cosa de la exministra, sino que de Villela. Pero su esposa, Bárbara Soto, fue Seremi de Educación bajo Cubillos.

El domingo pasado, casi un tercio de la página 3 del Cuerpo D de El Mercurio lucía al ancho un banner: “Los Republicanos en Vitacura votan Marcela Cubillos y Cristián Araya”.

“Es una vergüenza”, mascullan en Evópoli. Pero algunas voces exculpan a la directiva UDI.

Merino dijo hace poco en un Instagram Live que literalmente había sacrificado un par de zapatos en terreno; con cuarentenas de ida y vuelta, las últimas semanas han sido intensas. La han apoyado sin descuadrarse los precandidatos presidenciales.

Su partido dice que va a ganar, pero en el sector varios leen que el fracaso en la guerra contra la indisciplina confunde al votante de derecha. Merino votó Apruebo. En Vitacura el Rechazo ganó por 67,13% sobre 32,87%.

Fue un margen mayor que en Las Condes (55,75% contra 44,25%). Acá esta noche todos están pendientes del destino de la presidencial. Si Daniela Peñaloza -que sí votó Rechazo- vence al Republicano Gonzalo de la Carrera, el mando UDI tendrá la pista desierta para inscribir el miércoles a Joaquín Lavín y no a Evelyn Mattthei a la primaria.

Si no lo logra y De la Carrera se queda con la alcaldía, algunos lavinistas creen que él irá tras horas extras, sueldos, planillas y otras municiones... después que las primarias ya estén corriendo. Al alcalde lo describen bien inquieto; los oráculos no son concluyentes.

O Chahin o Elizalde

A 23 kilómetros está Quinta Normal, en poder del PDC hace 17 años. Antes, el alcalde Manuel Fernández. Su hija Carmen Gloria ocupa el trono.

Se lo pelean siete nombres. Lo sabroso es que acá se resolverá si la razón la tenía el jefe DC Fuad Chahin o el PS Álvaro Elizalde. Cada uno inscribió su candidato cuando ninguno quiso ceder en la gresca que quebró -en enero- a Unidad Constituyente en dos pactos municipales.

Por el primero va Francisco Duarte y por el segundo, Karina Delfino, vicepresidenta de la Mujer PS. Elizalde y su secretario general, Andrés Santander, se juegan una personal (aunque ella viene de la Nueva Izquierda de Camilo Escalona). “Nos hemos esmerado”, dicen en el mando del partido.

¿Los otros cinco pretendientes? Un comunista (Pablo Reyes), un Comunes (Juan Pablo Sanhueza), dos independientes (Sergio Montrone y Verónica Montecinos, de quien izquierda y derecha dicen que captaría preferencias de ambos lados) y un UDI (Felipe Mora).

Dejando aparte cálculos -los PS dicen que tienen la comuna en la mano según sus números-, esto puede terminar de tres formas. Si la dispersión opositora termina con la plaza en los azules de la derecha es una, y ahí vendrán el “te-lo-dije” y un tren de recriminaciones; las otras dos implican que la DC conserve su trinchera, o que los socialistas se la arrebaten.

La última le serviría mucho al PS si es que sale de esto para atrás (dicen que eso no va a pasar, pero ya veremos a la noche) en otras alcaldías populares de la Región Metropolitana, como Pudahuel y El Bosque, donde tuvo que llevar caras nuevas porque a los legendarios Johnny Carrasco y Sadi Melo se les acabó la cuerda por la misma ley que le cortó las alas a Reginato en Viña y al RN Raúl Torrealba en Vitacura (24 años).

Ñuñoa, una intriga RN

En Ñuñoa arrasó el Apruebo (76,18% contra 23,82%) y votaron más de 125 mil personas. Ñuñoa es RN desde que en 1996 cayó en manos de Pedro Sabat, y sin eso su hija Marcela quizá hoy no sería senadora.

Un cuarto de siglo de inversión derechista hoy está en el balancín. Sabat renunció el 2015 anunciando que quería ir al Congreso; nunca ocurrió. Heredó Andrés Zarhi y el 2016 se validó con el 49,58% de los 65 mil que votaron. Menos de la mitad que en octubre.

Zarhi tenía las encuestas internas a su favor en RN, pero en contra la postulación de Guido Benavides. En noviembre pisó una mina antitanque: le juró a Sebastián Sichel “todo mi apoyo” en la presidencial cuando éste todavía presidía BancoEstado. Con la marea pro Mario Desbordes en contra, el partido y Chile Vamos inscribieron a Benavides.

Él compite contra cuatro opositores. Dos -según datos de distintos partidos- amenazan con quedarse con la Plaza Ñuñoa. Una es la concejala RD Emilia Ríos.

En el mando RN y parte del resto del arco temen que se cuele Juan Pablo Sáez, el actor que puso ahí la DC en represalia (según unos) por el lío con el PS por Quinta Normal. La candidata socialista Paula Mendoza se bajó en febrero.

La mesa RN y la gente del candidato aseguran que Zarhi ha puesto parte de su máquina en favor de Sáez. Más tarde sabremos en qué termina.