"Me la he pasado todo el día en Zoom”, cuenta el senador y presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, al describir una semana que estuvo marcada por tres eventos en los que, justamente, debió pasar su día frente al computador. No fueron jornadas fáciles para el exministro. Su ausencia en la votación sobre uno de los puntos más controvertidos del proyecto que limita la reelección parlamentaria le trajo costos internos y así se expresó el jueves en el último comité central de la colectividad, instancia que por primera vez en su historia se realizó de manera virtual.

Y, pese a su resistencia inicial, el senador por El Maule terminó liderando los contactos entre la oposición y el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, con el objetivo de coordinar el diseño que podría abrir camino a un acuerdo transversal para enfrentar la emergencia y que este viernes tuvo su puntapié inicial en una reunión online con el oficialismo. En esta entrevista, el exvocero de gobierno asegura que es prioritario alcanzar un consenso acotado que dé respuesta a la compleja crisis sanitaria, económica y social que atraviesa el país, y advierte que no está entre sus preocupaciones “quién capitaliza” este eventual pacto. Asimismo, descarta que el PS haya abdicado de asumir un rol más preponderante en la centroizquierda y, a diferencia de algunos de sus pares del sector, asegura que la evaluación de si el ministro de Salud, Jaime Mañalich, debe o no seguir al mando de la cartera, le corresponde exclusivamente al Presidente Sebastián Piñera.

Ha dicho que el gobierno no ha escuchado las propuestas de la oposición. Sin embargo, fue uno de los dirigentes del sector que se resistió inicialmente a la convocatoria a un acuerdo, ¿por qué?

En esta oportunidad, desde el primer día dijimos que teníamos toda la disposición de participar, porque entendemos que se está viviendo una emergencia de una magnitud enorme, y si no se actúa con celeridad, las consecuencias sociales van a ser dramáticas. No obstante, obviamente lo hacemos con escepticismo, porque hasta ahora el gobierno no nos ha escuchado, pero ante un desafío como este, obviamente no podemos restarnos y esperamos contribuir. Y lo hemos dicho con claridad: la primera responsabilidad le corresponde al gobierno, porque la mayoría de las iniciativas requieren de su sola voluntad.

Se lo pregunto porque han sido otros los que han liderado con más fuerza la posibilidad de alcanzar, por ejemplo, un pacto social. ¿Considera que el PS ha abdicado de asumir un liderazgo más preponderante?

Lo que estamos viviendo es de tal gravedad que más que estar preocupado de quién aparece en la foto o cuál es el partido que tiene mayor cobertura, en lo que realmente hay que concentrarse es en cómo generamos un acuerdo básico que permita superar esta emergencia, sobre la base de los tres tópicos que se acordaron el viernes: protección social, reactivación económica y marco fiscal. Tenemos que concentrarnos en este diálogo de urgencia para enfrentar la emergencia, porque si actuamos con tardanza las consecuencias las van a pagar todos los chilenos.

Pero más allá de lo que plantea, ¿cómo se hace cargo de esa crítica?

No creo que así sea. Fuimos promotores y artífices, por ejemplo, del acuerdo del 15 de noviembre y somos un partido que consistentemente ha planteado la unidad de las fuerzas progresistas. Hace un año eran muy pocos los que decían lo mismo y en las últimas semanas hemos visto un cambio de actitud de muchos actores políticos y eso nos parece positivo. E insistiremos en esa tarea. Tenemos una lógica quizás distinta. Entendemos que el proyecto de reformar Chile es un proyecto colectivo y, en ese contexto, obviamente el PS está haciendo todo el esfuerzo necesario precisamente para generar espacios de convergencia de las fuerzas políticas opositoras.

Hay quienes consideran que el PS está permanentemente mirando al Frente Amplio para tomar sus decisiones políticas. ¿Lo ve así?

Eso no tiene fundamento. Actuamos de acuerdo a nuestras convicciones y nuestro punto de vista. A veces hemos coincidido con el Frente Amplio y a veces hemos tenido diferencias. Distinto es que desde una lógica estratégica consideramos imprescindible el entendimiento de todas las fuerzas progresistas y el Frente Amplio es un actor nuevo que llegó para quedarse en la política. Esperamos con ellos construir espacios de entendimiento, pero también con los demás actores de la oposición.

¿No hay cierto temor a que ese sector capitalice hacia la izquierda?

La verdad es que no hemos actuado con esa lógica.

El exmandatario Ricardo Lagos dijo que en momentos como el actual hay que ponerse detrás del Presidente. ¿Lo comparte?

Lo importante es que el Presidente escuche, porque ha tenido poca capacidad de escuchar. Nos habría gustado que se hubiera actuado con mayor celeridad para enfrentar la emergencia sanitaria y también para impulsar las iniciativas sociales que minimicen su impacto. Y ser responsable con el país implica, por una parte, una actitud constructiva, pero también manifestar críticas cuando las medidas son insuficientes. Tenemos una evaluación muy negativa de lo que ha sido la estrategia del gobierno y por eso hemos señalado que queremos aportar, pero que el gobierno debe rectificar.

¿Ha habido mezquindad por parte de la oposición?

Eso corresponde a una caricatura y no tiene relación con la realidad. Veamos los hechos: los proyectos que ha presentado el gobierno para enfrentar la emergencia han sido aprobados por el Congreso, pero hemos señalado que son insuficientes. Entonces, si la crítica constructiva se interpreta como obstruccionismo, tenemos un problema de percepción de la realidad. Por lo demás, no hemos sido solo nosotros quienes hemos sido críticos; lo han sido los propios alcaldes del oficialismo y el Colegio Médico. Si la ayuda no ha llegado con la fortaleza suficiente, es porque el gobierno no ha tenido disposición para escuchar nuestras propuestas, que consisten en algo muy simple: el esfuerzo fiscal debe ser superior.

¿Por qué se decidió que este fuese un pacto acotado y no uno amplio?

Esta es una carrera contra el tiempo. El diagnóstico del gobierno era errado y por eso es necesario que rectifique. Estamos llegando atrasados tanto en materia sanitaria como en materia social. Y como es una carrera contra el tiempo, el diálogo tiene que estar acotado a la emergencia y los tres aspectos que se abordarán son fundamentales. Si pretendemos un diálogo con un mayor alcance eso dilataría el proceso.

Pero algunos han planteado la necesidad de avanzar rápidamente en temas más estructurales, como la reforma a las pensiones.

Vamos por parte, los acuerdos son acuerdos una vez que se acuerdan, no antes. En este minuto estamos obviamente en proceso de diálogo. Por ahora se debe acotar a la emergencia, porque tenemos una urgencia de la cual hay que hacerse cargo. En los otros aspectos tenemos puntos de vista diferentes, lo que es legítimo y tendrá que resolverse por los mecanismos institucionales propios de la democracia. Si es posible avanzar, bienvenido sea, pero para eso tiene que haber una flexibilidad mayor de parte del gobierno, la que hasta ahora no ha acontecido.

¿No cree que esto podría terminar beneficiando al Presidente Piñera, tras la compleja situación que enfrentó con el estallido social?

Da lo mismo quién gana políticamente con este diálogo, hay gente que se está muriendo. El PS es un partido con una tradición histórica de servicio a Chile, que tiene en su ADN la salud pública, con el ejemplo de Salvador Allende y Michelle Bachelet, y nuestra obligación es contribuir a una solución. Si finalmente un sector político que no es el nuestro saca dividendos de esto, qué importa si salvamos vidas y, más importante, si logramos salir de esta crisis tan profunda.

¿Y qué le parece que el PC se haya restado a priori de este diálogo?

Entiendo el escepticismo de ciertos sectores de la oposición, porque la experiencia de diálogo con el gobierno no ha sido positiva. Son muchas las experiencias en que se ha llamado a grandes acuerdos nacionales y finalmente no se ha respetado ni siquiera lo que se ha conversado o lo que formaba parte de esos diálogos.

¿Pero no cree que se están equivocando, como se dijo cuando se restaron del acuerdo constitucional?

Acostumbro a no criticar a quienes en el espacio progresista tienen legítimas opciones distintas. Entiendo que muchos estén escépticos, porque la experiencia con el gobierno en esta materia no ha sido del todo positiva.

Tras la cita que sostuvieron con el gobierno, varios dirigentes pidieron la renuncia del ministro Mañalich. ¿Debe renunciar?

Quien tiene que evaluar la gestión de los ministros es el Presidente de la República y en un cuadro sanitario con mayor razón. Eso no obsta a que, efectivamente, la estrategia sanitaria no ha estado a la altura, básicamente porque ha partido de un desconocimiento de la realidad, que el propio ministro Mañalich ha reconocido.

¿Pero se le acabó la credibilidad, como dijeron algunos personeros de la oposición?

Hemos planteado nuestras críticas. Además, el ministro Mañalich tiene un estilo confrontacional que lo lleva a distraerse de sus prioridades. Pero más que participar de la controversia y la respuesta de si un ministro debe permanecer o no en un cargo, nos interesa construir en el tema de fondo.

En la cita usted cuestionó estrategias como la nueva normalidad. ¿Cree que han contribuido a la cantidad de contagiados y muertos?

Efectivamente, el gobierno pecó de optimismo. El llamado a la nueva normalidad fue un error significativo, porque fue un llamado a la nueva irresponsabilidad. Y ahora, cuando se culpa a los ciudadanos de la propagación del virus, la pregunta es cuáles fueron las señales que se dieron por parte de la autoridad. Y se están pagando los costos de un anuncio, una decisión que no tenía ningún fundamento técnico. Fue un error que está teniendo consecuencias sanitarias de gran magnitud.

¿Se podría haber prevenido la situación actual?

Sin lugar a dudas que se podría haber prevenido, pero llegará un momento que tendrá que evaluarse la responsabilidad de cada sector. Lo importantes ahora es que el gobierno rectifique, e insisto, si no las consecuencias van a ser más lamentables dentro de muy poco.

Recibió cuestionamientos por la postura que adoptaron usted y los senadores PS ante el proyecto que limita la reelección. ¿Por qué no votó respecto del artículo transitorio?

He votado favorablemente este proyecto todas las veces que ha sido debatido en la sala del Senado. Sugiero ver la grabación completa de la sesión, pues ahí consta que en la votación respecto de la norma transitoria consigné mi voto cuando pude restablecer la conexión, tal como lo hizo el senador Ossandón en la sesión del lunes pasado.

Pero en su partido de todas formas plantearon que dejó al PS nuevamente “sin posición ni conducta política y avalando las opciones de perpetuación de representantes”. ¿No le parece que fue así?

No. Voté a favor de limitar la reelección y ello, jurídicamente, implica que se aplica a las actuales autoridades. Manifesté expresamente mis dudas respecto de la necesidad de una norma transitoria sobre retroactividad, porque las reformas constitucionales rigen in actum. Por tanto, se aplica a los actuales senadores y diputados conforme a los principios de derecho público. Esta reforma establece un requisito adicional para ser candidato, el límite de mandatos, y quienes no lo cumplan simplemente no podrán serlo en la próxima elección.

¿Este tipo de situaciones dan una mala señal a la ciudadanía?

No se puede legislar por redes sociales. Una reforma constitucional exige un análisis jurídico riguroso. Al día siguiente de la votación todos los medios titularon: “Senado no aprueba la retroactividad”, cuando el efecto de lo aprobado era precisamente el contrario. Esta no es responsabilidad de los medios, en todo caso. Si se quisiese evitar no considerar los mandatos hasta la fecha se necesitaría establecer expresamente una excepción.