Fue a quien le tocó llevar las conversaciones para el ingreso del Partido Socialista al gobierno y se ha convertido en una de las figuras políticas que escucha con atención el Presidente Gabriel Boric. Con una nueva oportunidad para el proceso constituyente sobre sus hombros, Álvaro Elizade, hoy presidente del Senado, intenta explicar el nuevo cuadro político.
Usted es una de las voces críticas del trabajo que hizo la Convención, ¿cómo lee los resultados del domingo?
En democracia siempre hay que respetar la voz del pueblo. La ciudadanía se expresó categóricamente señalando que la propuesta elaborada por la Convención no satisfacía sus expectativas. Debemos aprender las lecciones de la experiencia vivida. A mi entender, la Constitución es la ley base, y por tanto, debe ser expresión de un apoyo transversal y amplio dentro de la sociedad en que se aplique. Una norma constitucional no se puede aprobar por una mayoría circunstancial.
¿Quiénes son los responsables?
Como sociedad desperdiciamos una oportunidad histórica. Hay que sacar lecciones de lo acontecido en Chile en los últimos años. Los sectores conservadores no quisieron permitir siquiera una discusión o debate respecto del proyecto constituyente de la expresidenta Bachelet. Le dieron un portazo y todos vimos y vivimos lo que pasó después. El estallido dio cuenta del enorme malestar de la sociedad chilena que el sistema político no había querido ni había sido capaz de atender y responder a tiempo. Por otro lado, en la Convención faltó voluntad de incorporar distintas miradas para efectivamente interpretar los anhelos de la sociedad chilena de manera transversal.
¿Cómo se recompone su sector tras el fracaso?
Espero que todavía estemos a tiempo para enmendar el rumbo y resolver el desafío constituyente. Obviamente me habría gustado que primara el dialogo y así haber generado condiciones para un amplio triunfo de la propuesta. Lamentablemente prevaleció una lógica de encapsulamiento, con una fuerte desconexión con lo que acontecía afuera en la sociedad chilena. Adicionalmente, algunos convencionales tuvieron una conducta que generó dudas respecto del texto y que le dio una connotación a las palabras, generando temor en determinados sectores de la sociedad.
¿Hubo un voto oculto en su sector?
Es evidente que tanto en el plebiscito de entrada como en el de salida hay un grado de transversalidad que va más allá del comportamiento electoral histórico, con apoyo de las distintas sensibilidades políticas.
Desde Apruebo Dignidad se ha acusado al Socialismo Democrático de no haberse desplegado por el Apruebo.
El PS se la jugó por el Apruebo, fue el partido que hizo el mayor aporte en materia de recursos en el marco de la ley, las sedes del PS en todo Chile fueron las sedes del Apruebo. Me parece que un verdadero compromiso con una Constitución nacida en democracia exige una actitud distinta de la dinámica que se generó dentro de la Convención y, por tanto, los que realizan esa crítica, si realmente estaban convencidos de la necesidad del triunfo del Apruebo, deberían haber contribuido a generar un clima que permitiera un apoyo más transversal y más amplio en la sociedad chilena.
¿Apruebo Dignidad no contribuyó al clima?
Cada uno tendrá que evaluar lo que fue su propia conducta. Pero usted me conoce; soy contrario a aquellos que predican desde el púlpito apuntando con el dedo descalificador a los demás. Que cada uno se haga cargo de su propia responsabilidad.
Era presidente del PS durante parte importante del proceso constituyente, ¿qué responsabilidad les cabe a los partidos en el rumbo que tomó?
El Colectivo Socialista tuvo un muy buen desempeño en la Convención y, precisamente, por su esfuerzo, por evitar una desconexión entre la Convención y la ciudadanía, fueron objeto de descalificaciones e incluso de funas.
¿Usted no hace una autocrítica por no haber intervenido en esas discusiones?
Nosotros fuimos profundamente respetuosos de la autonomía de la Convención.
¿No hubo voluntarismo en ese argumento?
No olvidemos que la elección se dio en un cuadro de descrédito de los partidos políticos y de una enorme presión en los medios de comunicación para facilitar la elección de las listas para la inscripción de independientes. Mantuvimos un diálogo permanente con los convencionales del PS e incluso con convencionales de otras fuerzas. Pero es evidente que, dado el sistema electoral, se produjo una atomización dentro de la Convención que hacía muy difícil la generación de acuerdo. Más bien, lo que había, eran demandas identitarias que, en una especie de transacción de mercado, conseguían los votos necesarios para su aprobación.
Ha dicho que el resultado no es en realidad una evaluación al gobierno del Presidente Gabriel Boric. ¿Por qué? Distintos analistas han señalado que eso tiende a ocurrir en estos procesos, sobre todo cuando los gobiernos se juegan por una alternativa como ocurrió en este caso.
Cuando los ciudadanos concurren a las urnas lo hacen por múltiples razones, pero no debemos olvidar que la pregunta específica que se realizó en el plebiscito dice relación con el texto propuesto por la Convención y, por tanto, sobre eso se debía pronunciar la ciudadanía. Por otro lado, el cruce de la intención de voto entre el Apruebo y el Rechazo se produjo en los primeros días del gobierno. La disputa electoral se dio entre quienes estábamos por aprobar para mejorar y los que estaban por rechazar para continuar con el proceso. Lamentablemente, hubo señales equívocas de parte del mundo del Apruebo respecto de la voluntad de mejora en relación al texto y la campaña del Rechazo en eso fue más consistente. Pero ahora, en el diálogo que estamos desarrollando en el Congreso, vamos a ver si las declaraciones del mundo al Rechazo que estaba por continuar con el proceso constituyente fueron solo consignas electorales o un real compromiso que se va a expresar en acciones concretas. La palabra empeñada debe cumplirse.
Cuando usted dice que hubo señales equívocas de ciertos sectores, ¿a quiénes se refiere? ¿A sectores de Apruebo Dignidad?
Sí… y esas señales tuvieron un efecto en el resultado. Y si se hubiera dado una señal más potente respecto de la real voluntad de aprobar y mejorar el texto, valorando los enormes avances que están contenidos, pero corrigiendo los aspectos que generaban duda e incertidumbre, el resultado habría sido más estrecho.
Paulina Vodanovic también habló del Apruebo a secas.
Tengo una interpretación distinta de lo que, en su momento, dijo la presidenta del PS. El Apruebo sin vacilaciones tiene un significado bien concreto: jamás hubo dudas del mundo socialista de jugársela por el Apruebo, pero siempre se hizo sobre la base de que el texto era perfectible.
Dice que no hay un voto de castigo al gobierno. ¿Cómo se explica entonces que el Presidente Boric quede en un segundo plano y sea el Congreso el que asuma un nuevo acuerdo constitucional?
El gobierno va a acompañar el proceso constituyente, como órgano colegislador tiene una tarea importante. Pero la tarea del gobierno exige enfrentar múltiples desafíos, por tanto, tiene que abocarse a gobernar. Es evidente que los chilenos demandan respuestas para enfrentar la situación económica, de seguridad y cumplir con su programa de transformaciones.
Previo al plebiscito, el Mandatario estaba por jugar un rol más activo. Incluso se pensó que enviara una reforma tras el referéndum. ¿Hubo peticiones de la derecha?
Desconozco lo que haya solicitado la derecha en la materia. Pero el Presidente ha tomado la decisión de ser un promotor y facilitador del proceso, y como la continuación del proceso constituyente requiere un acuerdo con apoyo de más de los 4/7 del Congreso, ha tomado la decisión de que este diálogo se radique ahí.
Ya hay sectores planteando que no debiese haber una nueva Convención. El exconvencional Monckeberg decía que en privado hay varios en esa tesis e incluso el jefe de bancada PS, Marcos Ilabaca, lo sinceró públicamente. ¿Cómo ve esa alternativa?
Las formas en política -más aún en tiempo de crisis- no son irrelevantes. La elaboración de una nueva Constitución es un proceso de deliberación democrática y, por tanto, debe expresar la opinión del pueblo. Lo contrario genera un manto de duda respecto de la legitimidad del proceso.
Pero hay quienes dicen que su sector podría sufrir una derrota parecida a la del plebiscito si se convocaran elecciones de convencionales ahora. ¿No sería eso un riesgo?
Soy contrario a que un proceso de esta naturaleza se enfrente sobre la base del cálculo electoral. Las convicciones democráticas hay que defenderlas siempre. ¿Vamos a renunciar al carácter democrático del proceso por temor a la voz del pueblo? Me parece un argumento inaceptable.
¿Qué plazos debe darse esta mesa que se inaugura esta semana? La ministra Tohá dijo que ojalá tengamos nueva Constitución para los 50 años del Golpe.
Espero que arribemos a un acuerdo lo antes posible, pero no estoy del todo optimista respecto de los plazos, porque he visto posiciones dubitativas y lentitud en la definición interna de algunos partidos que estuvieron por la opción del Rechazo. Espero que finalmente cumplan su palabra y podamos tener un buen acuerdo para seguir avanzando. Respecto del plazo global se ha planteado que sea en plazos mucho más acotados para distanciarlo de los futuros eventos electorales conforme al itinerario ordinario, particularmente, de la elección municipal que se va desarrollar en octubre del año 2024. Pero de todas maneras creo que hay que ser realistas, más aún después de la de la reunión que tuvimos con el Servel, respecto de los plazos que se requieren para organizar eventos electorales. Por tanto, no tomaría el 11 de septiembre como una fecha de referencia, pone un requisito adicional que hace muy difícil incorporar las distintas variables. Además, es una fecha que divide a los chilenos.
En la previa al plebiscito ministras como Orellana y Vallejo llamaron a no echarse la culpa entre AD y SD e intentar transferir aquello en la reconfiguración del gabinete. Pero fue inevitable que su sector peleara por asumir mayor protagonismo. ¿Qué evaluación hace de las señales que dio el Presidente?
El Presidente dio una señal muy clara de establecer un trato igualitario con todas las fuerzas que apoyan a su gobierno. No comparto la tesis de que aquí existe una supremacía de unos sobre otros ni tampoco que algunos sectores lo han hecho bien y otros mal. Esta pugna me parece que es inconducente.
¿Queda atrás esa lógica de que AD era la coalición preponderante? ¿Ve un aprendizaje ahí?
La tarea de gobernar no es fácil y obviamente que ha habido una etapa de aprendizaje, porque se gobierna la realidad. Respecto al rol que han tenido quienes representan a nuestro mundo en el gobierno, creo que efectivamente se contaba con una experiencia gubernamental previa y eso, sin duda, que es un aspecto positivo… Pero también creo que las nuevas generaciones llegan con un impulso transformador que es una contribución.
¿Es el fin de la tesis del reemplazo?
Esa tesis está definitivamente superada por los hechos. Nuestra tradición es multipartidista y, por tanto, si alguien cree que una fuerza política va a reemplazar de la noche a la mañana a otra, desconoce nuestra propia historia e idiosincrasia. Los cambios solo son posibles a través de la construcción de mayorías. La lógica sectaria y excluyente es funcional a los sectores que quieren que nada cambie. La unidad de las fuerzas progresistas es un requisito básico para construir un Chile más justo.
La llegada de Tohá es simbólica y da cuenta de que hay un desplazamiento de esta nueva generación que llega al poder y que parece necesitar hoy su experiencia. ¿Cómo ve su arribo y por qué cree que el gobierno llega a este punto y da esta señal?
Insisto en que me parece virtuoso el impulso de cambios profundos de las nuevas generaciones con la experiencia en la tarea de gobernar de las generaciones anteriores. No me cabe duda que Carolina Tohá será una gran contribución al gabinete. Es inteligente, reflexiva, comprometida y, por tanto, valoro enormemente su aporte.
¿Cómo están sus relaciones con Ana Lya Uriarte?
Muy buenas…
¿No tiene nada que decir de ella?
También creo que va a ser una gran contribución al gobierno.