Viernes 14 de enero. Antonia Urrejola comparte con su familia en un café de la Región de Aysén, a pocos días de haber iniciado sus vacaciones en una casa rodante. Esa jornada, el descanso que había planificado tras dejar la presidencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se interrumpió por un llamado que no esperaba.

Al otro lado, el presidente electo, Gabriel Boric. En esa conversación, que se extendería por varios minutos y que terminó sosteniendo en plena Plaza de Puyuhuapi -interrumpida a ratos por el viento austral y el ladrido de algunos perros-, el frenteamplista le pidió sumarse a su equipo ministerial y asumir en una de las carteras que serán cruciales para su futura administración: la Cancillería.

A semanas del hito, en su casa en Las Condes, la abogada dice que “fue imposible decirle que no” al futuro jefe de Estado, a quien solo conocía a través de contactos informales por teléfono, pero con quien comparte -entre otras cosas- a uno de sus mentores, el fallecido abogado de DD.HH. José Zalaquett. “En lo personal, rompió todos mis esquemas, pero es un desafío demasiado importante para negarme”, afirma en su primera entrevista tras ser designada en el cargo.

¿Por qué aceptó sumarse al gabinete?

Primero, por el liderazgo que él ha representado, que a mí me ha impactado. Segundo, porque hay un punto que para mí -como para él- es esencial y es el tema de DD.HH. Y, tercero, porque creo que esta mirada respecto de la Cancillería, que va más allá de la diplomacia tradicional, era un desafío al que no me podía negar, más allá de mis ganas de estar de vacaciones y tomarme este año con calma. Él, además, está ejerciendo un liderazgo no solo en Chile, sino que también en la región. Prueba de ello es la cantidad de gente a nivel latinoamericano que me ha escrito, con una especie de excitación por el proceso chileno y con esta “boricmanía” que es bien notable. Además, valoro mucho su empatía con la gente.

El camino de Boric se fundó en una crítica al sector del que usted proviene, y quiere reemplazarlos. ¿Cómo se conjuga eso?

No sé si reemplazarnos, sino que más bien como una señal de que toca pasar la posta. Participé en los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría y estoy orgullosa de aquello, aunque también se cometieron muchos errores. Este artículo que escribió Alejandro Zambra (en Ciper) para mí es muy ilustrativo, porque habla de que para hacerse espacio, esta generación tenía -entre comillas- que matar al padre, pero, a la vez, reconocer los avances del padre. Y eso creo que el presidente electo lo ha manejado muy bien. Me siento cómoda, porque en lo esencial veo muchos puntos de encuentro.

¿Fue un error esa lectura inicial del FA?

No sé si es un error. Voy a sonar medio vieja en esta respuesta, pero cuando uno quiere romper paradigmas, hay que ser frontal, lo que no quiere decir que una vez que se logran modificar esos paradigmas no puedas recoger y valorar el pasado. Las sociedades van avanzando cuando cada actor, desde su vereda, va removiendo los obstáculos y cada uno juega su rol. Y para esta generación su rol en su momento era mover las barreras.

¿No le complicó asumir en un gobierno en el que hay sectores que han validado regímenes como el venezolano o nicaragüense? Usted misma ha denunciado las vulneraciones de DD.HH. en esos países.

La verdad es que no me generó ninguna duda, sobre todo, por la posición que voy a tener en la Cancillería. Porque las relaciones internacionales las lleva el Presidente de la República y eso lo ha reconocido la propia coalición de gobierno. El propio PC ha entendido eso y en eso han sido muy respetuosos del presidente Boric. Él ha sido súper claro en manifestar que hay que condenar las violaciones a los DD.HH. sin matices, independiente del color político de quien las cometa.

¿Cree que también su nombramiento pasó por dar una señal ante esas voces de disenso en la coalición?

Esa pregunta habría que hacérsela al presidente... Pero sí, él ha dicho en muchísimas entrevistas que quiere liderar una nueva izquierda, y esa nueva izquierda tiene que ser democrática, con respeto a los DD.HH. Ahí me parece que hay una visión común que tenemos los dos, él conocía mi trayectoria en esa materia… Me imagino que tendría certeza de que eso no iba a estar puesto en jaque a través de su canciller.

FOTO : FRANCISCO PAREDES

Cuando llegue el gobierno en marzo, ¿cuáles serían los énfasis de su gestión?

Voy a seguir las orientaciones que me dé el presidente, varias de las cuales están en el propio programa de gobierno. Una es el enfoque de DD.HH., una política exterior donde tenga una relevancia que no ha tenido por mucho tiempo. Eso se traduce hacia adentro -en lo relativo al estallido social, las víctimas de violaciones a los DD.HH., el conflicto del Estado con el pueblo mapuche, todas las crisis de movilidad humana en el norte- que, si bien no le corresponde necesariamente a la Cancillería, tiene que ver con la implementación de los tratados y de las recomendaciones de los organismos internacionales. Y también se traduce hacia afuera en esta política exterior bajo una mirada de esta nueva izquierda democrática. Ahí el rol de la Cancillería va a ser muy importante en su participación, por ejemplo, en los foros multilaterales. Chile puede tener un rol mucho más activo en los debates de DD.HH.

Usted ha hablado también de una política exterior turquesa.

Así es, esto reúne primero una mirada mucho más comprensiva de lo que es el tema ambiental. Ojalá Chile pueda ser también una voz relevante en los espacios multilaterales respecto de cambio climático y desarrollo sostenible, que es otro eje que va a ser súper importante. Y finalmente, algo imposible de resistir, la política exterior feminista. Por algo el presidente eligió una mujer, una subsecretaria mujer también, eso no es menor. Desde la perspectiva interna de la Cancillería, es muy importante trabajar en la paridad, que hoy no existe, está muy atrasada. Además, la idea es tener en la política exterior una mirada de la transversalidad del tema género. En esa línea, aprovecho de decirlo, yo ya le pedí a una mujer, Carmen Domínguez, que se haga cargo de la Academia Diplomática y sería la primera que va a asumir ese rol en la historia de Chile.

El presidente se comprometió a ratificar el primer día el Tratado de Escazú. ¿Está eso dentro de su agenda?

Absolutamente. Para mí lo primero es darle urgencia a la ratificación del Acuerdo de Escazú. Obviamente, tengo que entrar en los detalles para ver cuáles son los apoyos que hay, porque uno puede decir que le quiere dar suma urgencia, y si no tengo los votos puedo terminar perdiendo... Pero a mí me parece que un país con el liderazgo del presidente Boric, con la narrativa que él ha desplegado, con lo que hemos hablado de esta política exterior basada en derechos humanos, en política turquesa, feminista, no ratificar el Acuerdo de Escazú sería un contrasentido. Este pacto tiene muchos componentes, pero básicamente es la protección a defensores de derechos humanos en el tema ambiental.

Asumirá su cargo en medio de una crisis migratoria. ¿Qué políticas se podrían impulsar para resguardar los DD.HH. tanto de los migrantes como de los residentes?

La crisis migratoria no es un tema exclusivo de Chile. Existe en el continente una grave crisis, yo hablo más bien de movilidad humana, que no es solo respecto de la diáspora venezolana, tiene a los migrantes haitianos, nicaragüenses… Desde esa perspectiva, para enfrentarla se requiere una coordinación con todos los estados de la región. Chile tiene que ejercer un liderazgo, tenemos que sentarnos con todos los estados afectados, no puede ser que uno reciba, entre comillas, la carga de la crisis migratoria versus otros y la única manera de hacer eso es mediante la cooperación. Hemos estado conversando con la ministra Siches, que está a cargo de la política migratoria en materia interna, de coordinar las iniciativas, porque la respuesta debe ser multidimensional. Se debe entender todo el contexto que está viviendo esa gente, a la que hay que dar una respuesta de acogida, humanitaria, como también hacerse cargo de lo que estamos viendo en el norte. El origen de lo que hay hoy día, yo no soy experta en política migratoria, pero la famosa visa democrática venezolana lo que hizo fue generar mayor irregularidad y la migración irregular genera todo este desorden y todo este caos.

¿En la gestión actual no estuvo presente esa mirada multidimensional?

Voy a ser bien franca: yo, como estuve en la CIDH por cuatro años, no podía ver Chile, no es un tema en el que me interioricé. Pero la situación que estamos viendo es una situación que se desbordó. Y si se desbordó, más allá de la complejidad del tema, es porque no se atendió en su momento de una manera multidimensional incorporando estas distintas visiones de los distintos actores. El aumento de la migración en general en Chile, entre 2010 y 2021, es abismante.

La posibilidad de las expulsiones que se ha planteado en el caso de personas que hayan ingresado de manera irregular, ¿le parece parte de una solución más global?

Preferiría no responder, porque es un tema que lleva Interior y no es un tema que hemos podido profundizar con la ministra Siches y su equipo. Pero lo primero y fundamental es tener un catastro. No existe un catastro de las personas migrantes en situación irregular. Antes de hablar de expulsar a los migrantes irregulares, lo primero es saber de qué universo real estamos hablando y con todas las dificultades que se pueda tener, hay que saber quiénes son, porque es un error pensar “migrante irregular, igual delincuencia”, entonces los expulsamos y se acabó el problema. Aquí hay una crisis humanitaria que excede a la respuesta de Chile, pero si no la miramos con esa empatía, no la vamos a resolver. Se dijo que en el gobierno actual se perdió esa “tradición de una política exterior de Estado”.

¿Cuál es su evaluación de esta gestión?

Pienso que Chile perdió un liderazgo que sí tenía en la región en materia de política exterior. Tenemos que recuperar esa tradición de lo que fue la política exterior posdictadura, que hizo énfasis en el multilateralismo, en la relación con los países vecinos, en los DD.HH., más allá de las diferencias que uno podía tener con los gobiernos de turno. Un ejemplo de esa pérdida, y lo tengo que decir, es la reacción que tuvo el actual gobierno respecto del Acuerdo de Escazú. Además, Chile lideraba el debate respecto de la política migratoria y el pacto global en Marrakech. Tuvimos la oportunidad de ejercer un liderazgo mucho mayor en la COP en materia de cambio ambiental y no lo ejercimos, más allá de todos los problemas de la pandemia.

¿Qué le parece el cargo que va a asumir el actual canciller en la Segib?

La Segib es un organismo internacional, con el cual Chile tiene relaciones y me parece que uno tiene que evaluar las relaciones con la Segib independientemente del cargo del canciller y de la opinión personal que uno pueda tener. Hay sectores criticándolo por un supuesto abandono de deberes. ¿Cómo lo ve? Yo entiendo que él está en feriado legal, pero esto tiene que ver con el sentido del deber que las personas tienen respecto de sus distintos roles. Si me preguntan, yo habría esperado, pero él tendrá sus propias… No me quiero meter en eso, porque creo que cada uno ahí sabe, hay actitudes o decisiones que uno toma que van más allá del deber reglamentario o legal en el fondo. Pero prefiero no meterme en ese tema siendo él mi antecesor, yo tengo que presentarme con él, todavía no lo hemos hecho, para el traspaso de la cartera, y espero tener la mejor relación posible.

Se cuestionó ampliamente la creación de Prosur. ¿Qué harán con ese foro?

El mismo presidente Boric ha dicho que no a Prosur. A propósito, cuando se acusa de la sobreideologización de la política exterior, Prosur es un ejemplo precisamente de eso, de generar instancias de encuentro y de coordinación regional con una mirada netamente ideológica. Ahí no van a estar nuestros énfasis.

¿Eso implica que podrían retirarse?

No sé qué irá a pasar con Prosur, le soy bien franca, pero ahí no hay ninguna prioridad. Existen distintas instancias de integración regional y lo que tenemos que hacer es fortalecer aquellas instancias de coordinación que respondan a las agendas en común que tengamos con los gobiernos de la región. Me parece que seguir creando nuevas instancias lo único que hace es seguir dividiendo a la región. Lo que sí me ha dicho expresamente el presidente es que para él es fundamental la Alianza del Asia-Pacífico. Sobre la gestión del gobierno actual, durante el estallido social también se afectó la imagen de Chile ante las violaciones de derechos humanos que se constataron. Respecto de Sebastián Piñera, ¿él puede ser perseguido por tribunales internacionales? El propio Boric le ha advertido: “Señor Piñera, está avisado”. Mi opinión como futura canciller no creo que corresponda darla, porque van por hilos separados. Si Chile quiere insertarse en la comunidad internacional y en los órganos multilaterales, lo primero que debe hacer es revisar lo que han sido las recomendaciones de los órganos de protección universal. Lo he conversado con la ministra de Justicia para que busquemos cómo podemos establecer una coordinación para la implementación de esas recomendaciones, que les corresponden a los ministerios sectoriales, pero también a la Cancillería, que lleva la relación con esos organismos internacionales. Si estamos hablando de una política exterior que tenga un eje de materia de DD.HH., también tenemos que atender a la situación de DD.HH. en casa. Ahí nuestra hoja de ruta, más allá de cómo sigan las denuncias de crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional, que son en contra de personas individuales, no en contra de los Estados, es acoger esas recomendaciones. En la Convención Constitucional se han planteado propuestas como que Chile deje organismos como el Ciadi o establecer limitaciones a los TLC vigentes.

¿Le preocupan esas iniciativas?

Lo primero es reiterar lo que ha dicho el presidente Boric de manera permanente, y es la autonomía que tiene la Convención, y sobre eso el gobierno va a ser neutral. No me anticiparía al debate que se está dando hoy, es complejo estar respondiendo a propuestas de determinadas comisiones. Falta mucho debate interno, y luego hay que recordar que estos acuerdos son por dos tercios. Además, después está el plebiscito de salida. Hay que bajar un poco la ansiedad. Sobre este tema de los mecanismos de solución de controversia en los TLC, hay que insistir -y lo he hablado con el presidente- en que la inversión extranjera es fundamental. Nadie está poniendo en cuestión la seguridad jurídica del comercio exterior o de la economía. Y me parece que el nombramiento de Mario Marcel en Hacienda, o sea, ¿si no queda claro ahí, si no es garantía eso?...

El nombramiento del subsecretario de Relaciones Económicas, José Miguel Ahumada, ha generado cierta inquietud por la postura -que también se desplegó en la campaña- de revisar los TLC. ¿No genera eso también incertidumbre?

Él tiene una posición académica en esta materia y hoy él es subsecretario y, como tal, lo que él hace es aplicar los lineamientos de política exterior del presidente Boric. Sobre este tema de los TLC, nadie ha dicho, ‘sabes qué, nos vamos a sentar a revisar todos los TLC’. Lo que sí se ha dicho es que la inversión extranjera es necesaria en Chile, pero que la inversión extranjera se tiene que adecuar al nuevo modelo de desarrollo, donde el desarrollo sostenible y el comercio justo son fundamentales. Para poder dar seguridad jurídica hay que entender que si eventualmente se diera alguna revisión de algún TLC en particular, esas revisiones no son unilaterales.

El TPP-11 -que actualmente está en el Senado- es otro tema que podría reflotar. ¿Cuál es su mirada?

La mirada mía de nuevo no es válida aquí. Lo que he conversado con el presidente es que ese es un tema que hay que volver a discutir, y él está abierto a discutir. El presidente ha dicho que él está dispuesto a revisar el TPP-11 y lo ha conversado ya con el primer ministro de Canadá y de Nueva Zelandia. Eso se tiene que revisar con los técnicos, pero también con los socios estratégicos y el Congreso. Es un tema que no es la prioridad, porque estamos también ad portas a lo que va a ser el debate constituyente, pero aún no hay una decisión tomada.

Pero el presidente lo ha votado en contra como diputado… ¿Ya no es una definición no impulsarlo, está sobre la mesa?

Está sobre la mesa, pero no es una prioridad.