El historiador británico Antony Beevor es el mayor experto en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). A través de nueve libros repletos de datos desconocidos e infinitos detalles que ha logrado recopilar gracias a años de investigación en terreno, Beevor ha abordado el mayor conflicto bélico del siglo XX a través de distintos ángulos. Entre sus mayores obras destacan Stalingrado y Berlín-La caída: 1945, que narran y explican las batallas de los aliados contra la Alemania nazi. Su más reciente obra vio la luz el año pasado: La batalla por los puentes: Arnhem 1944, que cuenta la última victoria alemana en la guerra.
Cuando se conmemoran 80 años del inicio de la Segunda Guerra, el 1 de septiembre de 1939, Beevor conversa con La Tercera desde Dar es Salaam (Tanzania), donde escribe su próximo libro.
Parece que el consenso global que nació después de las guerras mundiales se estaría desvaneciendo. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los nacionalistas alemanes no podían aceptar el resultado de su derrota, pero -por otro lado- en Europa había un consenso, especialmente en Francia y Gran Bretaña, de que 'la guerra para terminar la guerra (término usado para describir a la Primera Guerra Mundial)' debería ser solo eso. Sin embargo, la destrucción de cuatro imperios durante el proceso significó que tenía que haber disputas étnicas entre los Estados sucesores. No se trató mucho del fracaso del proceso de paz de Versalles como muchos historiadores han tratado de insistir. Los pacificadores estaban haciendo un trabajo imposible. Siempre iba a haber alguna clase de conflicto en Europa como resultado de los cambios en las fronteras y la debilidad de los gobiernos de coalición en países que no estaban acostumbrados a las democracias parlamentarias. Pero fue la tragedia de (Adolf) Hitler, que llega al poder en un país con las Fuerzas Armadas más efectivas, lo que convirtió el segundo conflicto europeo en una guerra mundial de crueldad genocida. Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) había, sin duda, un consenso general de que Europa debía evitar otro conflicto. La Guerra Fría paradójicamente ayudó a evitar otro conflicto, en el que la amenaza a una aniquilación mutua mantuvo a sus países atados en 'camisas de fuerza' políticas. Sin embargo, cuando la Guerra Fría terminó en 1990, muchas de las tensiones nacionalistas y étnicas, que habían sido reprimidas por los últimos 45 años, de repente resurgieron como vimos en la ex Yugoslavia. No fue mucho antes de que una Rusia nacionalista post soviética comenzara a explotar las tensiones internas de los países de la Europa central y occidental para socavar a la Unión Europea y la OTAN. Ha sido solo en los últimos años que hemos visto que la política de la izquierda tradicional se dividió, siendo reemplazada por una nueva dimensión antidemocrática, en la que la extrema izquierda y derecha se han unido hasta cierto grado para destruir el consenso de la posguerra.
¿Cree que el shock luego de la Segunda Guerra contuvo, de cierta forma, el nacionalismo y ahora eso ha desaparecido, llevando a un nuevo surgimiento de nacionalismos?
La reciente alza del nacionalismo viene principalmente de los sectores menos educados, que reaccionan contra las 'bien pensadas' ideas de tolerancia propagadas por las élites liberales en las dos últimas generaciones. Ellos se sintieron forzados a soportar todo eso en los días de consenso, pero ahora ellos sienten que pueden atacar a todas las vacas sagradas con júbilo y gloria con sus propios prejuicios reaccionarios.
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FOTO: GETTY IMAGES[/caption]
Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa aprendió que no podía ocurrir otro conflicto. ¿Se puede decir que una guerra a gran escala está descartada?
La historia nunca se repite en sí misma. Puede que rime o que haga eco, pero las circunstancias y las condiciones siempre habrán cambiado. Al mismo tiempo, uno nunca puede decir que no habrá otra guerra en Europa, pero al menos uno puede estar bastante seguro de que si la democracia sobrevive, es altamente improbable. La Unión Europea se equivoca al decir que la unificación europea es exclusivamente responsable de evitar otra guerra. La gobernanza es mucho más importante. Las democracias correctas no luchan las unas con las otras. La paradoja de la Unión Europa es que mientras más intenta fortalecer su proceso de unificación, más provoca el mismo nacionalismo que está tratando de desechar.
¿Cree que el liberalismo se encuentra en crisis? ¿Por qué el Presidente ruso, Vladimir Putin, sostiene que el liberalismo que surgió después de la Segunda Guerra se terminó?
El liberalismo se encuentra en crisis, sin duda. En gran parte, por todas las razones que ya he mencionado. Pero eso no significa, de ninguna forma, que esté muerto. Podemos estar pasando por uno de esos períodos en la historia descritos por algunos comentaristas como un colapso nervioso colectivo, pero otros lo comparan con un movimiento de masas instintivo, como cuando un conjunto de peces o pájaros reacciona al peligro. Estamos viviendo un período de transformación social, económica y tecnológica acelerada, en la que la sociedad humana todavía puede lidiar emocionalmente con el cambio gradual.
¿Cuáles son las lecciones aprendidas luego de sus largos estudios sobre la Segunda Guerra Mundial?
Son muchas para enumerarlas. Los peligros obvios de la deshumanización de los oponentes uno los debe poner en el tope de la lista. Pero debemos reconocer cómo la guerra, a través de su alcance global, reunió a la historia mundial por primera vez. Y eso aceleró el fin de la colonización.
Existe una tendencia por 'borrar la historia', como cuando se sacan monumentos del pasado que a nadie le gustan. ¿Cuán peligroso es esto?
Es tan peligroso como antihistórico. Por ejemplo, los llamados en España a destruir el memorial del general Franco en el Valle de los Caídos es malo para la educación. Nada muestra mejor las pretensiones del fascismo que esos monumentos. Uno puede comparar la remoción de monumentos de otros grandes fracasos de la era moderna. Esto es para intentar imponer al siglo XXI los valores y la moralidad de períodos anteriores en lugar de entender y juzgarlos en su propio contexto.
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FOTO: AFP[/caption]
La Unión Europea nació después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, Reino Unido está a un paso de dejar el bloque. ¿Cuál es su visión respecto del proceso del Brexit?
Mis pensamientos son intensamente depresivos. Los problemas absolutamente cruciales que el mundo enfrenta, más allá del calentamiento global, solo pueden ser resueltos mediante la cooperación internacional, pero (el Presidente de Estados Unidos, Donald) Trump y los otros populistas están haciendo todo lo pueden para socavar tales instituciones, como Naciones Unidas, la Unión Europea y la OTAN. De hecho, el peligro clave que enfrenta Europa es que otra gran ola migratoria desde África y Medio Oriente -causada por las guerras por el agua y el cambio climático-, probablemente destruya la democracia en Europa, porque va a empoderar a los extremistas.
La figura del exprimer ministro británico Winston Churchill se ha convertido en uno de los grandes referentes de la historia moderna. ¿Por qué?
Una de las razones de nuestra admiración a Winston Churchill es que él fue una de esas personas muy extrañas que combinan el coraje moral con el físico. Él estaba equivocado en muchas cosas, pero en la mayoría de los temas de esa época, como los demonios del nazismo, él estaba absolutamente en lo correcto. También lo admiramos, con una cierta exageración, sospecho, porque hay tan pocos líderes reales en la actualidad. Los periodistas, a menudo, preguntan por qué ya no hay líderes como Churchill, Charles de Gaulle o Konrad Adenauer. La razón es que el equilibrio de poder entre los políticos y los medios de comunicación cambió completamente. Los políticos en la actualidad constantemente reaccionan a los titulares de los diarios y la televisión y ya no se atreven a liderar.