No habían pasado ni 15 minutos de la transmisión del primer debate entre Joe Biden y Donald Trump cuando los WhatsApp en los celulares del alto mando del Partido Demócrata comenzaron a caer uno tras otro. Aunque por decenas, el mensaje central era uno solo: ¿Qué hacer con Biden? La preocupación no era antojadiza: a esa hora el Presidente demócrata, que aspira a la reelección en noviembre, se mostraba dubitativo, lento y a ratos perdido, mientras su rival republicano lanzaba toda su artillería -con inexactitudes y mentiras incluidas- que Biden ni siquiera pudo contrarrestar. Para peor, su voz se escuchaba ronca. Si fuese una pelea de boxeo, el mandatario cayó noqueado en el primer asalto.
Al día siguiente del debate, la conclusión de los columnistas del diario The New York Times y de otros influyentes periódicos estadounidenses fue prácticamente unánime: la candidatura de Biden, de 81 años, es inviable dado su estado de salud. En su tribuna, Thomas L. Friedman señaló que el mandatario era “un buen hombre y un buen Presidente”, pero “debe abandonar la carrera”. En la misma línea, Jonathan Alter escribió una columna detallando cómo los demócratas deben reemplazar a Biden. Incluso, contó una anécdota: “Hace dos semanas, un líder demócrata en el Capitolio me dijo que si el Presidente Biden tenía un mal desempeño en el debate, el partido lo sacaría. Simplemente no pueden permitir que derribe a todos los candidatos y entregue el país a un dictador en potencia”.
Comentarios como el de Alter se repitieron de este a oeste. Incluso más: personeros demócratas reconocieron que entraron en pánico y que el camino que se abre de aquí a la Convención Demócrata de agosto es absolutamente incierto. También, según NBC News, la noche del jueves, donantes nerviosos no dejaron de telefonear una y otra vez al equipo de la campaña presidencial.
Biden, por su parte, intentó salir al paso de las dudas en un mitin en Carolina del Norte, uno de los estados clave. “Sé que no soy un hombre joven, eso es obvio. Pero sé lo que debo saber. Sé cómo decir la verdad. Sé cómo hacer este trabajo”, dijo ante una multitud entusiasta. Así, intentó disipar las dudas sobre su candidatura y la creciente presión de un ala de su partido para que dé un paso al costado antes de la Convención. Hasta Barack Obama -que en 2012 supo reponerse de dos debates que fueron desastrosos para él en el marco de su reelección ese año- salió en su defensa.
¿Qué viene ahora?
Tras el pavor inicial que provocó la performance de Biden en el debate, distintas figuras demócratas matizaron en público lo que habían dicho en privado. A su vez, Michael Tyler, el director de comunicaciones de la campaña de Biden, le dijo a la prensa local que no ha habido conversaciones formales para discutir si se debe reemplazar al Presidente o no.
En términos legales, la única forma de que otra figura del partido adopte la candidatura presidencial de Biden es que este renuncie a la reelección. De acuerdo con las reglas del partido, como Biden ganó las elecciones primarias, los delegados que participarán en la Convención están obligados a respaldarlo. Otro punto a considerar es que aunque Kamala Harris sea la vicepresidenta, aquello no la faculta para reemplazar a Biden en el ticket presidencial. Al mismo tiempo, el jefe de Estado tampoco puede decidir que sea ella quien tome su lugar.
Quienes albergan sus propias aspiraciones presidenciales son el gobernador de California, Gavin Newsom; la gobernador de Michigan, Gretchen Whitmer; el gobernador de Pennsylvania, Josh Shapiro, y el de Illinois J.B. Pritzker. Sin embargo, el problema es que, según el noticiario PBS News, si Biden abandonara abruptamente la carrera, grupos conservadores han sugerido que presentarán demandas en todo el país, cuestionando potencialmente la legalidad del nombre del candidato demócrata en el voto. Es decir, una pesadilla legal.
Otra interpretación, sin embargo, sostiene que Joe Biden tiene el poder de abandonar la contienda y liberar a todos los delegados que tiene a su favor (3.894 de 3.937 según un recuento de The Associated Press). Según The New York Times, si eso ocurriera, esos delegados serían libres de votar por quien quisieran. Eso llevaría a una Convención abierta, toda una rareza en la política estadounidense. Precisamente eso es lo que propone Jonathan Alter: “En lugar de un caos total, una Convención abierta generaría un enorme entusiasmo, que impulsaría al candidato a la campaña de otoño”.
De acuerdo con Politico, muchos altos funcionarios del partido, no obstante, creen que no se puede persuadir a Biden, y mucho menos presionarlo.
Historia inédita
No hay precedentes en la historia reciente de Estados Unidos en que un candidato deba abandonar su candidatura a la reelección casi al filo de la Convención de su partido. En 1968, en medio de las protestas del movimiento por los derechos civiles y la guerra de Vietnam, Lyndon B. Johnson anunció el 1 de abril de ese año que no se presentaría a la reelección en noviembre como candidato demócrata. Lo hizo con la voz entrecortada y al borde del llanto.
De acuerdo con The Washington Post, el eventual retiro de Biden no garantiza en ningún caso una victoria demócrata el 5 de noviembre. “La historia no ofrece precedentes precisos, pero es notable que los contrincantes republicanos se impusieran en 1952 y 1968 después de que los presidentes Harry S. Truman y Lyndon B. Johnson optaran por no presentarse a la reelección. En el segundo caso, la Convención Demócrata —también en Chicago ese año— se sumió en el caos en medio de las protestas por la guerra de Vietnam. El partido terminó nominando al vicepresidente de Johnson, Hubert H. Humphrey”, recordó el Post.
A juicio de Friedman, “para darle a Estados Unidos la mayor posibilidad posible de disuadir la amenaza de Trump en noviembre, el Presidente tiene que declarar que no se presentará a la reelección y (decir) que liberará a todos sus delegados para la Convención Nacional Demócrata”.
De acuerdo con el analista político estadounidense John Pitney, “si Biden parece estar camino a la derrota, ¿entonces qué? Algunos demócratas murmuran que debería retirarse y dejar que la Convención elija a otra persona. Algo así nunca ha sucedido en la era moderna”.
Por ahora es Biden quien tendría la última palabra. “No volvería a presentarme si no creyera con todo mi corazón y toda mi alma que puedo hacer este trabajo. Hay demasiado en juego”, concluyó la noche del viernes en el mitin en Carolina del Norte.