“Credencial -si no, no se puede entrar-; fonendo -para examinar a los pacientes-; martillo; saturómetro; termómetro; linterna; toma presión; recetario personal; timbre; tinta de timbre; corchetera iñi piñi; post it de gatito -muy importante- y muchos muchos lápices. Creo que solo me faltan pilas y estoy lista para el éxito”.
Video de la cuenta @Izkias en Instagram, publicado el día sábado 1 de octubre.
La mañana de este lunes, los funcionarios del Hospital San Juan Dios estaban expectantes. Los comentarios volaban por los pasillos, la prensa esperaba en la entrada y en el Policlínico de Infectología preparaban una bienvenida. Izkia Siches, quien fuera la primera ministra mujer del Interior, retomaba, a las 8.00 am de ese día, su rutina como una funcionaria más del establecimiento médico. El mismo que la recibió como interna en 2007, cuando era estudiante de Medicina en la Universidad de Chile y el que, desde que se tituló, había sido su primer y único lugar de trabajo hasta antes de integrar el Colegio Médico (Colmed) y luego convertirse en secretaria de Estado.
A pesar de la efervescencia de este día, el escenario que la esperaba en el hospital era muy distinto al que había vivido hasta hace 33 días. Aquí no había asesores, puntos de prensa ni trabajo con policías. En la puerta del edificio de avenida Portales, donde queda el Centro de Diagnóstico Terapéutico del hospital, la esperaban sus jefes y colegas, quienes la recibieron en los mismos boxes donde Siches atendía a sus pacientes desde 2018. “Bienvenida de vuelta, doctora”, le dijeron afectuosamente.
El pronóstico
Fue a mediados de febrero cuando Siches pasó a despedirse de su equipo del policlínico, mientras estaba de vacaciones. Por esos días, preparaba su arribo a La Moneda como ministra del Interior de Gabriel Boric. En un almuerzo, ellos le desearon buenos deseos y le transmitieron que la apoyarían en todo. A sus papás les dijo que esto sería por un tiempo corto, para luego dedicarse a su familia. Su mamá, Miriam Pastén, a partir de entonces decidió no ver más televisión, redes sociales ni leer diarios. “Le dijimos que la apoyábamos, pero de ahí yo no quise saber más, yo solo me enteraba cuando hablaba con ella y era para saber si estaba tranquila y feliz”, cuenta hoy.
Izkia Siches sabía que lo que se venía estaba dentro de las posibilidades. Lo dijo entre bromas, la noche del 11 de marzo, cuando uno de sus asesores y amigos, el médico José Peralta, organizó una junta en su casa. En esa reunión no solo estaba casi todo su equipo de gabinete -la mayoría médicos que trajo del Col- med-, además de otras personas del gobierno, como el entonces subdere Miguel Crispi. También había algunos de los equipos del Minsal como los subsecretarios Cristóbal Cuadrado y Fernando Araos. Fue ahí cuando, entre brindis y risas, la ministra del Interior les adelantó lo que pasaría después: que posiblemente estaba en el momento más alto de su popularidad e influencia, porque, a partir de entonces, lo más probable es que fuera disminuyendo.
Izkia Siches sabía que liderar Interior traería costos altos. Nada de lo que había logrado hasta el 11 de marzo la hizo pensar lo contrario: ni la fama que alcanzó como presidenta del Colmed, recién iniciada la pandemia en 2020, ni su altísima evaluación positiva en las encuestas, ni haber sido el gran fichaje de Boric para ganar la segunda vuelta, lo que coronó su ingreso al poder. La doctora, acompañada de su pequeña hija, Khala, recorrió Chile haciendo campaña por el Presidente, con lo que se ganó un espacio en su círculo más estrecho. Pero la confianza que tuvo con Boric no la pudo replicar con los demás miembros del triunvirato que asumió la conducción política el 11 de marzo: ni con Camila Vallejo ni con Giorgio Jackson.
La curva ya empezaba a volcarse hacia abajo.
Los primeros problemas
Hubo cosas de las cuales ni ella ni su equipo pudieron reponerse. La primera, de la inexperiencia política que demostraron al intentar ingresar a Temucuicui. “Ese hito fue un golpe crítico al alma de ese grupo que la asesoraba”, dice una fuente de gobierno.
Lo que vino después con la polémica del avión de migrantes venezolanos que supuestamente había retornado con todos los pasajeros expulsados hizo que las desconfianzas desde el resto de La Moneda hacia su equipo -y en especial a su jefe de gabinete, Roberto Estay- se acrecentaran con el tiempo.
Estay y el equipo Colmed, compuesto también por los asesores Matías Libuy José Peralta, quienes pasaron de ser un actor influyente en el oficialismo a partir del éxito de Siches en la campaña electoral, a ser apuntados como responsables de las crisis que tuvo la gestión de la doctora en Interior. Eso molestó a Siches: cuentan en La Moneda que ella se enojaba con las filtraciones hacia los medios que exponían a su equipo, sobre todo a Estay.
De hecho, uno de los episodios más críticos fue el 3 de mayo. Ese día se enteró por la prensa de que habían pedido la renuncia de Roberto Estay y tuvo que salir a desmentirlo. “Cuando existan anuncios los voy a hacer yo personalmente y no por trascendidos de la prensa. Mi gran sorpresa es cómo llegan este tipo de rumores a los medios de comunicación”, dijo ese día en un punto de prensa.
Mientras los problemas se sucedían en la vida política de Siches, sus amigos del policlínico le seguían la pista por las noticias y la veían esporádicamente. Por ejemplo, el día en que la la ministra le celebró el primer cumpleaños a su hija, Khala, en abril.
Su madre, Miriam Pastén, aunque prefería no saber demasiado, igual se enteraba de que su hija estaba en el ojo del huracán. Hoy tiene su propio análisis:
“Ella tuvo una importancia más o menos grande en el triunfo de Boric y eso a algunos les dolió mucho entonces atacaron, atacan y seguirán atacando, porque así es la política”, comenta.
Pausa reflexiva
Después de su salida, la doctora se ha mantenido activa en redes sociales, sobre todo en Instagram. Su primera foto luego de dejar Interior fue una de su hija, que publicó el mismo 6 de septiembre, al salir de La Moneda: “Cosas hermosas de la vida”, escribió en el pie de foto. Dos días después, subió otra de ambas en la que escribió: “Se busca sala cuna”. Esa, cuentan sus cercanos, ha sido la tónica de su rutina: pasar tiempo con su familia.
Miriam Pastén se alegró cuando dejó el cargo de ministra. “Se estaba perdiendo de muchas cosas. Ahora nos devolvieron a nuestra Izkia”, dice.
Pero hay una parte de Siches que quedó en La Moneda. La ministra Ana Lya Uriarte, con quien forjó una relación de confianza -fue su jefa de gabinete hasta su salida de Interior-, le escribe cada tanto para saber cómo está. El propio Presidente también la contactó la semana pasada por lo mismo y, entre otras cosas, le preguntó por su eventual disponibilidad para seguir colaborando con el gobierno. Quienes conocieron el tenor de esa conversación aseguran que la exministra le manifestó que ella siempre estaría disponible a colaborar, pero que ahora necesitaba un break.
Las luces las dio el propio Boric en el foro “El reto social de América Latina”, organizado por el diario El País. Ahí destacó el trabajo que realizó durante su gestión como jefa de gabinete y no descartó volverla a incorporar al Ejecutivo. “Estoy muy orgulloso de haberla considerado. Sé que hizo un gran esfuerzo y no me cabe ninguna duda que tendrá espacios para colaborar en el futuro en el gobierno”.
Y lo otro que mantiene Siches en el gobierno son sus asesores. Los miembros del Colmed que llegaron con ella se han quedado en distintos ministerios, aunque con una capacidad de influencia mucho menor. Los médicos Matías Libuy y José Peralta se fueron al equipo de la Segpres con Ana Lya Uriarte. Roberto Estay, en tanto, pasó al Ministerio de Desarrollo Social (Mideso) para hacerse cargo del programa Elige Vivir Sano, pero con la llegada de Jackson a ese ministerio se fue a asesorar la Subsecretaría de Redes Asistenciales. Porque ese es otro punto que resienten en el entorno de Siches: que en la derrota del gobierno en el plebiscito, solo ella pagó los platos rotos.
De todas formas, está decidida a marginarse de la política por un tiempo. Sin embargo, aunque quiera estar fuera, en su entorno reconocen algo: cada vez que alguien la menciona en los medios, Izkia Siches lee esa nota.
En su primera semana de vuelta al trabajo, los pacientes la reconocen. Algunos le han pedido fotos, otros le preguntan si pueden abrazarla. Siches, a partir de ahora, estará cumpliendo 44 horas semanales: 22 horas en el área de Infectología y otras 22 en Epidemiología. Las realizará distribuidas de lunes a viernes para poder terminar su Período Asistencial Obligatorio (PAO), luego de realizar su especialidad de Medicina Interna mediante una beca.
Michel Serri, médico infectólogo del policlínico y colega de Siches, dice que la doctora “está contenta de volver, algo que siempre estuvo en sus planes cuando terminara sus funciones. El equipo y los pacientes también estamos felices de tenerla nuevamente con nosotros”.
Sobre su paso por Interior, la respuesta es otra: “No hablamos del tema”.