Eran las primeras horas de la fría mañana del 27 de abril de 2023. A las 7.20 horas, 23 escolares del Liceo José de la Cruz Miranda Correa, de Cañete iban a bordo de un minibús que los recogía -uno a uno- a través de la Ruta P-72-S, que une las comunas de Cañete, al norte, donde se encuentra el liceo, con la comuna de Tirúa, al sur, en la Región del Biobío.
Con un letrero amarillo de “Escolares” en el parabrisas, a esa hora iban a la altura del kilómetro 23 de la ruta, en el sector de Antiquina. Se trata de la misma zona donde, exactamente un año más tarde, la aparición de una camioneta con los cuerpos calcinados de los carabineros Carlos Cisterna, Sergio Arévalo y Misael Vidal conmocionaría a Arauco y al país.
A pesar de lo peligroso de la ruta de 79 kilómetros de longitud, que desde hace 15 años ha visto decenas de casas quemadas, asaltos a mano armada, incendios de camiones y disparos a matar hacia la policía y civiles, el trayecto era el habitual para los estudiantes. Fue en eso cuando ocho encapuchados aparecieron a lo lejos en la vía.
“Como a 200 metros los vi a ellos y bajé la velocidad hasta quedar como a 80 metros de ellos”, relató horas más tarde el conductor del minibús. El terror se apoderó de los escolares cuando, sin mediar aviso, los desconocidos dispararon sus armas hacia el vehículo. Pese a que una bala atravesó el parachoques y a múltiples impactos en el parabrisas, ningún estudiante resultó herido.
Minutos más tarde, a las 7.50 horas de ese 27 de abril de 2023, los encapuchados cambiaron de objetivo. A pocos metros de donde atacaron el bus, carabineros de Control de Orden Público de la comisaría de Los Álamos, misma unidad de los tres uniformados asesinados este año, estaban realizando el cambio de turno del personal que cumplía con una orden de protección judicial en la “facción Parcela 7″.
“De modo frontal realizaron una serie de disparos contra el personal policial que se encontraba a bordo del vehículo policial J-064, por lo que debieron trasladarse a una zona segura”, se lee en la querella que días más tarde presentó la Delegación Presidencial del Biobío. Desde 2020 la delegación ha presentado acciones judiciales por cerca de 70 atentados ocurridos en algún punto de la Ruta P-72-S, de los cuales 45 involucraron el uso de armas de fuego y 24 fueron por disparos directos a carabineros.
De todos los atentados, sólo nueve han sido adjudicados por Weichan Auka Mapu (WAM) y por la Resistencia Mapuche Lavkenche (RML), dos de los grupos paramilitares que operan en el sector. Del resto de las acciones violentas, que incluyen incendios, emboscadas por la espalda a la policía e, incluso, disparos a niños, no se conocen reivindicaciones ni responsables.
Según las cifras oficiales, a marzo pasado los hechos de violencia en la Macrozona Sur habían disminuido un 27% con respecto al mismo periodo de 2023 y un 50% en comparación con el 2021. Pero según las mismas cifras, la Región del Biobío -donde está la provincia de Arauco- es la zona donde menos se ha sentido la baja, llegando sólo a un 13%.
“Yo creo que con los tres carabineros a lo mejor va a pasar lo mismo. Que nunca encontrarán a nadie”, confiesa una vecina de la población Los Pinos, a 300 metros del punto final del atentado del recién pasado Día del Carabinero. Una zona que en una década ha visto cómo la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), la WAM, la RML y otros grupos sin nombre conocido se disputan el territorio para ejercer “control territorial” y explotar el millonario negocio del robo y tráfico de madera.
La hegemonía inicial de Llaitul y la CAM
Fue un atentado incendiario a tres camiones forestales, el 1 de diciembre de 1997, en la comuna de Lumaco, en la Región de La Araucanía, el que puso en el ojo público por primera vez a la Coordinadora Arauco Malleco (CAM). Pese a ser originario de Osorno, en la Región de Los Lagos, el líder de la CAM, Héctor Llaitul Carrillanca, eligió las orillas del lago Lleu-Lleu, en la comuna de Cañete, en la Región del Biobío, para vivir con su familia. Allí, a pocos kilómetros de la peligrosa Ruta P-72-S, por años dirigió las operaciones y los atentados de sus Órganos de Resistencia Territorial (ORT), como quedó en evidencia en el juicio que terminó condenándolo por diversos delitos hace un par de semanas, por lo que arriesga hasta 25 años de prisión.
Por ello, aseguran los investigadores, no era extraño que hasta el año 2013, aproximadamente, los diferentes atentados que ocurrían en la provincia de Arauco, con foco en la industria forestal, y en el triángulo formado por las comunas de Cañete, Contulmo y Tirúa, sólo fueran adjudicados por la CAM. “Llaitul trae consigo una disciplina que a la vez también dota al movimiento mapuche de una nueva arista. O sea, la historia del movimiento mapuche no se entiende sin la influencia que Llaitul le va a dar al movimiento”, afirma Fernando Pairican, académico mapuche de la Escuela de Antropología de la Universidad Católica.
Fue esa misma doctrina la que hizo que -en 2013- varios miembros dejaran la CAM y abrieran paso a la aparición de Weichan Auka Mapu (WAM). “Hay gente que salió del yugo de Llaitul, porque no estaban de acuerdo con su forma de llevar la orgánica. Su egocentrismo los terminó por sacar del juego”, relata una fuente policial que ha investigado por años a estos grupos. “Más que haya un problema con él, es que hay otros liderazgos también en el territorio mapuche que están desarrollando su propia lógica”, matiza Pairican.
Lo cierto es que con una célula operando en los alrededores de Padre Las Casas, en La Araucanía, y otra en la provincia de Arauco, la WAM comenzó a tomar protagonismo en la zona por la quema de iglesias, un objetivo criticado por el mismo Llaitul. “Si bien el líder de la CAM vivía en la zona de Lleu-Lleu, poco a poco fue perdiendo representación en ese lugar. Es más, siempre lo trataron de sacar de ahí”, explican fuentes policiales.
El mismo Llaitul, en las escuchas telefónicas del juicio en su contra, hizo una diferencia entre sus “weichafes” (guerreros) y los de la WAM. “Ayer, por lo menos había 80 ‘weichafes’ ahí peleando contra el enemigo y no eran na’ huincas (chilenos) traídos de Santiago como ‘Weichan Auka Mapu’ (WAM)”, dijo a su pareja en una llamada.
El último gran atentado cometido por la CAM en la provincia de Arauco, afirman los investigadores, ocurrió el 17 de enero de 2018, en el aeródromo La Colcha, de Curanilahue, cuando un grupo de encapuchados incendió tres helicópteros para el combate de incendios forestales. Desde el año 2021 ninguno de los atentados incendiarios y ataques armados ocurridos en la provincia de Arauco y, particularmente, en la Ruta P-72-S, donde fueron encontrados calcinados los tres carabineros la semana pasada, han sido adjudicados por la CAM.
La irrupción de Weichan Auka Mapu
El 16 de abril de 2016 una nueva “orgánica” hizo su aparición en la Macrozona Sur. A través de un comunicado, Weichan Auka Mapu (WAM), que en castellano significa “Lucha del territorio rebelde”, se adjudicó 38 atentados ocurridos entre 2013 y 2016 en las provincias de Arauco, Cautín y Malleco.
En el texto, la WAM sumó a sus enemigos “toda infraestructura destinada a saquear y explotar nuestro wallmapu”, y también a la Iglesia Católica. “En estricto rigor, la WAM y otras orgánicas trabajan y viven bajo un concepto de clandestinidad, entonces no escriben, no publican análisis, y lo que uno tiene para poder construirlo son, básicamente, algunos comunicados que han ido dejando”, explica el historiador Pairican.
Varios de esos comunicados han tenido como epicentro la adjudicación de atentados perpetrados en la provincia de Arauco. Entre ellos, quema de cabañas y de vehículos en ruta, donde la WAM subió la escala de violencia. Desde 2020, al menos 12 atentados han sido reivindicados por la WAM en las comunas de Cañete, Contulmo y Tirúa. Entre ellos, varios enfrentamientos a tiros y emboscadas a la policía en la Ruta P-72-S.
“También quemaron escuelas en el sector de Antiquina y reventaron una antena repetidora de señales”, recuerda Sergio Giacaman (ind. pro ChV), quien en ese entonces era intendente del Biobío. A pesar de ello, lo que luego causó más sorpresa de la WAM fue la planificada puesta en escena por medio de un video difundido el 4 de noviembre de 2021. En él, cerca de 40 personas encapuchadas, con chalecos antibalas y portando cada uno de ellos un arma larga, dieron muestras de la formación de una verdadera fuerza paramilitar en la zona.
“Instamos a la nueva fuerza policial y militar, perros guardianes de los ricos, a hacer abandono de nuestro territorio, porque serán derrotados por la fuerza del pueblo mapuche en armas”, leyó en el video un hombre con la voz distorsionada, tras lo cual todos dispararon sus armas al aire. “Lo malo de la WAM es que su liderazgo es desconocido, es transversal”, define un policía que los ha investigado.
Pese a ello, varios de los integrantes más insignes de la WAM ya han sido detenidos. Uno de ellos es Luis Tranamil Nahuel, quien en diciembre pasado fue condenado a 32 años de cárcel como autor material del homicidio a tiros del suboficial de Carabineros Eugenio Naín, ocurrido en Padre Las Casas, Región de La Araucanía, en octubre de 2020. Su hermano, el machi Fidel Tranamil, quien es sindicado por algunos sectores como el verdadero líder de la WAM, fue detenido en junio de 2023 y hoy enfrenta en libertad un proceso por conducir un vehículo robado y con patentes clonadas en el centro de Temuco.
Otro de sus referentes, el exjesuita Luis García Huidobro, fue detenido portando un arma el 27 de marzo pasado en una investigación por un atentado incendiario reivindicado por la WAM en Carahue en 2021 y hoy está en prisión preventiva.
Por el momento, la WAM ha sido el único grupo que opera en la zona que se ha desmarcado del asesinato y posterior quema de los tres carabineros, asegurando que se trató de un “despreciable acto de crueldad”. “Nosotros tenemos investigaciones por homicidios cometidos por la WAM, pero haber quemado los cuerpos es lo que saca todo de contexto”, explica uno de los investigadores.
Aparece la Resistencia Mapuche Lavkenche
Pese a que las investigaciones han encontrado al interior de la WAM indicios serios de que parte de sus miembros se dedican al robo y tráfico de madera obtenida de predios tomados por las armas, quienes conocen las operaciones en la zona afirman que la Resistencia Mapuche Lavkenche (RML) es el grupo que encontró en este delito su principal motivo para surgir y funcionar sólo en la provincia de Arauco. Según estimaciones de la Corporación de la Madera (Corma), en los últimos tres años las pérdidas por el robo de madera han llegado a los $ 167 mil millones.
“En esta zona, el tráfico de madera es lo mismo que el tráfico de droga en el norte del país”, relata un policía que hoy participa de las pesquisas para encontrar a los asesinos de los tres carabineros. “La RML detenta cerca del 95% del territorio de la provincia de Arauco y, a diferencia de la WAM, está más vinculada con el crimen organizado, especialmente el robo de madera, el tráfico de armas y municiones”, asegura Pablo Urquízar, excoordinador de seguridad de la Macrozona Sur durante el segundo gobierno de Sebastián Piñera.
Su origen cerca del año 2019, según los investigadores, es diferente a la CAM. “Nace ahí mismo en los sectores de Antiquina y Pocuno, en Cañete. Son gente joven que vive en comunidades, que se relaciona y trabaja mucho con la madera y comete atentados en función de eso. Varios se pasaron de la WAM a la RML porque vieron que era más rentable”, relata un funcionario policial.
Urquízar explica que para la RML “las policías y las FF.AA. son un objetivo a eliminar. De hecho, la RML cuando se da a conocer, lo hace el 13 de abril de 2020 con un atentado y disparos contra civiles y uniformados en la Ruta P-72-S″, misma vía del atentado al minubús con escolares de abril de 2023. Entre sus referentes que ya están detenidos destacan Esteban Huichacura y Matías Leviqueo, quienes el año pasado fueron condenados a 15 años de cárcel cada uno por el asesinato a golpes del comunero Eliodoro Raiman, quien se resistió a la toma de su camping en la Playa Blanca de Contulmo, en diciembre de 2019.
Aunque su verdadero líder, aseguran fuentes policiales, está prófugo por un atentado incendiario cometido el año 2017 en la zona de Pocuno, en Cañete. Se trata de Federico Astete Catrileo, quien no pudo ser aprehendido en un operativo de la PDI que pretendía capturarlo el 9 de enero de este año en la misma comuna. Allí fue detenido Javier Ramírez, alias “El Coipo”, quien está acusado de financiar a la RML a cambio de protección armada para el robo de madera.
Según ha explicado públicamente el fiscal exclusivo para casos de violencia rural del Biobío, Juan Yáñez, también existen indicios de que Federico Astete participó del atentado más cruento perpetrado por la RML: la quema del molino Grolllmus en agosto de 2022 en Contulmo, que dejó a una persona con una pierna amputada por un disparo a quemarropa.
Otro de los grupos que ha comenzado a operar en la zona y que desde el año pasado se ha adjudicado tres atentados es la Resistencia Mapuche Autónoma (RMA), de la que se tienen pocos antecedentes. “Según nuestra apreciación, este es un grupo de sujetos que se junta a cometer delitos, aprovechan la causa mapuche y se colocaron un nombre. Así como hay otros grupos que operan sin nombre y explican la gran cantidad de atentados sin adjudicación”, aclara una fuente de la investigación.
Lo único cierto es que los líderes tanto de la WAM, la RML, la RMA y otros grupos armados -sin la CAM- ya han tenido encuentros o trawün, que han sido vigilados de cerca por la policía, donde, aseguran, han coordinado sus acciones y acordado respetar sus “zonas de acción”.
Por ejemplo, tras la promulgación en abril de 2023 de la llamada “Ley Nain”, creada a partir del asesinato del suboficial Eugenio Nain, las organizaciones señalaron que “como expresiones autonomistas de la resistencia mapuche hemos convenido dar nuestro respaldo total y absoluto al peñi Tranamil y lo reivindicamos como weichafe de la nación mapuche”. Una muestra de respaldo al asesino del mismo Nain, Luis Tranamil, de la WAM.