Poco antes de asumir como ministra de la Secretaría General del Gobierno, el 11 de marzo de 2022, Camila Vallejo se reunió con el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier -considerado su “padrino” político-.
Tenían que conversar algo importante.
“Compañero Guillermo, ahora paso a la primera línea del gobierno”, le advirtió.
El motivo de la charla fue dejar en claro los sacrificios que tendría que hacer Vallejo en su rol de militante comunista, al convertirse en la voz y la imagen oficial de un gobierno con dos coaliciones -la suya, Apruebo Dignidad, y el Socialismo Democrático- integradas por partidos con directrices diferentes.
Pero a un año, cuatro meses y cinco días de asumir, Vallejo ha conseguido -con un estilo que muchas veces le ha traído críticas internas- resistir a las peores crisis de La Moneda. Ni en las derrotas electorales del 4 de septiembre y del 7 de mayo, ni en los errores tras los indultos presidenciales, y tampoco en los líos de platas entre fundaciones, el Ministerio de Vivienda y Revolución Democrática, su nombre ha estado en la cuerda floja.
A diferencia de la exministra del Interior Izkia Siches -que duró hasta el plebiscito-, y del ministro Giorgio Jackson (RD) -que no se ha liberado de las críticas desde que llegó al gobierno y que hoy lo tienen como uno de los objetivos de la oposición por la crisis de su partido-, la vocera se ha mantenido en el círculo de hierro, en “el primer anillo”, como le decían en el comando de Boric desde la campaña presidencial.
Vallejo, cada vez más cercana al Presidente, ha logrado eludir cuestionamientos públicos con un estilo que, paradójicamente, levanta críticas en privado entre los equipos de La Moneda y algunos ministros. En el gabinete han resentido que no asuma mayor protagonismo en los momentos difíciles y “esquive el bulto” de aparecer como la cara oficial de la complejidad de turno. Y se lo han hecho saber a Vallejo desde el principio; tanto cuando Siches cometió los primeros errores el año pasado, como en las últimas semanas, con el lío de platas de RD.
Las primeras vocerías
Solo cuatro días desde su llegada a La Moneda fueron suficientes para que Camila Vallejo se viera envuelta en la primera encrucijada como vocera.
El martes 15 de marzo de 2022, tras el desastre por el fallido viaje a Temucuicui de la exministra Siches, en el gobierno no tenían claro cómo salir de su primera crisis ni qué explicaciones dar. Según fuentes del antiguo equipo de la doctora, y también de asesores del Segundo Piso del Mandatario, Vallejo tampoco estaba tan clara en su rol y se resistió a hacer la vocería en un principio. De todas formas, pese a las dudas iniciales, finalmente sí salió a entregar las primeras reacciones desde La Moneda. Luego, en el segundo error grave de Siches, cuando acusó en el Congreso que durante el gobierno anterior un avión con migrantes expulsados regresó al país con toda su tripulación, la vocera no apareció en un principio y tampoco salió a respaldar a su par de inmediato, como sí lo hicieron otros actores oficialistas.
Ante los primeros tropiezos de Siches, a los que se sumaron las fallidas declaraciones del ministro Jackson cuando dijo que su “escala de valores era mayor que la generación que lo antecedió”, la vocera, poco a poco, fue estrechando su vínculo con el Mandatario. Si el lunes 20 de diciembre de 2021, el día siguiente de la segunda vuelta presidencial, Boric llegó acompañado a La Moneda de Jackson y Siches, bastaron pocos meses en el poder para que la vocera lograra imponer sus términos, con una buena evaluación por parte del Presidente y también de la opinión pública.
Según los números de “aprobación de ministerios e imagen positiva de figuras públicas” de la encuesta Cadem, Jackson y Vallejo promediaban en marzo de 2022 un 55% de aprobación, pero ya en septiembre el líder de RD -que ese mes debió salir del comité político, abandonar la Segpres y trasladarse a Desarrollo Social- cayó a un 34%, mientras que la exdiputada comunista estaba en un 59%.
Hasta hoy, la vocera no ha bajado del 43%, y en el último balance, en junio, promedió un 48%, mientras que Jackson, un 36%.
Pero desde octubre de 2022, cuando Carolina Tohá (PPD) se incorporó al comité político, Vallejo no ha logrado equiparar sus mejores números en las encuestas del año pasado, cuando asomaba como la principal figura política del gabinete.
La llegada de Tohá
El arribo de la ministra del Interior en septiembre pasado -junto a la exministra de la Segpres Ana Lya Uriarte (PS)- marcó cambios evidentes en las rutinas en La Moneda y en la atención que concentraba la vocera hasta antes del ajuste ministerial.
El mismo día de la llegada de Tohá fue duro para Vallejo y la ministra de la Mujer, Antonia Orellana (CS). Ambas quedaron muy afectadas -llanto incluido- luego de que Nicolás Cataldo (PC) no haya podido asumir en la Subsecretaría del Interior por ofensas contra Carabineros en el pasado, lo que significó un golpe también para el partido, que debió contentarse con el ingreso de la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (PC), al comité político.
Pero más allá del peso que ha ido tomando el Socialismo Democrático en el gobierno con la llegada de Tohá -y más tarde de Álvaro Elizalde (PS)-, la vocera no ha disminuido su ascendencia en Boric y es parte del círculo que lo aconseja fuera de La Moneda, sobre todo en las reuniones que improvisa con asados en su casa en el barrio Yungay, junto a sus colaboradores más estrechos. Eso sí, de a poco la ministra del Interior también se ha incorporado a esos espacios.
Para el Mandatario, ambas figuras son importantes en el rol de articulación con sus coaliciones y les ha pedido que asuman liderazgo en momentos clave, como fue la elección del 7 de mayo. Días antes les pidió a las dos ministras que organizaran encuentros con los integrantes del gabinete de cada coalición y las directivas de los partidos.
Además, tanto Tohá como Vallejo participan de la reunión semanal con los jefes de gabinete y directores de comunicación de los distintos ministerios, y están coordinando un espacio similar con los secretarios regionales y los delegados presidenciales.
Con ese protagonismo, hoy las dos se han encumbrado como las principales cartas oficialistas, de cada coalición, para la próxima elección presidencial, según las encuestas.
Tras una crisis desbocada por el lío de platas por los millonarios convenios entre fundaciones y el Estado, La Moneda improvisó un comité de crisis que integra Vallejo, pero donde ambas reciben reportes diarios del ministro de Justicia, Luis Cordero, con los avances de los distintos casos.
Pero más allá de su rol puertas adentro, nuevamente Vallejo ha recibido críticas por alejarse de los momentos más complejos. En el gabinete le reprochan, por ejemplo, su repliegue comunicacional para las últimas inundaciones, cuando Vallejo fue una de las ministras que acompañaron al Presidente a la Antártica, pese a que le habían aconsejado quedarse en Santiago, por lo que ambos recibieron críticas desde la oposición.
Luego, cuando estalló el caso de Democracia Viva, el gobierno se vio envuelto en una serie de declaraciones confusas, sobre todo relativas al momento en que se enteraron del asunto. En ese cuadro, el Presidente Boric pidió ordenar las salidas comunicacionales y dejarlas en manos de Vallejo, pero reforzarlas con el ministro Cordero, atendiendo las implicancias administrativas y jurídicas que los dichos pudieran tener.
En el gabinete también han planteado incomodidad con el funcionamiento de la Secretaría de Comunicaciones de La Moneda (Secom). Las críticas apuntan a que al depender del ministerio de Vallejo, la repartición que es el músculo comunicacional del gobierno, se ha vuelto “excesivamente funcional a los intereses” de la ministra. Además, Pablo Paredes, director de la Secom, es amigo cercano de la vocera, y el subdirector, Sebastián Fierro (PC), es esposo de la exconvencional Bárbara Sepúlveda (PC), una de sus mejores amigas en el partido.
Vallejo ha respaldado de manera constante a Paredes ante las críticas que se le han hecho por la gestión de prensa del gobierno. Incluso, Vallejo lo defendió cuando en marzo, en el segundo cambio de gabinete, La Moneda sondeó al embajador de Chile ante la OEA, Sebastián Kraljevich -quien jugó un rol importante en la estrategia de la campaña presidencial-, para integrarse a la Secom.
Pero la ministra también ha sufrido pérdidas que han dolido en el partido. La última de ellas es la de la actriz Javiera Hausdorf (PC), quien salió de la Dirección de Organizaciones Sociales (DOS) para trasladarse a la avanzada presidencial. Su cargo quedó en manos del exconvencional Ignacio Achurra (CS).
El dilema comunista
Aceptar que en su rol como vocera las posturas del gobierno están antes que las del PC -partido al que representó durante dos periodos en el Congreso y que la catapultó como líder del movimiento estudiantil- no ha sido fácil ni para Vallejo ni para el partido. Desde ahí le han cuestionado sus frecuentes ausencias en la comisión política -la instancia de decisiones más importante en la que fue la dirigente más votada en la elección de 2020-.
A quien sí ha podido ver en las últimas semanas es a Teillier, pese a estar muy delicado de salud.
Ante ese vacío que ha dejado en el partido, por la incompatibilidad y exigencia de su rol en La Moneda -además de los espacios que reserva semanalmente para su familia-, han aparecido nuevas figuras.
Luego del aniversario de los 111 años del PC, el 5 de junio pasado, militantes del partido que son más críticos del rol de la ministra en el gobierno comentaban que en el evento en el Teatro Coliseo hubo una diferencia notoria con respecto a años anteriores al momento de anunciar a las autoridades: esta vez otras figuras fueron más aplaudidas que Vallejo. Estos son los casos de Jeannette Jara y el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue.
Incluso, en el caso del excandidato presidencial, los asistentes gritaron: “¡Jadue, Jadue, Jadue!”.
De todas formas, pese a los límites propios del cargo, Vallejo ha hecho ciertos gestos políticos en temas en donde no ha estado dispuesta a ponderar. Uno de ellos fue el debate por el desempeño del escritor Patricio Fernández -muy cercano al Presidente-, quien debió renunciar a su rol de coordinador de los 50 años del Golpe militar por la presión del PC y de las agrupaciones de víctimas de la dictadura para exigir su salida.
En esa discusión, Vallejo tomó el celular para comunicarse con los parlamentarios del PC e intentar calmar los ánimos y entender su postura. Al final, mantuvo con firmeza la bajada de su partido e hizo un llamado a Fernández a “reflexionar para proteger y fortalecer nuestra democracia”. Una posición que fue notoriamente diferente a la de otros ministros y que fue uno de los detonantes para que el exconvencional presentara su renuncia.
En las últimas semanas, Vallejo ha tomado nota de los cuestionamientos y ha optado por gestos más de conjunto, como en la acusación constitucional contra el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila (RD) -a quien le envió un mensaje de apoyo la noche anterior a la votación-, y el miércoles a las 15.46, después de que se rechazara la acusación, la vocera también envió un mensaje de WhatsApp al grupo del comité político ampliado que contenía un link de Twitter. El tuit era de la cuenta llamada Historia de Chile y decía: “Dato mata relato. En los primeros 15 meses del gobierno de Boric la oposición ha iniciado cuatro acusaciones constitucionales contra ministros. En los primeros 15 meses del gobierno de Piñera la oposición presentó una acusación constitucional contra un ministro. Pero la derecha y sus medios repiten que fue el Frente Amplio el que llevó muchas acusaciones constitucionales”.
En el Congreso, más allá de las críticas que ha hecho la oposición por su actuar en el pasado como diputada y las acusaciones en que participó, también ha debido enfrentar reclamos por su rol actual. El miércoles -mientras los diputados analizaban el futuro de Ávila-, la vocera visitó el Parlamento junto a la ministra de Ciencia, Aisén Etcheverry, para conversar sobre la Comisión contra la Desinformación -idea que ha promovido Vallejo- en la Comisión de Constitución del Senado. En ella, los senadores socialistas Alfonso de Urresti y Juan Luis Castro criticaron duramente la idea e incluso algunos congresistas opositores plantearon que la propuesta afectaba a la prensa libre, pese a que ella insiste en que el proyecto no se involucra con los medios de comunicación.
En La Moneda ven prejuicios detrás de las críticas, partiendo porque es militante comunista.
Pero ella ve más.
Tampoco le gusta que le digan Camila en su rol de ministra, que critiquen sus vestimentas o cuando se equivocan en decir su apellido.
Así se lo corrigió el jueves a un periodista en una actividad en la Escuela Santiago Bueras y Avaria:
-No puede ser que después de tantos años digan Vallejos. Es Vallejo.