“Partí a Magallanes en febrero de 2020, sin pandemia, en un avión que iba repleto de chinos estornudando. Me encerré en Tierra del Fuego y fue a comienzos de septiembre cuando me pescó el bicho, siete meses después de mi viaje al sur. Tuve fiebre alta y todos los síntomas típicos de esta enfermedad durante varios días, pero no pasó a mayores, por suerte. Tras recuperarme pude empezar a trabajar en el campo, ayudando en lo que se podía, y fueron meses muy buenos. Luego me puse las vacunas en el consultorio de Timaukel (comuna de Tierra del Fuego, con 405 habitantes), con mi mujer (Victoria Hurtado) y pudimos volver a Santiago. Lo más duro fue que este año el Covid se llevó a mi hermana mayor y a un muy buen amigo”.

Cualquier aficionado a la política diría que ni siquiera es necesario poner el nombre de quién habla. Carlos Larraín Peña, 78 años, 12 hijos, 24 nietos, dejó por un tiempo las ovejas de su estancia magallánica y vino a ver cómo estaba acá su rebaño político. Porque aunque esté lejos en distancia, el expresidente de RN sigue manteniendo un “lote” en su partido, con el que acaba de ganar la presidencia el senador Francisco Chahuán frente al candidato a la Presidencia de Chile, Mario Desbordes.

“El partido necesitaba un recambio. Estábamos en un estado semialetargado, en momentos en que en el país están ocurriendo cosas tan importantes. Teníamos a un sector grande de la opinión pública chilena abandonado, que se siente medio aturdido, medio desorientado, y creo que la directiva de Chahuán, Diego Schalper, Luis Mayol, Sofía Cid y Karin Luck, irán mostrando nuevos caminos”, señala el exsenador, desde su casa en Las Condes.

-Aparte de su reciente respaldo, el senador Chahuán le debe harto a usted. Entre otras cosas, le financió su campaña senatorial contra Joaquín Lavín en 2009…

-Más que financiarlo, esa vez lo convencí de que compitiera contra Lavín, el resto lo puso él. Él es un hombre que es capaz de dormir cuatro horas por noche durante dos meses. Tiene una turbina muy potente debajo del capó.

-Pero usted era muy cercano a Mario Desbordes, ¿cuándo y por qué se quebró su relación con el actual candidato presidencial de RN?

-Rompimiento formal con él nunca he tenido. Sí nos hemos distanciado mucho en cuanto a la visión que tenemos de la política. Eso sí. Trabajé mucho con Mario en Renovación Nacional, entre 2010 y 2013, pero después fuimos perdiendo contacto. Él continuó siendo secretario general de Cristián Monckeberg, quien luego lo dejó a cargo del partido.

-¿Quedó trizado el partido tras la elección del domingo pasado?

-Para nada, en RN hemos tenido muchas elecciones, algunas de ellas bastante más disputadas que esta. El partido está igual que siempre, solo que ahora va a tener una directiva más activa, que es lo que necesitábamos. Fue una elección muy limpia, en que votó mucha gente (cerca de 12 mil militantes), cosa inusual hoy en Chile. Esta elección debió haberse hecho hace un año y era la manera lógica de terminar con un interinato que fue prolongado artificialmente sin ninguna necesidad.

-Fue un golpe duro para Desbordes, muchas personas no entienden que siga siendo candidato presidencial.

-Son cosas distintas. Yo creo que para Mario el ser candidato presidencial es muy importante y el haber perdido en la elección interna le permite seguir su esfuerzo con mayor libertad y concentrándose un ciento por ciento en su campaña y sin comprometer tanto a Renovación Nacional. Creo que tenemos un resultado que, en lugar de ser negativo, le es útil para él y bueno para el partido.

-¿Cómo bueno para el partido?Desbordes es el candidato de RN elegido por su consejo general, que es el órgano que representa a las bases en todo el país.

-Mario fue proclamado en enero de este año por una mayoría de 269 votos de un total de 505 personas que componen el consejo general. Pero este consejo se había prorrogado en su función en aproximadamente un 60% de sus miembros.

-¿Cómo prevé será la relación de la nueva directiva con La Moneda en lo que queda del gobierno?

-La relación no ha sido buena, eso lo sabemos. Pero la verdad es que ha sido el gobierno el que ha desconocido a sus bases. La pelota no está en nuestro lado de la cancha, sino que es el gobierno el que se olvidó de las bases que lo eligieron y eso se nota en muchos campos.

-¿Cuáles son sus principales críticas al gobierno?

-Desde luego que hubo mucha demora en llegar con las ayudas pospandemia. Se dijo que eran ayudas imposibles de concretar, pero al poco andar resultaba que sí eran viables; el fracaso rotundo en la protección del orden público, que es una obligación constitucional del Presidente y que durante muchos meses no se pudo conseguir; los militares presos que, a pesar de las promesas que se les hicieron en la campaña, ni siquiera los dejan hoy aspirar a los beneficios carcelarios normales, y las reiteradas venias que se le hacen al movimiento homosexual. Todo eso distancia al gobierno de lo que son sus bases naturales, pero yo creo que a esta altura ya no se saca nada con llorar sobre la leche derramada.

-A usted le gusta la historia de Chile. Muchos comparan la situación actual de Piñera con la de Jorge Alessandri al término de su gobierno en 1964, cuando el entonces presidente no traspasó su capital político a su coalición, la que tuvo un duro revés electoral.

-Esto nos pasa por segunda vez con Sebastián Piñera. Recordemos que en 2013 él le entregó el gobierno a la Nueva Mayoría, con pleno conocimiento del programa que llevaban y de que se incorporaba a ellos el Partido Comunista. Eso se hizo con absoluta sangre fría y por cálculos mezquinos. En esta oportunidad, Piñera y el pequeño equipo con que gobierna nos van a dejar sin Constitución, con una convención mayúscula que sigue siendo una incógnita y con problemas de gobernabilidad cotidiana, que es lo peor. Ahora también hay que poner en la balanza en favor de la gestión de Piñera que ha logrado controlar la epidemia, pese a las consecuencias económicas que han sido brutalmente fuertes.

-El analista Roberto Méndez señaló hace unas semanas que ve “muy poco probable que los chilenos vayan a elegir a un Presidente de la derecha”. ¿Comparte esa afirmación?

-No, yo creo que las elecciones están abiertas, porque entre otras cosas, los candidatos que están punteando por la izquierda son de una dureza tal que asusta a la gente. Llama la atención, por ejemplo, lo que dijo el candidato del PC, Daniel Jadue, acerca de los medios de comunicación y de los métodos para controlarlos. Jadue es muy mal agradecido, porque la izquierda le debe mucho a una desmesurada influencia política en los canales de televisión pertenecientes a grandes grupos económicos. Hay que recordar que el senador (Alejandro) Guillier en las elecciones pasadas le ayudó enormemente a Sebastián Piñera a elegirse, cuando, entre otras cosas, levantaba el puño e invocaba al Che Guevara diciendo: “Hasta la victoria siempre”. Lo que le quiero decir es que a los candidatos muchas veces los elige el adversario y hoy en la izquierda va punteando el señor Jadue, que tiene la estructura completa del PC que lo condiciona mucho y, además, no se fija mucho en lo que dice. Él puede terminar consiguiendo que la amplísima clase media piense un poco las cosas antes de votar en la segunda vuelta. El grave problema para la derecha hoy es llegar a la segunda vuelta.

-¿Tiene dudas de que un candidato de la centroderecha pase a segunda vuelta?

-Veo perfectamente posible que eso ocurra. Podría muy bien ser que en la segunda vuelta hubiera que elegir entre una primera y una segunda mayoría de la izquierda. De ahí entonces que la gran urgencia de la derecha es lograr posicionar a un candidato ganador. Ese es el gran dilema para la derecha hoy.

-Para usted, ¿cuál será ese candidato?

-Todavía no tengo candidato, porque creo que hay muchas incógnitas en el aire. Creo que fue un error haber llevado cuatro nombres en las elecciones primarias, porque eso divide el voto de la centroderecha. Debiéramos haber acumulado fuerzas en los dos nombres que más pintan, que son Joaquín Lavín y Sebastián Sichel (dice el apellido acentuando la e), pero como el divisor es muy alto (4) el resultado individual es más chico.

-¿No debería ser Desbordes su candidato?

-No es mi candidato. No me gustó que él apoyara el Apruebo, ni algunas de sus posiciones que eran muy coincidente con las de la izquierda, pero, en fin, él está en su derecho de concurrir a las primarias, porque aun cuando RN le diera vuelta la espalda, él podría seguir en la primaria en nombre del PRI, partido que también lo proclamó.

-Es sabido que históricamente Lavín tampoco ha sido candidato de su devoción.

-Cuando fui concejal vi la gestión municipal de la UDI en Las Condes y siempre me pareció que miraba más bien al país y menos a la comuna, y creo que la labor de los alcaldes es concentrase en su comuna. Esa es mi gran crítica en cuanto a la gestión de Lavín en Las Condes, no es otra. Él es una persona decente, juega limpio y demuestra preocupación por las personas, que son grandes cualidades.

-De sus palabras desprendo que no votó por la actual alcaldesa Daniela Peñaloza…

-Voté por (Gonzalo) De la Carrera, porque creo que la Municipalidad de Las Condes necesita un buen remezón. De una vez por todas la municipalidad tiene que concentrarse en mejorar la comuna. Hay 13 mil postes parados en las veredas y un montón de cosas que mejoran la vida cotidiana de los vecinos que están pendientes por hacer.

-Volviendo al tema presidencial, ¿le gusta Sebastián Sichel?

-Me parece que tiene que conocerse más a fondo lo que piensa, pero sí tiene el atractivo de lo nuevo, de lo que aparece no contaminado, y eso hoy en día es un factor importante en el imaginario general.

-Se ha comentado que Sichel es el candidato de Allamand, de Andrés Chadwick e incluso del Presidente Piñera…

-Sé que Andrés Allamand es partidario de él, y me han dicho, pero no me consta, que Andrés Chadwick también lo ha empujado. No sé lo que piensa Sebastián Piñera, porque nunca es fácil saberlo.

-Hace un año usted comentaba en un Zoom con La Tercera TV desde Magallanes: “Se está fundiendo el sistema, estoy en un túnel negro y no veo la luz al fondo”. ¿Sigue pensando igual o hoy está un poco más optimista?

-El plan de demolición se sigue desarrollando paso a paso. Se retiró la lucha callejera por razones tácticas, pero ahora estamos en el momento en que se puede cristalizar la mentalidad colectivista. Ganó el Apruebo y los que estuvieron por el Apruebo en la derecha creyeron que los iban a recibir en los salones dorados de la izquierda. Las pinzas, no consiguieron nada. La elección de los convencionales favoreció a mucha gente de quien se sabe poco. El grupo de los independientes es el más numeroso y es difícil prever cómo actuarán. La convención va a coincidir con la elección del Presidente de la República y del próximo Parlamento y creo que ahí está el mayor peligro al producirse una conjunción entre lo que resulte de la Convención Constitucional, la elección de un presidente de izquierda y un Congreso del mismo signo. Y ahí sí que estaríamos fritos. Por eso yo hablaba hace un año de un túnel y de un periodo de oscuridad muy largo que el gobierno no ha sido capaz, no digo de controlar, sino de dirigir siquiera un poco.

-¿Y no encuentra positivo que una crisis social y política como la que explotó el 18 de octubre de 2019 esté siendo canalizada democráticamente en una convención que representa a todos los chilenos?

-Pero se pudo haber canalizado de otra forma, por ejemplo, reformando la Constitución de Ricardo Lagos (2005) en un plazo breve sin meter al país en un largo periodo de incertidumbre que se va a reflejar en un duro retroceso económico y social, agravado por la actual pandemia.

-¿Qué haría en una eventual segunda vuelta entre Yasna Provoste y Daniel Jadue?

-Por favor, no me ponga en una disyuntiva tan dura.